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correo del lector Las cartas dirigidas a esta sección deberán tener una extensión máxima de 20 líneas. EL ESCÉPTICO se reserva el derecho a extractar el contenido de las mismas. La irracionalidad cotidiana De un tiempo a esta parte están apareciendo algunas revistas que, bajo la apariencia de divulgación científica, dan publicidad a trabajos al límite de la ciencia ficción y teorías científicas de nula fiabilidad. Si sumamos a esto la aparición en algún diario de artículos científicos inexactos y/o magnificados, el panorama no deja de ser muy desalentador. Cuando escribo esta carta, he recibido los dos primeros números de la revista y no quiero dejar pasar la ocasión de daros mi opinión. EL ESCÉPTICO intenta cubrir un vacío muy extenso, casi demasiado para una sola publicación. Encontramos desde artículos que tratan temas científicos hasta otros que rebaten leyendas y mitos concretos, pasando por los que teorizan sobre el uso de la razón -del razonamiento- y los que satirizan los casos más extremos de incoherencia e incultura. Pero, en mi opinión, queda sin cubrir el mayor hueco, el más extenso: la irracionalidad cotidiana, la falta de hábito de cuestionar toda aquella información que nos llega. Raramente alguien acostumbrado a cuestionar, analizar o cotejar la información que recibe creerá sin más en fenómenos extraños o pseudocientíficos. Este espíritu crítico debe extenderse a toda información que nos llega. No será la primera ni la última vez que leo en un diario algún artículo basado en tablas estadísticas cuyo texto resulta de una interpretación incorrecta de los resultados o, peor aún, encuestas preparadas ad hoc para dar un resultado concreto. La que considero la perla de la información periodística: un diario publica semanalmente un análisis matemático de la aparición de los diferentes números y combinaciones de un sorteo -frecuencia, semanas sin aparecer, lapso medio entre apariciones...- y aconseja una combinación ganadora. Quede como dato curioso que conocí a una persona que, en los años 70, fue condenada por estafa y que usaba un método similar para calcular el número ganador de la lotería y venderlo a otras personas por varias veces su valor. F. XAVIER CASELLES Barcelona. res, una equivocación fatal y básica en la teoría de la relatividad, la jugada inicial en ajedrez que deja ganar a las blancas con seguridad, etcétera, tomando el pelo a sus lectores hasta que un catedrático enfurecido intentó echarle de la Sociedad Matemática Americana. Sin embargo, dicha sociedad le hizo a Gardner miembro vitalicio honoris causa. George Groth, hay que mencionarlo de paso, es uno de los seudónimos de Gardner... HAYO AHLBURG Gardner y El Quijote Martin Gardner es admirable en muchos sentidos y aspectos, sabe muchísimas cosas interesantes y las divulga a sus lectores en todo el mundo. Precisamente por esta razón, cualquier afirmación de Gardner goza de crédito, aunque a primera vista parezca sorprendente y poco probable. Pero Gardner tiene un gran sentido de humor. Como me escribió en una carta del 19 de noviembre de 1982, es miembro de los Baker Street Irregulars. Parte de su juego es pretender que Watson, no Conan Doyle, escribió las aventuras de Sherlock Holmes. En una antología de estudios sobre Holmes auspiciada por este grupo, Gardner quiso elaborar un poco este tema, y de allí salió El Quijote escrito por Sancho Panza y que Dumas no fue el autor de ninguna de sus novelas. Gardner me escribió en su día: En este caso, tengo que pedir perdón por no haberlo mencionado cuando el artículo fue incluido en esta nueva antología [se refiere a La ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso]. Tal vez, a Enrique Fernández le gustaría leer una crítica muy severa -de varias páginas- del libro de Gardner Los porqués de un escriba filósofo, publicada el 8 de diciembre de 1983 en The New York Review por un tal George Groth. Ataca a Gardner, y evidentemente desprecia intensamente al libro y a su autor. Se pregunta cómo se puede tomar en serio al hombre que, por ejemplo, en Scientific American, anunció un mapa que no se puede colorear con cuatro colo- Benidorm. Conciencia alterada Cuando se estudia cualquier tipo de experiencia relacionada con el ser humano, y sobre todo con el campo de la percepción sensorial, debe tenerse en cuenta la posibilidad de que esa percepción se vea influida por causas externas que alteran por sí mismas su realidad. Si se juntan varias de esas influencias, no sólo alteran los resultados, sino que cambia totalmente la capacidad de percepción. Entre esas causas externas, están: el estímulo sensorial monótono, la fijación de la atención y la disminución del campo de la conciencia. Para producir un estado alterado como la hipnosis basta con reunir esos tres condicionantes externos y llevaremos al sujeto a un estado en el que verá, oirá... todo aquello que nosotros queramos hacer que vea, oiga... Pero el motivo de estas líneas es que, cuando se dan esos tres condicionantes externos sin que exista un sujeto inductor de la hipnosis, el sujeto verá u oirá todo aquello que en ese momento le interese. El conocimiento de esta realidad es de indudable aplicación cuando investigamos los llamados fenómenos paranormales. En muchos casos, existe un altísimo riesgo de que se dé esa terrible triada psicológica que altere todos los resultados que un investigador serio se proponga estudiar si no tiene en cuenta tal posibilidad de influencia externa. LUIS MINGORANCE Madrid. el escéptico (Primavera 1999) 65