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Una nueva era JAVIER ARMENTIA E n el país del que inventen ellos, sentencia nacida de esa amargura de Unamuno, pero utilizada a menudo torticeramente para justificar todo tipo de desmanes y mantener un statu quo en el que la ciencia no es parte de la cultura, sino algo a modo de excrecencia o tumor maligno que podría separar a España del papel de bastión de un Occidente retrógrado, la lucha por la libertad de pensamiento, por la libertad de crítica, por un sentido humanista sin ataduras a dogmas o convenciones ha sido, y sigue siendo, cosa de pocos. El que esos pocos hayan sido, o sean, importantes luces del pensamiento de poco ha ido valiendo. Apostar por la razón, por la discusión no amordazada por las preconcepciones o fes religiosas, lo sabemos, no ha sido precisamente de interés general. Sería prolijo analizar las razones de todo tipo que han permitido que nuestro país haya olvidado esta pata del taburete cultural, la de la cultura científica. Pero ese cúmulo de causas históricas, políticas, religiosas o económicas han conformado el marco en donde actuamos. No nos gusta, evidentemente, y por eso intentamos cambiar algo el mundo. Dejar constancia de nuestra apuesta por el conocimiento científico, de nuestro apoyo a la razón, a lo razonable, supone así una cierta obligación ética. Especialmente cuando, además, en la percepción que la sociedad tiene de la ciencia se mezclan conceptos erróneos, falsedades o creencias sin base alguna que poco a poco han ido no sólo comiendo el escasísimo terreno de que dispone la ciencia, sino formando una especie de mucosidad que cubre todo lo demás. Hace trece años, un conjunto nada homogéneo de personas interesadas en este proceso de acrítica aceptación de lo paranormal -por llamarlo de alguna manera- formó un grupo, Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP), como foro de discusión y denuncia de estas prácticas. En el fondo y en la forma, ARP suponía una apuesta por el avance del conocimiento científico, una convicción de que no hay que tirar la toalla ni dejar que los iluminados campen a sus anchas. En este último año, la labor de ARP se ha visto renovada con nuevas aportaciones, de profesionales y aficionados de muchos campos de la actividad intelectual. Ello ha sido posible gracias a la popularización de esa nueva ágora que supone Internet. Y ha sido capaz de prender una nueva mecha en esta apuesta por la cultura científica: una verdadera explosión que ha traído consigo, a modo de refundación, un nuevo planteamiento de nuestra apuesta. Así, hace bien poco, de ARP ha nacido un nuevo colectivo, ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Estamos convencidos de que no sólo es un cambio de nombre, sino una labor aún más ambiciosa, en la que son bienvenidas todas las manos que quieran trabajar. Igualmente, de lo que nació como un pequeño boletín informativo, y trabajosamente se convirtió en una sencilla publicación de referencia sobre el pensamiento crítico y escéptico, nace ahora EL ESCÉPTICO, una revista que no esconde su militancia, y que por ello se va haciendo completamente necesaria. Esperamos que, en el cambio, todos ganemos algo, sin dejarnos nada ni a nadie en la mudanza. Pero no debemos olvidar que está casi todo por hacer. Y por ello, para ello, necesitamos vuestra ayuda. Sé que, a pesar de estas palabras sin duda demasiado épicas, os animaréis a trabajar con nosotros. Javier Armentia es director del Planetario de Pamplona y presidente de ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. 6 (Junio 1998) el escéptico