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Artículo UN DÍA DE DARWIN Félix Ares l día 12 de febrero de 2008 se celebró en el Planetario de Pamplona, con la colaboración, entre otros, de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, de la presentación de una nueva colección de libros de la editorial Laetoli: la traducción al castellano de los trece libros que publicó Darwin. Aunque parezca mentira, tan solo se han traducido y publicado cinco de esos libros, y algunos en ediciones tan minoritarias que son difíciles de encontrar. Las intervenciones de los que hacían la presentación fueron francamente buenas. Tanto el vicerrector de la Universidad Pública de Navarra (Alfonso Carlosena), como Javier Armentia, en calidad de Director del Planetario de Pamplona, como Serafín Senosiain, el editor, o como Carlos Chordá, biólogo, que como tal, nos contó algunas «perlas» de lo que decían hace unos años los libros de bachillerato sobre la evolución/ selección natural. En el turno de preguntas, hubo una persona que destacó. Yo acababa de dar una conferencia en la UNED y uno de los alumnos me acompañó al acto. Al salir me dijo: «El acto ha sido estupendo salvo ese tío que se repetía y siempre decía lo mismo». Bueno, pues eso. Esa persona, la que destacó, repitió uno montón de veces lo mismo, que más o menos venía a ser que el planteamiento de la mesa estaba obsoleto, que en estos momentos no hay una lucha entre creacionismo y evolucionismo pues ambas son lo mismo tal como defendía Teilhard de Chardin. E Algunas veces había defendido, no sin cierto toque de boutade, que es España no se planteaba con dureza la lucha creacionismo-evolucionismo porque la mayoría de la población española era creacionista. Pero me sorprendió, en un acto sobre Darwin, con unas magníficas presentaciones, en las que no quedaba duda de que la clave del «evolucionismo» es que no es teleológico, o dicho con palabras menos abstrusas: que no es finalista, que la evolución puede ir a donde le de la gana y que no podemos saber de antemano qué pasará. El futuro es una incógnita. La no-teleología es una de las claves de entender medianamente el hecho de la evolución de las especies. Lo que no me cabe duda es que el planteamiento de Teilhard de Chardin tranquiliza mucho a ciertos católicos, pues establece que dios intervino en un momento para hacer el mundo como es y él tenía prevista la evolución y, por lo tanto, se aprovechó de ella para conseguir sus fines. Creacionismo y evolución son lo mismo. O dicho de otro modo, en la Creación estaba prevista la evolución. Es bonito y, sin duda, ha evitado en el mundo católico la confrontación entre darwinismo y religión que se ha dado en el protestante. Pero basta una sencilla mirada al tema para darse cuenta de que lo que dice Chardin es teleológico puro y duro. Impide que la evolución ocurra «por azar». Si hay un fin, no es azar. Es decir, que las especulaciones de Chardin han compatibilizado evolución y religión... pero la evolución de Chardin nada tiene que ver con la evolución que defiende la ciencia. 55 el escéptico