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Ambigüedad y cinismo FERNANDO PEREGRÍN L a reciente visita del papa Juan Pablo II a Turín, sus declaraciones sobre la autenticidad de la sábana santa, parece abrir un proceso que recuerda a tantos otros protagonizados por la ceguera de la Iglesia de Roma ante las evidencias de la razón y la ciencia. Como en el caso de Galileo, sólo que esta vez incruentamente y sin reo, es muy posible que dentro de 300 años más o menos, que al parecer es el tiempo que necesita la jerarquía católica para aceptar la validez de las más irrefutables pruebas, se cree una comisión vaticana para el estudio del verdadero origen del lienzo de Turín, y que concluya con ambigüedad y ciertas dosis de cinismo que donde dije digo, quise decir Diego. El primer paso lo ha dado ya el propio Karol Wojtila al hablar de la imagen de la síndone como de una huella del cuerpo martirizado del Crucificado, asegurando a la vez que la sábana Santa no es materia de fe. Hasta aquí, una anécdota más sobre reliquias, apariciones y milagros. Pero lo que realmente asombra y desconcierta es que, en su homilia turinesa, la máxima autoridad de los católicos exhortase a los científicos a actuar con libertad interior y celoso respeto tanto de la metodología científica como de la sensibilidad del creyente. Pues nos es difícil imaginar a alguien tan obtuso que no se dé cuenta de que el método científico es, por muy sensibles que sean los hombres y mujeres que lo ponen en práctica, incompatible por principio con la credulidad ciega en cuentos y leyendas, en hechos sin pruebas y en teorías sin fundamento y sin contrastar con la realidad experimental. Y, desde luego, lo que Archivo ARP es difícil de negar es que la ciencia respeta, porque la necesita y le rinde sus mejores frutos, la libertad interior de los que la practican; muy al contrario que la Iglesia Católica, cuya historia pasada y presente se caracteriza por su poco, diríamos que nulo, respeto a la libertad interior de sus miembros. las imágenes de la sábana santa no se formaron por contacto [Benítez, 1978]. Jackson y Jumper participaron en 1977, un año antes de hacer públicas sus extraordinarias revelaciones, en la fundación del STURP,3 que en octubre de 1978 envió un equipo de técnicos a Turín para participar en el segundo Congreso Internacional de Sindonología y estudiar la reliquia. El ambiente de las jornadas fue tan devoto que hasta mereció las críticas de Andreas Faber-Kaiser, entonces director de Mundo Desconocido. Poco laico y mucho religioso -escribió el periodista- para un congreso científico neutral, en el que se dieron enfáticos arrebatos de afirmación de la fe religiosa a ultranza, protagonizados sobre todo por Sebastiano Rodante y Raimondo Sorgia, quien llegó a afirmar textualmente que «el examen por medio del carbono 14 es útil, sí, pero no permitamos que la ciencia experimental destruya un dogma universal» [Faber-Kaiser, 1978]. Las palabras de Sorgia reflejan perfectamente lo que Jackson y Jumper habían hecho con el VP-8: adaptar los datos a la teoría. Los expertos del STURP construyeron un bajorrelieve a tamaño real del hombre de la sábana tras averiguar las posibles correlaciones entre densidades de gris y distancias entre la tela y el cuerpo. Recurrieron a un voluntario escogido por su parecido con la imagen del sudario. La persona fue envuelta en una sábana y, mediante procedimientos ópticos delicados, midieron las distancias entre el cuerpo y la tela. Se incorporaron estas medidas a la memoria del analizador encargado de traducir las variaciones de densidad coloreada de la imagen del sudario. El primer resultado obtenido fue el de una imagen humana en tres dimensiones distorsionada en varios lugares. Las instrucciones dadas al ordenador fueron modificadas por tanteo hasta que se obtuvo una imagen exenta de distorsiones inadmisibles [Rouzé, 1983]. Es decir, Jackson y Jumper modificaron los datos para evitar que el resultado fuera una imagen grotesca y obtener la representación tridimensional ideal que tenían en mente desde el principio. La sangre, las monedas y los diarios de Hitler No adaptar los datos experimentales a lo que esperaban los miembros del STURP costó a Walter McCrone, probablemente el microanalista forense más competente del mundo, su expulsión del grupo. Y es que, 3 El STURP es una organización con fuerte contenido religioso, como lo demuestra el hecho de que, de sus 40 miembros fundadores, 39 eran creyentes convencidos de que la tela de Turín era el auténtico sudario de Jesucristo. 66 (Junio 1998) el escéptico