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Mundo Escéptico ¿ES INOCUA LA RELIGIÓN? (II) Sergio López Borgoñoz ¿Puede la religión representar una amenaza al avance del conocimiento? ¿Son incompatibles la ciencia y la religión? T he Newsletter of the New Mexicans for Science and Reason (NMSR) señala en su edición de mayo que creen que los Sandia Labs (www.sandia.gov) son «creationist friendly», lo que podríamos traducir como «están de buen rollo con los creacionistas». Y, efectivamente, eso es lo que parece, puesto que nos relata la serie de conferencias programada en estos laboratorios, involucrados en el desarrollo de tecnologías relacionadas con la seguridad (la de los EE.UU., claro). Entre los conferenciantes figuran geólogos, físicos e incluso biólogos evolutivos que defienden el «diseño inteligente». Muchos de ellos son además YEC (Young Earth's Creationists, Creacionistas de la Tierra Joven) y propugnan la idea de que la edad del Universo (y por ende, la de la Tierra) es inferior a los 10 000 años, haciendo así una interpretación literal de la Biblia. Supongo que la libertad de expresión exige que estas personas puedan sentarse ante un micrófono y exponer sus ideas libremente, pero la verdad es que resulta doloroso admitir que su discurso está calando entre el público y que cada vez son más numerosos sus adeptos. Si bien es evidente que cada uno debe tener derecho a creer en lo que quiera, por absurdo y ridículo que nos pueda parecer a muchos, también es evidente que debe impedirse que se propague una doctrina que pueda dañar al individuo y, especialmente, cuando ello se hace desde una institución financiada con presupuestos públicos. Y el daño no tiene necesariamente que ser físico, sino que puede ser psicológico o incluso cultural. Destaca Brian Alters en su libro La evolución en las aulas sobre la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas públicas estadounidenses frente al Diseño Inteligente «Los profesores pueden transmitir inintencionadamente algunas [...] falsas ideas si no profundizan en la enseñanza de la evolución debido a la presión a la que les someten los propios estudiantes o la comunidad en general. He hablado con profesores de institutos de enseñanza secundaria que se han rendido a tal presión, y a muchos de ellos, a la mayoría, esta circunstancia les avergüenza, el escéptico 22 y por ello no suelen comunicarlo. A menudo, cuando sí lo explican, dicen que escogieron ser profesores para ayudar a los niños a apasionarse por la ciencia, y no para involucrarse, a sí mismos y a sus alumnos, en una guerra cultural». ¿Cómo puede una enseñanza superficial de la evolución gene- (Autor) rar ideas falsas sobre la misma? Primero, los estudiantes pueden notar que la evolución es menospreciada y concluir de ello que el motivo es que la misma no tiene mucho que decir. En segundo lugar, y quizás más importante, muchos estudiantes son conscientes de las cuestiones sociales y políticas que rodean la enseñanza de la evolución y pueden llegar a pensar que la evolución merece poca atención en la escuela porque los argumentos en su contra son fuertes (es decir, que la evolución es una teoría débil). Destaca también en su editorial del 13 de febrero la revista El Temps que «algunas facciones religiosas pretenden hacer caber la ciencia dentro de sus textos sagrados [...] pero también existen radicales que cuestionan la ciencia con argumentos como "O Dios o ciencia" [...] y [está así mismo] la amenaza del "diseño inteligente", que cuestiona la teoría de la evolución y que ahora aterriza en Europa y en el mundo árabe...». Esa misma revista incluye un completo dossier sobre el "diseño inteligente", su llegada a Europa, y su rápida penetración, dados los amplios recursos económicos y políticos con los que cuenta. Cuenta con entrevistas a Francisco Ayala, que destaca la ineficiencia del diseño en el caso de que éste existiera. Precisamente acaba de publicar un libro titulado El regalo de Darwin a la ciencia y a la religión. ¿Y por qué a la religión? «Porque Darwin soluciona problemas biológicos que si hubiera que atribuirlos al creador nos proporcionarían una imagen terrible: cruel, ineficaz, mal ingeniero, etc. y eso sería una blasfemia, pero con la evolución se soluciona ese problema». También se entrevista a Antonio Lazcano, quien llega a afirmar que «existe una ofensiva ideológica de la que debemos defendernos. Y para ello primero debemos reconocer que existe el problema. Segundo, caracterizarlo con cuidado. Y, tercero, apercibirnos de que tanto las derechas como las izquierdas tienen la obligación de mantener una sociedad lo más laica posible». Por otra parte, también el Skeptical Inquirer en su edición de abril de 2007 señala en su editorial la celebración de una conferencia científica en la que se pone de manifiesto la necesidad de que los científicos adopten posiciones más agresivas contra las afirmaciones religiosas no contrastadas y de que dediquen mayores esfuerzos a divulgar la «historia de la creación» propia de la ciencia: aquella sustentada por las pruebas. En ese mismo número también aparecen numerosos ejemplos de este mismo hecho: la publicación de la «declaración en defensa de la ciencia y el laicismo» apoyado por más de 50 prestigiosos científicos (Steven Weinberg, Daniel Dennett, Ann Druyan, Martin Gardner, Baruj Benacerraf...), que incluye datos como que «el 64% de los estadounidenses están abiertos a que se enseñe el «diseño inteligente» en las escuelas, el 42% rechaza la evolución y cree que las actuales formas de vida existen desde el comienzo de los tiempos, el 20% cree que el Sol gira alrededor de la Tierra...». En la misma revista (últimamente se dedica recurrentemente a este tema), en la edición de agosto de 2007, Victor J. Stenger denuncia en un artículo que «los conflictos con la religión (en los EE.UU.) pueden perjudicar a la ciencia en cuanto que si baja su aceptación, recibirá menos recursos públicos. [...] De hecho, la larga mano del creacionismo ya se hace notar en la vida social y política [...] Existen grupos de influyentes extremistas cristianos cuyo objetivo es convertir los EE.UU. en una teocracia cristiana». resultado extraño [...] máxime cuando ha llegado a declarar que "Jesucristo es mi filósofo favorito"...» y «La prohibición de investigar las células madre en los EE.UU. ha provocado un miniéxodo de científicos a Europa, más permisiva en este tema [...] Pero no estamos inmunizados, y tanto en Rusia, como en el Reino Unido, así como en otros países europeos ya se puede ver claramente no solamente el movimiento religioso, sino sus consecuencias en algunos aspectos». ¿Existirá el gen que predispone a las creencias irracionales? Mucha gente parece tener una necesidad de creer. Y de justificar la sensatez de esa creencia. Y no sólo parecen tener creencias irracionales las personas incultas o zafias. Sin embargo, es evidente que no es una característica que comparta toda la humanidad, pues no todas las personas tenemos una necesidad de esa índole que debamos cubrir. Si hubiera una causa física (como alguna vez se ha sugerido) que provoque esta necesidad ¿quiénes pasarán antes por el quirófano?, ¿los que la tienen para extirpársela, o los que no la tenemos para implantárnosla? Y, para poner un final con tétricos puntos suspensivos.... ¿será una operación voluntaria? En Europa, The Economist dedica a este tema la portada y no menos de dieciocho páginas en un amplio informe titulado «Las nuevas guerras de la religión» en su número de noviembre 2007; un buen informe que vale la pena leer y del que sólo extraigo un par de comentarios: «No existen evidencias sólidas de que Bush haya hecho esperar a un embajador por tener que consultar a su pastor, La religión se camufla como un camaleón. (Selina Bütler, Robert Huber, pero dado el gran número de figuras religiosas Andreas Iten, Xenia Jöri, Pascal Kirchhofer, Leila Merkofer y Natalie Stupka. que revolotean por la Casa Blanca, no hubiera Escuela de Arte y Diseño de Lucerna) 2 el escéptico