Recomendamos la lectura de este artículo en formato pdf, respetando su maquetado original.
Para ello pinche en la imagen de la primera página que aparece arriba.
Para facilitar su difusión, proporcionamos también la versión del artículo en html y texto, pero tenemos que advertirle que su extracción ha sido realizada por herramientas automáticas y puede que no conserve completamente la composición original.
Enlace al artículo en html (en nueva ventana): La sábana santa antes de 1350
Texto plano (desmaquetado) del artículo : Mostrar el texto plano (segunda vez esconde)
correo del lector Las cartas dirigidas a esta sección deberán tener una extensión máxima de 20 líneas. EL ESCÉPTICO se reserva el derecho a extractar el contenido de las misivas. La sábana santa antes de 1350 He recibido el primer número de su revista con entusiasmo, ya que desde hace años oigo hablar de ARP y comulgo con sus propósitos. He leído el artículo de Luis Alfonso Gámez sobre la sábana santa con interés y, aunque comparto la mayoría de sus argumentos y creo que lo más probable es que la síndone sea un fraude total creado con la intención de dar fundamentos racionales a algo que nos los puede tener, también creo oportuno comentar algunas de sus líneas y hacer de abogado del diablo (o más bien todo lo contrario). Tengo en casa un libro titulado La autenticidad de la sábana santa de Turín, del padre Jorge Loring (Ediciones Crespo, 1979), que adquiría cuando tenía unos 15 años. En él, cita varias referencias históricas de la sábana santa anteriores a 1350, mientras usted niega que exista ninguna referencia anterior a esa fecha. Según este autor, la sábana santa se encontraba en Edessa (Armenia) en el año 200, fue trasladada a Constantinopla en el 944, y de ahí a Besançon en 1206. No voy a entrar a discutir los fundamentos históricos del sacerdote cuando afirma que las citas históricas comentadas se refieren al mismo objeto, probablemente son muy débiles. Pero lo que sí me interesa es que la información que me presenta su revista, a la que por cierto no he dudado en suscribirme, me haya dado una imagen cuando menos incompleta de la tesis que pretende refutar. JOSÉ MONTOJO WOODESON bla de los probablemente muy débiles argumentos de Loring para vincular referencias históricas anteriores a 1350 a la sábana santa de Turín. Al final del segundo párrafo de mi texto, digo que hay constancia de que en el siglo XIV había en Europa medio centenar de santos sudarios, y el propio Loring reconoció ante mí durante una entrevista -publicada en el diario bilbaíno El Correo el 15 de abril de 1992- que hay copias, montones de copias. En España, yo he visto una docena de copias. Respecto al lienzo de Turín, mantengo que apareció en la localidad francesa de Lirey en 1350 porque no existe ninguna fuente histórica que se refiera indudablemente a esta falsa reliquia con anterioridad a esa fecha. Las descripciones de las otras sábanas no se corresponden con la de la tela expuesta con tanto éxito este año en Italia: el mandylion de Edessa y la imagen de la Verónica, por ejemplo, son descritos como sendos retratos del rostro de Jesús, no como imágenes de cuerpo entero. Otra cosa es que Loring y otros olviden éste y otros detalles para dar verosimilitud a sus aseveraciones. Fue un error no incluir esta información en una nota a pie de página. Espero, de todos modos, que alguno de los colaboradores de EL ESCÉPTICO se anime, a raíz de su carta, a escribir un artículo sobre las otras sábanas santas, y le agradezco en nombre de todo el equipo que hace posible esta publicación que lea esta revista con tanta atención. Lectores como usted nos ayudan a mejorar día a día. nuestro país. Esperemos que se convierta en referencia y punto de encuentro obligado para todos los escépticos de España e Hispanoamérica, al mismo tiempo que su influencia en la opinión pública aumente. Quisiera solamente hacer una precisión al artículo de Paul Kurtz El nuevo escepticismo: un movimiento mundial. En la página 52, afirma Kurtz: Desde entonces [desde los años 70], ha surgido el postmodernismo, negando la misma posibilidad de la objetividad científica y considerando a la ciencia como un mito narrativo más. Y, para sorpresa de todos, ha habido un extendido ataque contra la Ilustración y los ideales de la revolución científica. Quizá, debido a la limitación de extensión del artículo, Kurtz da sólo unas pinceladas demasiado superficiales de los temas citados. No todo el postmodernismo niega la objetividad científica. Su versión más fuerte, el strong programme de los sociólogos de la ciencia, afirma que la objetividad universal no existe y que sólo es válida para condiciones históricas particulares, como consecuencia de la adaptación al medio. Dentro de este límite, la ciencia puede seguir cumpliendo exitosamente sus objetivos. La ciencia se construye socialmente. El ataque a la Ilustración no procede sólo, como podría parecer, de algunos de los relativistas más recalcitrantes -Kuhn, Feyerabend, en el aspecto científico-, sino de algunas de las figuras señeras de la filosofía de este siglo: Heidegger y su crítica a la técnica, o Adorno y su visión del mundo administrado y las Luces como portadoras de su propia destrucción. RICARDO CAMPO PÉREZ Madrid. Postmodernismo y ciencia Acabo de recibir el nº 1 de EL ESCÉPTICO. Excelente. Se echaba en falta desde hacía tiempo una revista dedicada a rebatir las afirmaciones pseudocientíficas, cada día más extendidas en La Laguna, Tenerife. Responde L.A. Gámez: La clave para resolver las dudas que plantea José Montojo Woodeson está precisamente en el último párrafo de su carta, donde ha64 (Otoño 1998) el escéptico Gardner y El Quijote Para empezar, quiero felicitaros por vuestra nueva revista y desearle una larga y fructífera vida. El artículo de Paul Kurtz que