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Dossier NO INTENTES HACERLO EN CASA Massimo Polidoro A lgunas de las proezas más asombrosas jamás realizadas --o supuestamente realizadas-- por el hombre son las increíbles demostraciones de los faquires y gurús de la India. La palabra faquir a menudo nos trae a la cabeza la imagen de un hindú delgado y mayor tumbándose sobre una cama de clavos, caminando sobre ascuas o llevando a cabo cualquier otro tipo de demostración aparentemente imposible. Viven apartados de los simples mortales y dicen que se necesitan años de práctica y meditación para dominar esas peculiares habilidades. Estas son, precisamente, el tipo de afirmaciones que provocan la curiosidad de gente como yo y mi amigo Luigi Garlaschelli --químico en la Universidad de Pavía (Italia) y conocido experto en fenómenos paranormales relacionados con la religión-- por lo que, hace algunos años, decidimos comprobar algunas de las demostraciones de los faquires. Lo que despertó nuestra curiosidad fue una reunión con el famoso escéptico indio Basava Premanand, nacido en Calcuta (India) en 1930, mago y figura emblemática entre los escépticos de la India. Premanand ha dedicado sus conocimientos y todo su tiempo de trabajo a investigar fenómenos y demostraciones sobrenaturales en su país y a la publicación posterior de los trucos y fraudes descubiertos. El CICAP (Comité Italiano para la Investigación de Fenómenos Paranormales) ha invitado a Premanand en dos ocasiones a que presentara su libro en Italia. Luigi y yo pasamos horas hablando con él sobre los faquires y los gurús indios; es un hombre muy agradable, amable y servicial en todos los aspectos, y tiene un gran sentido del humor, especialmente cuando relata alguno de las extravagantes situaciones en las que se ha visto envuelto. -- ¿Has visto alguna vez un milagro real? --le preguntamos. -- He visto muchos, pero desgraciadamente ninguno era real, eran todo artimañas. -- ¿Qué tipo de artimañas? -- Bueno, hay cuatro maneras de conseguir un «milagro»: por prestidigitación, usando compuestos químicos, medios mecánicos y, por último, haciendo uso de algunos hechos no muy conocidos sobre el cuerpo humano. Hay cuatro maneras de conseguir un «milagro»: por prestidigitación, usando compuestos químicos, medios mecánicos y, por último, haciendo uso de algunos hechos no muy conocidos sobre el cuerpo humano". Premanand continuó describiendo todas las artimañas que ha encontrado y que nosotros posteriormente pusimos en práctica. Le preguntamos cómo llegó a interesarse por tales fenómenos. -- Cuando era un niño --decía Premanand-- creía en los milagros. Me fascinaban las historias sobre poderes mágicos y yoguis. Como yo era hindú, también quería tener esos poderes y salí a la búsqueda de un gurú que estuviera dispuesto a enseñarme, y mi búsqueda me llevo a varios. El primero fue Swami Sivananda Maharaj, a la sazón el único discípulo vivo de Ramakrishna Parmahansa, el gurú que decía haber visto a Dios y habérselo mostrado a sus discípulos. Le pedí que me enseñara a Dios exactamente como Parmahansa se lo había enseñado a él, y me confesó que, en realidad, no lo había visto. Ya en aquel entonces observé un hecho recurrente: aunque los yoguis enseñaban a la gente cómo conseguir una salud perfecta, ellos mismos tenían problemas de salud, como reumatismo, afecciones renales, asma, diabetes, cáncer, etcétera. Pregunté a un gurú sobre esta cuestión y me respondió: «Podría curarme instantáneamente si quisiera, pero estoy pagando voluntariamente por los pecados que cometí en una vida anterior». Era patente que mi actitud no era bienvenida y, habitualmente, cuando empezaba a cuestionar las cosas que veía, siempre me invitaban a abandonar el templo. Premanand, que ha escrito treinta libros en malayalam (el idioma de su región) y cinco en inglés, nos habló también de su próximo objetivo. -- Quiero crear un centro de investigación en la India donde se muestren y expliquen todos los milagros y fenómenos parapsicológicos, y dotarlo de una biblioteca sobre temas religiosos, magia, ciencia... pero esto cuesta dinero y, desgraciadamente, no puedo hacer que aparezca milagrosamente. el escéptico Justo después de conocer a este hombre tan peculiar y motivador, decidimos poner en práctica sus consejos y ver si podíamos convertirnos nosotros mismos en una suerte de discípulos occidentales de Premanand. Aquí tenéis, para vuestro solaz, algunas proezas impresionante con las que podréis parecer una «salamandra humana» o una persona a prueba de fuego. Cualquier demostración que implique manipular fuego tiene un gran impacto, pues todos sabemos el peligro que éste entraña. Sin embargo, si se toman las precauciones necesarias, es posible realizar proezas impresionantes". Premanand nos enseñó estas cosas, y como nosotros mismos somos capaces de hacerlas, pensamos que cualquiera podría realizarlas con una debida preparación y cuidado. No obstante, antes de seguir, recordad que nosotros desaconsejamos por completo emular las demostraciones que aquí se describen, salvo que algún experto en la materia os ayude, y no nos hacemos responsables de las consecuencias que pudiera tener el uso inadecuado de la información contenida en estas páginas. En otras palabras, ¡no intentéis hacerlo en casa! Nuestra única intención es informar. (Archivo). TRAGAFUEGOS En realidad, no tenéis que comeros el fuego, pero podéis meteros una llama en la boca sin quemaros. Necesitáis una antorcha fabricada como hemos indicado antes y un poco de queroseno. Mojad la antorcha en el queroseno y prendedla. De nuevo, tenéis que dejar escurrir el exceso de queroseno antes de hacer la demostración. Inclinad la cabeza hacia atrás, abrid la boca y expulsad aire lentamente: nunca aspiréis el aire. Colocad la antorcha en la boca sin movimientos bruscos pero sin dudar: cerrad la boca al momento. No sentiréis nada y la antorcha se apagará sola, ya que no puede seguir ardiendo sin oxígeno. Tened cuidado y usad solo queroseno, nunca alcohol, gasolina ni otro tipo de disolvente, pues producen llamas mucho más calientes que podrían quemaros. JUGAR CON FUEGO Cualquier demostración que implique manipular fuego tiene un gran impacto en el público profano pues todos sabemos, desde pequeños, el peligro que éste entraña. Sin embargo, si se maneja con cuidado y se toman las precauciones necesarias, es posible realizar proezas que parecen más impresionantes y peligrosas de lo que en realidad son. Es posible, por ejemplo, encender una antorcha y pasarla cerca de la piel sin quemarse. ¿Cómo? Lo primero de todo es preparar la antorcha: buscad un palo de unos 2,5 cm de grosor, enrollad una cuerda en uno de los extremos y sumergid ese extremo en queroseno. Luego, lo dejáis escurrir y prendéis la cuerda con un fósforo o un encendedor. El queroseno produce una llama bastante alargada que despide humo negro y que podéis pasar bajo el antebrazo sin quemaros la piel, aunque seguramente os chamuscaréis el vello. Mantened la llama siempre en movimiento y nunca la paréis cerca de la piel. Podéis empezar pasándola por el codo, hasta terminar en la mano. el escéptico (Archivo). COMEDOR DE ALCANFOR Premanand también nos enseñó cómo mantener un trozo de alcanfor ardiendo en la boca (las típicas bolas para polillas que se ponen en los armarios) o pasarlo de una mano a otra sin hacerse daño. -- En 1977 --decía Premanand-- un actor de Kerala publicó un artículo en el que me desafiaba a prender alcanfor en la mano y luego saludar con ella al ídolo del templo. Decía que su gurú, Swami Satyananda Saraswathi (presidente internacional de Vishwa Hindu Parishad1), prendía el alcanfor en su mano y saludaba con ella al ídolo de Shri Rama de su templo, y aquello se consideró un milagro. Le respondí que ese truco lo podían hacer niños de cinco años y que, al final, si querían, hasta podían comerse el fuego. Si de verdad ese santón tiene poderes sobrenaturales, que se ponga el alcanfor ardiendo sobre la barba y salude al ídolo sin quemársela. El santón no acepto el desafío. continuación, apartaba la escoria superficial de una cuba de metal fundido y luego sumergía las manos en ella. Me contó que yo mismo podía hacer un truco parecido, así que una tarde en el garaje de mi casa me armé de valor y calenté una vara de cobre de soldadura con el soplete y cuando estaba candente, la toqué con la lengua. Cuando me la estaba acercando, notaba un calor tan intenso en la cara que era casi insoportable. Salí corriendo para mirarme la lengua en el espejo del baño. Estaba intacta y no se había inmovilizado desde ese momento. No había rastro de quemaduras y yo estaba eufórico. Mi madre nunca lo supo. Para esta demostración se necesita una bola grande de alcanfor (puro, no sintético2) y una caja de cerillas. Coged el alcanfor con los dedos pulgar e índice y prendedlo. Podéis mantenerlo ardiendo sobre la mano todo el tiempo que queráis, siempre y cuando lo cambiéis de posición moviéndolo por la palma al tiempo que saludáis. Cuando notéis la palma caliente, pasadlo a la otra y seguid moviéndolo. Después, cuando ambas manos (Archivo). hayan absorbido bastante calor y puedan quemarse, co- Después de las largas conversaciones que mantuvimos locaos el alcanfor ardiendo en la lengua. Cuando notéis con Premanand sobre los misterios de Oriente --que ya que la lengua se calienta, expulsad el aire para sacar el nunca más serían misterios-- nos hizo una confesión: fuego o cerrad la boca, y el fuego se apagará solo. -- Mirad, os dije que tenía un deseo, que era crear un centro de investigación en la India para investigar los CHUPADORES DE BARRAS fenómenos parapsicológicos, pero la verdad es que CANDENTES tengo otro más. -- Mientras hablaba con funcionarios de la Consejería de Educación de Delhi --decía Premanand-- uno de ellos, del distrito de Gharwal, me contó que había visto a un oráculo, poseído por un Dios, chupar un atizador al rojo vivo hasta que se enfrió. Y se preguntaba cómo una persona podía chupar una barra de hierro candente a menos que tuviera poderes sobrenaturales. En aquella ocasión, no necesitaba esperar a que Premanand nos revelara la solución a ese misterio. En la época en que trabajé para James Randi y viví en Florida (EEUU), éste me contó una historia muy interesante: -- Cuando era joven, trabajaba los sábados en una fundición de aluminio en Canadá. Fue un placer poder hablar con algunos de los veteranos del lugar, y uno de los tipos me dejaba atónito cuando se lavaba las manos y, a -- ¿Cuál es? --le preguntamos. -- Pues, la verdad es que no me gustaría morirme sin presenciar un milagro de verdad. Me parece que somos muchos los que compartimos este deseo... NOTAS 1. Nota de redacción: Vishwa Hindu Parishad (http://www. vhp.org) es una sociedad religiosa hindú, creada en la India, con sedes en varios países. 2 Nota de redacción: El alcanfor que hoy se vende en las droguerías no es auténtico alcanfor y no hemos logrado hacerlo funcionar. No hemos encontrado alcanfor auténtico en ningún sitio. el escéptico