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Sobre El código de la Biblia SHLOMO STERNBERG E n El código de la Biblia, Michael Drosnin explota una broma perpetrada por dos israelíes, E. Rips y D. Witztum, según la cual existen mensajes sobre el futuro encriptados en el texto hebreo de la Biblia, códigos que sólo pueden ser descifrados mediante un ordenador. Es fácil dar una explicación concisa de por qué ésto es una broma, y eso haré. Primero, la decodificación de los mensajes ocultos depende de la exactitud letra por letra de la versión electrónica actual de la Biblia como si fuera la versión original en hebreo. Esto simplemente no es cierto. No es una cuestión de creencia, sino un hecho. Los judíos ortodoxos, por ejemplo, tienen una alta consideración por el Talmud. Pero cualquier estudiante serio del Talmud sabe que hay muchas citas de la Biblia hebrea que muestran un texto diferente del que tenemos. En los Cinco Libros de Moisés, aparecen unas cien discrepancias. Uno de los textos completos de la Biblia más antiguos, el códice de Leningrado (del 1009), también disponible en formato electrónico, difiere de la versión Koren empleada por Rips y Witztum en 41 sitios sólo en el Deuteronomio. En realidad, la ortografía de la Biblia hebrea no se fue uniforme hasta el siglo XVI con la llegada de una versión impresa que proporcionó un texto idéntico en distintas ubicaciones geográficas. Segundo, mensajes ocultos similares a los de Drosnin, Rips y Witztum pueden producirse a partir de cualquier texto lo suficientemente largo, y de hecho ya han sido generados. Estos dos argumentos se aplican igualmente bien tanto al libro de Drosnin como al artículo de Statistical Science, obviamente resultado de una revisión incompetente y una política editorial pobre. Por tanto, no hay motivo para hacer una distinción entre ambos, como la que hace la señora Jackson en el artículo que acompaña a éste. ¿Qué tiene que ver éste sórdido asunto con las Matemáticas? Nada, podría parecer. Y, entonces, ¿por qué se publican estas críticas del libro de Drosnin en The Notices of the AMS? Una posible razón sería que Rips es profesor de Matemáticas en la Universidad Hebrea. ¿Y qué? No es un crimen perpetrar una broma, al menos de acuerdo con la ley americana, con nuestro mercado libre de productos e ideas. ¡Más bien, lo contrario! Pero, incluso si fuera un crimen, ¿por qué debería interesar a la AMS? Por ejemplo, el acusado de ser el Unabomber tiene un doctorado en Matemáticas. No he visto una campaña montada en estas páginas para un fondo a favor de su defensa para librarnos de la vergüenza de tener a uno de nuestros doctores condenado por asesinato. Una segunda razón es que tres prominentes matemáticos -D. Kazhdan, I. Pyatetski-Schapiro, y R. Aumann- son citados en el libro como autoridades que creen en esos códigos. Aunque esas afirmaciones sean ciertas, otra vez, ¿qué pasa? Si no es un crimen perpetrar una broma, tampoco lo es creérsela o promulgarla. Creo que puedo dar con la razón observando el hecho de que ningún académico con credenciales remotamente comparables en otro campo que no sean las Matemáticas ha apoyado la existencia de dichos códigos. Ningún lingüista, estudioso de la Biblia, informático o estadístico. La impresión que transmite el libro, reforzada por una masiva campaña publicitaria a escala mundial, es que es responsabilidad de los matemáticos juzgar la veracidad de las afirmaciones hechas por los bromistas, usando sus matemáticas. ¿Drosnin y sus publicistas son los responsables de la monstruosa idea de que las Matemáticas están de alguna forma involucradas en este pueril sinsentido? La respuesta, ¡ay!, es no. Años antes, Witztum publicó un libro (en hebreo) explicando los códigos. La introducción fue escrita por cuatro distinguidos matemáticos: J. Bernstein, H. Furstenberg, D. Kazhdan e I. PyatetskiSchapiro. Es cierto que las alabanzas dadas por tan eminentes personajes eran bastante limitadas: Esto es material de investigación serio, digno de una investigación más a fondo, etcétera. Pero el mero hecho de que ellos cerraran filas para formar un comité integrado sólo por matemáticos y escribieran la introducciónha dado lugar a la creencia ampliamente extendida de que este proyecto está apoyado por matemáticos. Con ello no sólo se han cubierto de vergüenza, sino que además han ensuciado las Matemáticas. Shlomo Sternberg es profesor de Matemáticas de la Universidad de Harvard. Versión española de Borja Marcos. Los artículos de Allyn Jackson y Shlomo Sternberg fueron publicados originalmente por la Sociedad Matemática Americana en The Journal of the AMS, y se reproducen con autorización. 40 (Junio 1998) el escéptico