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Enlace al artículo en html (en nueva ventana): El Cid. Historia, leyenda y mito. Francisco Javier Peña Pérez
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EL CID. HISTORIA, LEYENDA Y MITO Francisco Javier Peña Pérez Editorial Planeta DeAgostini. Pocos personajes, de cuantos habitan las páginas de la Historia de España, han alcanzado la popularidad de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido por el sobrenombre del Cid Campeador. Sus andanzas han sido glosadas, noveladas y fabuladas a través de vehículos tan diferentes como el mester de juglaría, la poesía épica medieval, la novela histórica contemporánea, el cine o el anime. Gracias a ello, no sería aventurado afirmar que cualquier ciudadano de a pie sabría decir, al menos, tres cosas sobre la vida y milagros de este personaje. Sin embargo ¿cuántas de las afirmaciones que se obtendrían serían referencias de acontecimientos históricos y no elementos provenientes de la leyenda? Esta cuestión es el punto de partida de este libro. Su autor, Francisco Javier Peña Pérez lleva a cabo un estudio pormenorizado del Cid Campeador en sus tres dimensiones principales: histórica, legendaria y mítica. Principia el libro haciendo un somero resumen de la importancia del personaje en la historia, tanto medieval como contemporánea, española, dejando caer ya desde ese lugar y momento el hecho de que buena parte de los acontecimientos que explican la fascinación popular por la figura del Cid resultan de difícil justificación fuera de la leyenda. También se hace repaso de los trabajos más importantes dentro de la historiografía cidiana, incidiendo a grandes rasgos en sus virtudes y defectos, sobre todo a la hora de validar la fiabilidad de las fuentes más conocidas. Con esto quedan sentadas las bases de lo que van a ser los tres grandes apartados de la obra. Empezando por la dimensión histórica, Peña Pérez hace un análisis bastante pormenorizado de la vida del Cid, sobre la base de los datos que considera contrastados y objetivos, al tiempo que apunta diversos elementos definitorios del lugar y de la época en que vivió el personaje, en la medida en que son relevantes para el protagonista de la obra. Así, deduce cuál pudo ser la posición social de Rodrigo Díaz y su familia en el seno de la nobleza castellana, profundizando hasta en la anécdota de añadir la coletilla «de Vivar» a su nombre. A renglón seguido, trata las relaciones del caballero con los sucesivos monarcas castellanos bajo cuyas órdenes sirvió durante una parte de su existencia, empezando por Fernando I, siguiendo por Sancho II y terminando el escéptico 74 Portada original (Planeta DeAgostini) con Alfonso VI, siendo especialmente tratados los vínculos con este último, que dieron para caudalosos ríos de tinta, tanto en lo que a estudios históricos se refiere como a obras de ficción. El Cid se presenta como un hombre ciertamente adornado con las dotes del valor, la sagacidad o la visión estratégica, las cuales lo convertirán sin lugar a dudas en el paradigma de guerrero de la época: un habitante de frontera, un caballero que, sin dejar de socorrer a sus sucesivos soberanos a los que estaba vinculado, supo acrecentar su fortuna propia hasta el punto de convertirse, de facto, en su propio señor y soberano de Valencia. Ya en este apartado el autor inicia su labor de desmitificación de ciertos tópicos, como la condición del Campeador como paladín de la cristiandad hispánica frente a los taifas de la España musulmana o su lealtad inquebrantable hacia Alfonso VI. El Cid rara vez perjudicó directamente los intereses del reino castellanoleonés y de su soberano, pero veló, sobre todo a raíz del segundo destierro, por sí y por sus intereses, sin que la religión fuera impedimento para que sus armas sirvieran a soberanos islámicos, lo que, todo hay que decirlo, no era una excepción sino la regla general de aquellos tiempos en los que moros y cristianos combatían y se aliaban entre sí con gran facilidad. En segundo lugar, el autor aborda la perspectiva legendaria, dando repaso a los episodios que fuentes como la Historia Roderici, Las mocedades del Cid o El Cantar de Mío Cid han convertido en parte de la sabiduría popular sobre la persona que, en este punto, alcanza casi la condición de personaje de ficción. Sus virtudes son llevadas hasta el extremo, mediante la multiplicación y exageración de anécdotas y sucedidos en los que se intenta siempre dejar patente la bonhomía del protagonismo. Desde su actitud para con un leproso hasta su inquebrantable lealtad --que le lleva, según sus hagiógrafos, no sólo al destierro, sino también a dar muerte en duelo a su futuro suegro, entre otros acontecimientos-- el Campeador se presenta como un ejemplo para las generaciones posteriores. Es ahí donde el autor empieza a dar explicación a la aparición de episodios puramente legendarios, cuya presencia acaba convertida en parte de la historia del guerrero, a consecuencia de una suerte de consenso tácito. La jura de Santa Gadea o la imagen del Cid como «buen vasallo que no tiene buen señor» entran claramente dentro de este apartado. Por último, se echa mano a la perspectiva mítica, dándose cumplida cuenta del uso de la imagen del Cid como instrumento para la obtención de privilegios o enriquecer la historia de diversas comunidades, empezando por el monasterio de Cardeña, donde sus restos y los de su esposa Jimena reposan y pasando por la ciudad de Burgos y la propia Castilla. Aquí, Rodrigo Díaz es la representación de una serie de virtudes que unos y otros intentan magnificar en su beneficio, bien explotando su religiosidad, bien como ejemplo de valores de corte más laico. Estatua ecuestre de El Cid en Burgos (Archivo) La obra, en resumidas cuentas, es una buena aproximación a la historia de la persona, de la leyenda y del mito, cuyo valor principal es la explicación de los mecanismos que mueven a la creación de pasajes pseudohistóricos dentro de una historia verdadera: motivaciones políticas, religiosas, económicas y literarias se superponen a la figura de un personaje histórico, el Cid Campeador, que pese a ello, el autor reconoce como un elemento excepcional, sin necesidad de adorno alguno. Luis Javier Capote Pérez cada nuevo descubrimiento que aparece reseñado en los distintos medios de comunicación y que contribuye a enriquecer el cada vez más frondoso árbol de la familia a la que pertenece nuestra especie. A este panorama ha contribuido poderosamente la actividad que, desde hace varios años, viene desarrollándose en las excavaciones de Atapuerca. A estas alturas, el nombre de esa serranía burgalesa no necesita presentación. Tampoco los de los responsables de la excavación que se desarrolla en la zona, entre los que se cuenta uno de los autores de este libro, Juan Luis Arsuaga Ferreras. Los resultados de sus actividades han acudido puntualmente a su cita con unos medios de comunicación que siempre están atentos a lo que 75 LA ESPECIE ELEGIDA Juan Luis Arsuaga / Ignacio Martínez Editorial Temas de Hoy. Colección Tanto por saber Uno de los temas científicos más populares y controvertidos, desde el punto de vista social, es el de la evolución humana. La célebre frase "el hombre desciende del mono" es la explicación más básica que se puede dar acerca del asunto por parte de la gente de la calle, lo que implica que, a grandes rasgos, el conocimiento del mismo está bien extendido. Sin embargo, ello no quita para que sigamos recibiendo con particular fascinación el escéptico