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circo paranormal
`Ovnipage' o el lamento de las carreras de `letras'
JOSÉ LUIS CALVO BUEY
os colaboradores de Ovni-http://www.geocities .com/Area51/Dimension/3532/ovnipage.html-, web que contiene una serie de artículos dedicados a la ufología, parecen haberse puesto de acuerdo en otra cosa, en repartir zurriagazos a todo lo que huela a disciplinas de letras. Así -sin duda, bajo la inspiración del adagio que aconseja desconfiar de los buenos principios-, Juan Guillermo Prado comienza su artículo titulado "¿Abducidos?" con la siguiente afirmación: "En términos ufológicos, la expresión abducido es un anglicismo que significa secuestrado". Aunque comprendo que los ufólogos no tienen por qué conocer el latín, no hubiera estado de más que Prado consultara la exactitud de su afirmación mediante el uso de un diccionario etimológico. Si se hubiera tomado esa molestia, habría comprobado que abducción es un préstamo del latín -del verbo abducere , que significa llevarse, separar- y que no tiene, por tanto, nada que ver con el idioma de Keats. Por cierto, esta palabra y sus derivados se documentan en castellano ya en el siglo XVIII, mucho antes del nacimiento de la ufología. Repuestos de esta primera demostración de etimología creativa , proseguimos la lectura. Prado realiza la narración del supuesto encuentro de un abducido con un hom-
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bre de negro. "Fue un sorprendente relato, pues aseguró que se entrevistó con éstos en el interior de un regimiento". Pues sí que es sorprendente el relato... Si el encuentro fue con un único MIB, sobra el pronombre plural, salvo que el MIB se desdoblara en el trascurso de la entrevista. Por otra parte, "el interior de un regimiento" se me antoja el lugar más extraño posible para celebrar un encuentro secreto. Después de haber propinado estos pescozones a la gramática y la semántica, Prado asegura: "Salvo que hayan sido alienígenas y hayan arribado del espacio, pero en esa situación deberían haber sido vistos, salvos [sic] que fueran invisibles o vinieran de otra dimensión". Claro está, si son invisibles no pueden ser vistos, como dijo el célebre filólogo El Gallo: "Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible". Lo antedicho sería motivo suficiente para que el llorado Evaristo Acevedo condujera Prado a su Comisaría de Papel o para que Lázaro Carreter le dirigiera uno de sus dardos; pero Prado demuestra que también es capaz de alcanzar las más altas cotas en el campo, por ejemplo, de la veleidad. Un ejemplo: "Estudios realizados fundamentalmente en Estados Unidos indican que los abducidos, en general, son personas jóvenes, sanas y con un coefi-
ciente intelectual superior a la media". En otro párrafo: "... pocos abducidos han tenido suerte. Muchos, tras su traumática experiencia, tienen secuelas mentales como dolores de cabeza, pesadillas, alucinaciones". ¿En qué quedamos, en la burra o en los treinta reales? ¿Los abducidos gozan de una salud modélica o sufren de jaquecas y alucinaciones? Prado también encuentra tiempo para hablar de un personaje famoso, Uri Geller, en palabras del autor, "uno de los más grandes psíquicos de nuestro tiempo". Si le preguntáramos su opinión a James Randi -que ha desenmascarado en varias ocasiones los trucos de ilusionismo que emplea el israelí-, creo que utilizaría otro calificativo distinto a psíquico. "Aburrido de ser acusado de cometer fraudes, se dedicó por medio de sus facultades a buscar oro, diamantes y petróleo para importantes multinacionales mineras, y hoy vive en una lujosa mansión en las cercanías de Londres y posee una fortuna que se calcula en 65 millones de dólares". Por desgracia para Prado, cuando escribió este artículo no pudo conocer la nueva prueba de los poderes de Uri Geller. En un espacio de televisión en Cataluña, este vidente ejemplar osó dar la combinación ganadora del sorteo de la Loto catalana de próxima celebración. El resultado fue
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que los crédulos tiraron el dinero de su apuesta. Dicho sea claramente, no dio ni una, lo que, supongo, no le impidió cobrar por su participación en el programa televisivo ni mermará la fe de sus seguidores. Sin embargo, no es Prado el único que arremete contra las letras. En el artículo titulado "Hipótesis de contacto", José Manuel Prieto afirma lo siguiente: "...y Giordano Bruno, ya en el medievo, fue llevado a la hoguera en Roma un 17 de febrero de 1660, porque él daba por sentado la existencia de innumerables soles, innumerables tierras donde habitaban seres vivos". Prieto está errado. Giordano Bruno no fue llevado a la hoguera en 1660, sino en 1600, y ese año no se considera como integrante del medievo por parte de ningún historiador. Por otra parte, según la sentencia contra Bruno leída en el palacio del Cardenal Madruzzi el 8 de febrero de 1600, las causas para su condena son muy numerosas e incluyen la negación por parte del acusado de que durante la comunión se produjera la transubstanciación o de que María fuera virgen. Así pues, afirmar que Bruno fue quemado por afirmar que existieran infinitos mundos habitados no pasa de ser una simplificación histórica excesiva. ¿Tiquismiquis? Creo que no. En los últimos tiempos se detecta que, junto a los ya habituales errores científicos, los escritos paranormales están plagados de fallos relacionados con las disciplinas humanísticas. Parece que, además de rechazar la ciencia oficial, algunos comienzan a propugnar una cruzada contra la lingüística oficial o la historia oficial. ¡Qué pena!
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¿Cirujanos plásticos tras los rayos en bola?
ohn Abrahamson y James Dinnis, de la Universidad de Canterbury, presentaron, el pasado 3 de febrero en la revista Nature, una nueva teoría para explicar el rayo en bola, un extraño fenómeno luminoso de forma esférica documentado desde la Edad Media y que -esto no lo decían los autores- puede estar detrás de algunos avistamientos de ovnis. Los expertos neozelandeses proponen un modelo según el cual el rayo en bola tendría su origen en particulas incandescentes de silicio lanzadas al aire después de que un rayo alcanza el suelo. "El modelo de los científicos predice -según Nature- que el calentamiento [de esa materia eyectada] por encima de cierta temperatura provocaría un final explosivo de la esfera esponjosa, mientras que con una temperatura menor la bola parecería fundirse y aparagarse". La teoría, que todavía está pendiente de comprobación experimental, explicaría la breve duración de este tipo de fenómenos y por qué son capaces de atravesar paredes, ventanas y hasta aviones. Ejemplo evidente de esto último podrían ser los llamados foo fighters, unas misteriosas bolas de luz que fueron observadas por los cazas aliados sobre Europa durante la Segunda Guerra Mundial. A juicio de Gerald K. Hubler, del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, la hipótesis "unifica bajo un mismo paraguas teórico la gran mayoría de las propiedades del rayo en bola, así que creo que tiene bastantes posibilidades de ser la correcta". Pues, bien, la hipótesis de Abrahamson y Dinnis es ya antigua merced a un preclaro divulgador pseudocientífico español. Bruno Cardeñosa, que así se llama
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¿Tendrá algo que ver Pamela Anderson con los rayos en bola?
este genio de la ufología ibérica, dedicó al descubrimiento de los científicos neozelandeses un asombroso comentario en el programa La Rosa de los Vientos, de Onda Cero, el pasado 10 de febrero. Tras afirmar cosas como que Nature volvía a aproximarse científicamente a los ovnis -no hay ninguna referencia a los ovnis ni en el texto de Abrahamson y Dinnis ni en otro de Hubler, hizo su particular interpretación de la nueva teoría. Así, explicó, ante el entusiasmo del director del programa, Juan Antonio Cebrián, que los rayos en bola son en realidad "esferas de silicona sucias". Impresionante. Me inquieta pensar que alguien tan riguroso como Cardeñosa sea de los que traducen Silicon Valley como Valle de la Silicona. La ignorancia es osada; pero
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