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contundentes (y discutibles, claro). Hacer todo esto en un único libro es un esfuerzo titánico y por tanto el resultado es denso. Denso, pero con grandes dosis de amenidad. Denso y, en ocasiones, profundo. Para mi la principal novedad de este libro con respecto a otros que he leído es que da una visión de conjunto del conocimiento humano. Van Doren hace las veces de Hari Seldon, psicoanaliza el saber pasado, actual e incluso se atreve a hacer algunas predicciones sobre nuestro futuro. Aunque Breve historia del saber aborda la historia del conocimiento científico, también se abordan otras áreas como el arte, la religión, la política y la tecnología. De hecho, el comienzo del libro está dedicado precisamente a definir qué es el conocimiento y determinar los diferentes tipos de conocimiento. El libro está divido en quince capítulos. Los cinco primeros están dedicados al conocimiento desde la antigüedad hasta la Edad Media, otros tres a la época del Renacimiento, cuatro a la época de las revoluciones sociales de los siglos XVII al XX, dos capítulos al siglo XX y el último a tratar de prever los próximos cien años. En la contraportada, la editorial afirma que «Charles van Doren nos proporciona esta magistral síntesis de lo que hay que saber de historia, filosofía, arte, música, literatura, ciencia o religión». Si el objetivo del libro fuera convertir al lector en el próximo ganador de Saber o ganar1, sería un completo fracaso. No hay nada nuevo en lo que cuenta: el Renacimiento es el Renacimiento, la Ilustración es la Ilustración, y la Revolución Industrial es la Revolución Industrial. La novedad (para mi) está en cómo la cuenta: casi como una novela, con el saber de protagonista, donde éste se alimenta de los humanos, y no al revés. Otra de las virtudes del libro es hacer todo esto de forma clara, ordenada y en muchas ocasiones, hasta provocativa. No hay lugar para el aburrimiento. Pero aunque las ideas se transmiten en lenguaje sencillo, algunas requieren gran «digestión» intelectual. Sospecho, por tanto, que el libro se puede interpretrar de forma diferente según el nivel cultural del lector. En definitiva, una lectura que recomiendo. Victor R. Ruiz 1 Nota del editor. «Saber y ganar» es un concurso de preguntas y respuestas cultas de la televisión española. EL MONO QUE LLEVAMOS DENTRO Frans de Waal Título Original: Our inner ape. Editorial Tusquets (Metatemas), 2007. 940 páginas. Origen común Desde que Darwin bajó del pedestal al ser humano haciéndole compartir ancestros con los simios la gran pregunta ha sido ¿somos en realidad tan diferentes de nuestros primos? Que el tema sigue levantando ampollas lo demuestra la vigencia del creacionismo --ahora con nuevos disfraces-- empeñado en sostener contra la ciencia y el sentido común que nuestro origen es más divino que terrenal. Una postura contraria sostiene Frans de Waal, eminente primatólogo para quien nuestras más nobles características --la generosidad, la amabilidad, el altruismo y la solidaridad-- forman parte de la naturaleza humana, pues proceden de nuestro pasado animal. Portada original (Tusquets) 75 el escéptico Para ilustrar su tesis expone sus numerosas observaciones de grandes simios. Se ha repetido muchas veces el riesgo de antropomorfizar los comportamientos de los animales, pero el autor afirma --con mucha razón-- que en unos animales sociales como los chimpancés es imposible no tener en cuenta sus motivaciones. Afirma que la política de los chimpancés, como la política humana, es una cuestión de estrategias individuales que chocan para ver cual sale adelante. Como los biólogos no hablan de intenciones ni de emociones, acudió a Maquiavelo para interpretar el comportamiento de su colonia. En contra de la tendencia actual de hacer afirmaciones exageradas a partir de alguna observación de campo, no se afirma que tengamos que compartir etología con los primates. Pero los paralelismos saltan a la vista, así como también las diferencias. Evidentemente hay un problema cuando en los congresos hay cientos de psicólogos pero decenas de primatólogos. No es fácil extraer demasiadas conclusiones de datos escasos. Por eso es de extraordinaria utilidad un libro como éste, con informaciones de primera mano. Lo que vemos es una sociedad bastante más compleja de lo que podríamos imaginar. Existen jerarquías, definidas de una manera clara y transparente para eliminar conflictos. Si todo el mundo sabe cual es su lugar no se pierde el tiempo reafirmándose. Pero estas jerarquías no son rígidas. En primer lugar, el rol de control no lo tiene exclusivamente el macho alfa; pueden darse alianzas más poderosas y existen chimpancés influyentes. Estos son capaces de movilizar a la opinión pública aunque no tengan un puesto elevado en la jerarquía. Si un líder no está a la altura en muchos casos es destituido en favor de otro aunque individualmente sea más débil. En el terreno sexual existe mucha promiscuidad, sobre todo en los bonobos. Éstos utilizan el sexo como lubricante social. Que nuestra conducta sexual sea diferente no se debe a condicionamientos culturales o religiosos. Nuestros testículos son más pequeños que los de los chimpancés, lo que implica una menor promiscuidad. Aún así, el lugar común de que los hombres sean polígamos y las mujeres monógamas no es cierto. En un experimento hicieron una encuesta a mujeres con un falso detector de mentiras. El número de parejas reconocido se duplico y llegó a niveles similares a los masculinos. Los sentimientos altruistas son frecuentes en las colonias de chimpancés, algo que parece indicar que no son exclusivos del ser humano ni construcciones culturales --no digamos ya religiosas. Todo esto ya lo expresó el el escéptico 76 sabio chino Mencio, que vivió en una fecha tan temprana como el 372-289 a.c: Si los hombres ven a un niño que está a punto de caer en un pozo todos sin excepción experimentarán un sentimiento de alarma y pesar. No sentirán así como una estrategia para ganarse el favor de los padres del niño, ni para buscar el elogio de sus vecinos y amigos, ni para evitar dar la mala impresión de no conmoverse por ello. Este caso nos permite percibir que el sentimiento de conmiseración es esencialmente humano. Actitudes que revelan bondad, altruismo, sentimiento de la justicia están documentadas. Como dice el autor: Las religiones modernas solo tienen unos cuantos milenios de antigüedad. Es difícil imaginar que la psicología humana fuera radicalmente distinta antes de que surgieran las religiones. No es que la religión y la cultura no tengan papel alguno, pero está claro que los sillares de la moralidad anteceden a la humanidad. Como decía al principio no podemos extrapolar sin más las actitudes que se observan en las colonias de chimpancés a los seres humanos. Pero la lectura de este libro nos deja la impresión de mirar en un espejo en el que no es difícil reconocer muchas de las características que consideramos humanas. Juan Pablo Fuentes Foto del autor, reconocido primatólogo (Archivo)