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Dossier Sectas pseudoterapéuticas Explotando nuestro miedo al dolor Emilio J. Molina ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento CrÃtico, CÃrculo Escéptico, RedUNE y APETP Una vulnerabilidad. Al igual que en la seguridad informática, donde un único fallo es todo lo que necesita un cracker para acceder al sistema y hacerse con el control absoluto de la máquina atacada para convertirla en un «ordenador zombi», basta con una vulnerabilidad del individuo para, con los «códigos» apropiados, modificar sus procesos y rutinas y derivar los recursos de la vÃctima en provecho propio. Esta vulnerabilidad puede tomar muchÃsimas formas: quizá el gusto por lo esotérico o la fascinación por el mundo del misterio; el gusto por todo aquello que suene a cientÃfico (si además es «cuántico», mejor), a fÃsico o, aún mejor, a metafÃsico; el odio hacia un sistema médico imperfecto, bajo cuyo ensañamiento quizá terminara falleciendo un ser querido; o la repulsión al invisible yugo de las «malvadas farmacéuticas», que llenan de «quÃmicos», «efectos secundarios» y «iatrogenia» el mundo médico, en lugar de volver al atractivo de «lo natural» y «lo orgánico»; la repugnancia irracional que nos causa una leucemia infantil; lo relajante del sonido monótono e hipnótico de un cuenco tibetano... Normalmente, varios de los factores anteriores (y muchos más no explicitados, pero terriblemente comunes en todos nosotros) vienen imbricados y dan una pista sobre a qué nos enfrentamos: todo el mundo, en algún momento de su vida, puede pasar por horas bajas; y no faltarán traficantes del sufrimiento ajeno dispuestos a intentar asaltar ese cerebro desprotegido explotando las debilidades que encuentren. Las sectas pseudoterapéuticas atacan, sobre todo, aprovechando las ocasiones en que nuestras defensas se encuentran, metafórica y literalmente, más bajas, utilizando el escéptico 28 la enfermedad, sea propia o de un familiar, para presentar su supuesto remedio como gancho para atraer al incauto. Hablar de sectas pseudoterapéuticas, igual que hablar de pseudoterapias, es hablar de las debilidades del «sistema operativo» básico de cualquier ser humano: nuestra mala tolerancia a la falta de control de lo que nos rodea, la confianza ciega en nuestros allegados, nuestra tendencia a confiar en la autoridad, en una bata, en una persona sonriente que aparece en el televisor âen estos tiempos, más bien en un vÃdeo de YouTubeâ, nuestro mal procesamiento de los fenómenos azarosos, los sesgos cognitivos, nuestro «¿qué mal puede hacer?», las ganas de que la solución que nos proponen para nuestros males sea real, o nuestro desconocimiento de la realidad médica, comenzando por no entender correctamente cómo funciona la evidencia cientÃfica o la mala ciencia y terminando por desconocer el ciclo natural de una enfermedad, la remisión a la media y otros conceptos básicos para discernir entre un remedio y un placebo, e incluso el propio desconocimiento del efecto placebo y sus poderosas implicaciones. Quien escribe es de la opinión de que, si los ciudadanos conocieran en profundidad qué es y cómo funciona el efecto placebo, la mayorÃa de pseudoterapias se irÃan al traste en ese mismo momento. Las pseudoterapias, sin entrar todavÃa en el terreno puramente sectario del asunto, son en sà el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de sectas. Pensemos por un momento en actividades de «élite», como el deporte, la música, la instrucción militar; o en organismos religiosos como las monjas de clausura. En ellas se suele llevar a cabo en mayor o menor medida un intenso control sobre la enotoño 2016 En un simple grupo de reiki pueden darse derivas sectarias. (foto: flickr.com/photos/csoghoian/78815073/) señanza del individuo, su estilo de vida, la gente de la que está rodeado, el ambiente en el que pasa la mayor parte del tiempo, etc. Tenemos todos los componentes necesarios para generar un grupo sectario y solo necesitarÃan una leve «mutación» del sistema para desembocar en ellos y convertirlos, igual que un virus que se inocula a una célula, en herramientas para propósitos poco o nada relacionados con los que pudieran parecer desde el exterior. En el caso de las pseudoterapias, el caldo de cultivo se produce al ofrecer a su usuario una perspectiva distorsionada sobre cómo funciona la realidad fÃsica y biológica; y de nuevo, la casuÃstica es enorme. Un ejemplo de lo fácil que le resulta a una vÃctima potencial la manipulación de la realidad puede ây sueleâ ser algo como escuchar el testimonio de una persona desahuciada por la medicina: siempre añadirán «moderna» si la contrapartida es la «milenaria»; o la llamarán «clásica», si lo que se plantea es un «nuevo paradigma»; o directamente dirán «alopática», aprovechando que el término es muy genérico y suena a algo entre alopecia y psicópata, lo que difÃcilmente puede traer nada bueno. Puede ser esa persona que manifiesta haberse curado de su tumor con el bálsamo de Fierabrás de turno o sin tratamiento médico alguno. Poco importa si esa persona mentÃa y jamás tuvo un tumor, o se engañaba ây la engañaronâ y murió el dÃa después de difundir su afirmación, o si se engañaba y realmente se curó mediante la medicina, o si se engañaba ây se engañaron los propios médicosâ y sufrió una rara, pero no imposible, remisión espontánea. En este punto voy a hacer un inciso: se habla bastante del sobrediagnóstico y la sobremedicación, y normalmente no lo hace la gente que deberÃa, ni en el lugar que deberÃa, Si los ciudadanos conocieran en profundidad qué es y cómo funciona el efecto placebo, la mayorÃa de pseudoterapias se irÃan al traste en ese mismo momento. otoño 2016 29 el escéptico ni de la forma que deberÃa. Este problema tiene una lectura adicional con las pseudoterapias; sobre todo en el caso del cáncer, ejemplo que uso a menudo por su cercanÃa y contundencia; pero que ocurre en muchos, muchÃsimos otros problemas de salud. Imaginad una persona a la que se le ha diagnosticado erróneamente como problemático un nódulo que, en realidad, jamás va a llegar a convertirse en un problema de salud, aunque ni esa persona ni sus médicos lo puedan saber en el momento de su detección. Imaginad que dicha persona, una vez recibido el diagnóstico, decide apartarse del tratamiento médico recomendado para probar, digamos, a ponerse una piedra de playa en la cabeza. Por ejemplo, porque alguien se lo recomienda, usando el lenguaje de la charlatanerÃa, bajo el reclamo de haber estado reverberando con las frecuencias del mar y recibiendo energÃa cósmica durante milenios, de forma que con su resonancia cuántica pueda restablecer el equilibrio de sus biorritmos. Nuestro paciente imaginario podrá afirmar con total seguridad que sigue vivo y sin sÃntoma alguno de su cáncer solo mediante una piedra natural, «sin quimio ni porquerÃas de esas». Y con esa gran convicción, su testimonio llegará a oÃdos de alguien a quien acaban de diagnosticar (quizá esta vez con más tino) un tumor. Imaginad lo que le espera. Retomando el punto anterior al inciso: las pseudociencias reforman el pensamiento para hacer creer a sus usuarios que las cosas son de una forma distinta a la real. Utilizan correlaciones espurias, malinterpretan ensayos clÃnicos, fomentan mala ciencia, echan mano de «amimefuncionismos» (si puede ser de personajes famosos, tanto mejor) y ocultan el no funcionamiento de sus propuestas mediante el truco de «la complementariedad»: la mercadotecnia actual de la charlatanerÃa la llama «holÃstico» o «integrativo», que en no pocas ocasiones termina volviendo a su original «lo alternativo». En este pútrido charco aparecen, en ocasiones, parásitos que aúnan todo lo anterior y deciden que son los creadores (o descubridores) y únicos (o mejores) valedores de una nueva terapia (o milenaria terapia, recuerden) y que han llegado hasta usted para traerle la verdad que «se quiere acallar» de su «método de consulta humanista» (es mala idea llamarlo terapia, por aquello del intrusismo, pero aún hay charlatanes sin la conveniente asesorÃa legal) que conseguirá «sanarle» âporque «curarle» puede traer problemas, mientras que puedes morirte «sanado» perfectamenteâ de cualquier enfermedad por grave que sea. O, aún mejor, enseñarle cómo usted puede ser un acompañante âporque En un estado fÃsico o psÃquico alterado, es más fácil introducir nuevas doctrinas (foto: Riley Kaminer, flickr.com/photos/rwkphotography/) decir terapeuta, recuerden, es peligrosoâ capacitado por apenas unos cuantos cursos y unos miles de euros de nada, para que sea usted mismo quien «sane» a quien le parezca. Y, tal vez, se enfrente usted a la justicia cuando sea usted quien haya causado la muerte de un incauto que acuda a su consulta, probablemente ilegal, dado que usted cursó dichos «estudios» siendo mayor de edad y decidiendo en libertad; y en cualquier caso, seguramente en el curso incluso explicitaron no prometer curar nada, aunque luego sugirieran una y otra vez todo lo contrario. Ejemplos de movimientos con alto riesgo de deriva sectaria son los grupos de reiki, de yoga, de meditación (en su Las pseudociencias reforman el pensamiento para hacer creer a sus usuarios que las cosas son de una forma distinta a la real. el escéptico 30 otoño 2016 sabor clásico o el nuevo mindfulness), de Hoâoponopono, de sanación con cuencos, o la creciente corriente de la preocupación por «el origen emocional de la enfermedad». En varios de ellos es fácil abusar de la inculcación y repetición de mantras, la búsqueda de sentido a frases que carecen de ello, la búsqueda de un estado hipnótico mediante la repetición de esos mantras, del clásico «om» o de la vibración relajante de un cuenco tibetano, aunada a unas exigencias de control de respiración distorsionadas y que dejan al individuo en situaciones fÃsicas anómalas, al igual que la meditación excesiva o mal dirigida puede afectarle mentalmente con «desconexiones involuntarias» de la realidad. En un estado fÃsico anómalo, es más fácil introducir la nueva doctrina. ¿Qué punto separa pseudoterapia y secta pseudoterapéutica? La lÃnea es terriblemente difusa, y normalmente consiste en hacer entrar al seguidor de la pseudoterapia en un cÃrculo de «evangelización», de adquisición del mayor conocimiento posible de la «terapia» (en forma de libros/ vÃdeos/talleres/cursos), de cerrazón a las crÃticas, polarizaciones del estilo de «nosotros tenemos la verdad y ellos están durmiendo o contra nosotros»; por supuesto, separación de quienes aporten dichas crÃticas (aunque sean amigos o familiares) para que no «interfieran» con sus «malas energÃas» en los «procesos de estabilización mental»... Dado que en el número 44 de El Escéptico se trataron en profundidad los casos de la Nueva Medicina Germánica, la Biodescodificación y la Bioneuroemoción, junto con las Constelaciones Familiares, la PNL y las regresiones hipnóticas, solo resaltaré la confianza que la gente deposita en los otoño 2016 profesionales de la salud y en la terminologÃa cientÃfica, y el daño que se está causando a la sociedad en su conjunto cuando dichos profesionales (o supuestos profesionales), con una impunidad total y pasmosa, ante las informadas narices de las autoridades sanitarias, ayuntamientos, colegios profesionales, defensores del pueblo y otras entidades que jamás deberÃan haber permitido estos desmanes, siguen practicando un terrorismo sanitario a la vista de todo el mundo âincluso solicitados por las entidades anteriormente mencionadas y por aclamación popularâ, introduciendo formas de pensar desnortadas, basadas en desvirtuaciones de premisas correctas, como la psicosomática o las propiedades medicinales de las plantas, para terminar inyectando a sus seguidores la doctrina de que las enfermedades están causadas por conflictos emocionales no resueltos y que nuestros familiares son «lo más tóxico que hay». En el caso de otros grupos, como los encabezados por gente como Josep Pà mies, que sin ser siquiera profesional más que de la agricultura y la charlatanerÃa, es tomado como una voz autorizada en el terreno de la salud, sus arengas van en la dirección de que el sistema médico es un gran engaño. En todos los casos, nos recuerdan que la solución a cualquiera de nuestros problemas está al alcance de todos. Tan solo hay que comprar el libro/semillas/plantas/curso que ustedes pueden adquirir en el puesto instalado en el hall del teatro. Quien se muere hoy en dÃa, teniendo tantas soluciones inocuas e infalibles a su alcance, apostillan, es por gilipollas. 31 el escéptico