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La teoría sinergética debería dejar claro de que manera usa este concepto, ya que es uno de los pilares de la disciplina, pero no es así. Como dice el autor: Con la aparición y desarrollo de la sinergética no se ha desarrollado una clarificación completa de en qué consiste eso que "emerge" del conjunto de las partes; antes bien, ha ocurrido que ha habido, entre los especialistas, una especie de autolimitación en este asunto, por no enfrascarse en problemas que no estén de entrada bien definidos matemáticamente en el contexto de su especialidad. Personalmente no sé hasta que punto será posible definir científicamente el problema de la emergencia. Es posible que la manera de iluminar estos problemas sea más filosófica que científica. De momento, si quieren profundizar en el tema y descubrir el estado actual de las cosas y los problemas existentes, este libro les ofrece una panorámica muy completa y recomendable. Juan Pablo Fuentes La Biblia ante la Biblia, Tomo II. MiltonAsh Visionnet, 2006. 610 páginas. ma suele ser poco tratado en libros de física, limitándose a echar mano de las probabilidades, sin ofrecer teoría explicativa alguna. Otro gran problema lo presentan los sistemas autoorganizativos, como la propia vida. A esta y otras cuestiones intenta dar respuesta el libro. Comienza con una breve introducción donde expresa sus coordenadas filosóficas, seguida de una explicación de qué debemos entender por sistema y fenómeno macroscópico y una breve presentación de la teoría del caos. La parte del león es el capítulo tercero, dedicado en exclusiva a la sinergética, que puede definirse como una ciencia interdisciplinaria para explicar la formación y auto-organización de patrones y estructuras en sistemas abiertos y lejos del equilibrio termodinámico. Pero tras analizar sus postulados e ilustrarlos con diferentes ejemplos, en los capítulos siguientes se establecen las limitaciones y problemas de este enfoque. El meollo del asunto está en el concepto de emergencia. Parece claro que en muchos sistemas hay propiedades que emergen y que parecen independientes del sustrato que las genera. La propia ciencia, en principio, tendría que poder reducirse a la física fundamental, pero no es así. Tenemos física, química, biología y psicología. Y aunque sabemos que las propiedades químicas de un elemento vienen dadas por la mecánica cuántica, a un químico no le hace falta saber cómo funciona esta. Pero la existencia palmaria de la emergencia no implica que se entienda el mecanismo que la genera o que tengamos una clasificación clara del fenómeno. En algunos casos puede señalarse dónde está la transición entre los dos niveles, pero en otros no tenemos una explicación mano. En estas mismas páginas de El Escéptico comentamos en su día el primer tomo de esta obra, dedicada a desmenuzar la Biblia en busca de contradicciones, errores y fragmentos de crueldad manifiesta. Es encomiable la paciencia del autor y lo detallado de su disección. 75 el escéptico En este segundo tomo se analiza el Pentateuco, los libros históricos y Lírica (Salmos, Cantar de los cantares y Lamentaciones). Se nota que el autor tiene experiencia porque la prosa mejora, está mejor organizado en índices y notas y tiene mayor profundidad en sus juicios. No deja de ser sorprendente la cantidad de contradicciones que se encuentran entre las propias partes de la Biblia. Ya lo dije en la otra reseña, pero lo repito; al autor no le hace falta traer otros libros o autoridades para poner en evidencia los múltiples fallos que se encuentran en un libro tan sagrado. Capítulo aparte merecen algunas de las descripciones, que muestran una crueldad que hoy en día nos resulta chocante. Siempre se dice que el Dios del Antiguo Testamento es un dios colérico, pero hasta que no lees el texto no te das cuenta hasta qué punto es así. La furia de Yahvé se enciende por cuestiones nimias y hay masacres de pueblos enteros simplemente porque no le caen bien. Un libro de estas características es imposible de resumir, pero su riqueza está en los fragmentos, así que reproduzco algunos escogidos para que se hagan una idea. ¿Cuál es la pena por no adjetivar correctamente a Dios? El exterminio: I Re 20, 28-30: La ira de Yahvé: por haber dicho los árameos que él era un Dios de las montañas y no un Dios de la llanura "he entregado toda esta gran muchedumbre en tus manos, y así sabréis que yo soy Yahvé... Los israelitas derrotaron a los árameos, cien mil hombres de infantería en un solo día.... pero la muralla se desplumó sobre los veintisiete mil supervivientes...". Mejor no meterse con los profetas, que gastan malas pulgas: II Re 2, 23-24: "Luego Elíseo subió de allí a Betel y, se gún subía por el camino, unos cuantos chicuelos salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: `Sube, calvo; sube, calvo' Él se dio la vuelta, se les quedó mirando y los maldijo en el nombre de Yahvé. Dos osos salieron entonces del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de aquellos chicuelos". Poner la otra mejilla es muy posterior a lo que se narra a continuación, dedicado a los enemigos del pueblo elegido: Salm 109, 6-15,29: "«¡Suscita a un malvado contra él, que un fiscal se ponga a su diestra; que en el juicio resulte culpable, su oración considerada pecado! ¡Que sus días sean pocos, que otro ocupe su cargo; queden huérfanos sus hijos, quede viuda su mujer! ¡Que sus hijos vaguen mendigando, sean expulsados de sus ruinas; que el acreedor se quede con sus bienes y saqueen sus ganancias los extraños! ¡Nunca nadie le muestre amor, nadie se apiade de sus huérfanos, sea exterminada su posteridad, acabe su apellido en sus hijos! ¡Sea recordada la culpa de sus padres, nunca se borre el pecado de su madre; estén constantemente ante Yahvé, y él cercene de la tierra su memoria!»... ¡Se vistan de ignominia los que me acusan, envueltos en su vergüenza, como en un manto!". La destrucción de Jerusalén está provocada, según Lamentaciones, por el propio Yahvé. ¿Qué le hace a su pueblo? Lo siguiente: "Vagaban por las calles como ciegos, todos manchados de sangre, sin que nadie pudiera tocar sus vestidos": Lm 4, 14 "... mientras niños y lactantes desfallecen en las plazas de la ciudad. Preguntan a sus madres: «¿Dónde hay pan?», mientras caen desfallecidos, como heridos, en las plazas de la ciudad, mientras exhalan el espíritu en el regazo de sus madres": Lm 2, 11-12; 2, 20-21 Los ejemplos son muchos. Si quieren un excelente extracto del peor lado de la Biblia, no pueden perderse este libro. Juan Pablo Fuentes el escéptico 76