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como la homeopatía no tienen detrás nada que las avale; si después de informados deciden seguir creyendo, muy bien, pero que no elijan por ignorancia. La religión tampoco sale muy bien parada. ¿Tenemos razones para creer en algún tipo de Dios? Pocas: "Tenemos calificativos para las personas que tienen muchas creencias para las que no hay justificación racional. Cuando sus creencias son extremadamente comunes, las llamamos «religiosas»; de no ser el caso, es probable que se las llame «locas», «psicóticas» o «ilusas». [...] Y, sin embargo, es un mero accidente histórico que se considere normal en nuestra sociedad creer que el Creador del universo puede escuchar nuestros pensamientos, mientras que se considera prueba de enfermedad mental creer que él se comunica contigo haciendo que la lluvia repiquetee en código Morse contra la ventana de tu dormitorio." Pero, y esto es importante, hay una explicación psicológica. A las personas nos gusta pensar que nuestra vida tiene un sentido, una finalidad. Sea esta de tipo religioso o no: "La epistemología no es el punto fuerte de Lerner, pero la psicología sí. Basándose en su experiencia como psicoterapeuta en el Institute for Labor and Mental Health (ILMH), Lerner ofrece un número extraordinario de ideas penetrantes sobre las experiencias cotidianas de la gente bajo el capitalismo contemporáneo y las variadas conceptualizaciones que construyen a partir de esas experiencias. «Mucha gente», observa Lerner, ha tenido la sensación de una profunda carencia en sus vidas y ha comprobado que las recompensas que da el mercado no satisfacen su hambre de poseer algún marco de sentido y finalidad en ellas. [...] Algo muy importante falta en el mundo en el que vivimos [...] algo más profundo que la justicia social (aunque también necesitamos de ésta). [...] Esa hambre de sentido y finalidad es tan fuerte y fundamental para la vida humana como el hambre de alimento y de placer sexual." Algunas personas encuentran este sentido en la fe, otras, simplemente, en su trabajo o vida personal. El autor también cree que el aumento del populismo de derechas es una respuesta al paternalismo de los liberales de clase media-alta (teniendo en cuenta que la situación en Estados Unidos es muy diferente que en Europa, empezando porque lo que allí entienden por izquierda aquí se le llamaría centro derecha). El propio autor cae en el mismo paternalismo cuando afirma más adelante lo siguiente: "En primer lugar, es fundamental distinguir entre las ideas y las personas que las sostienen. Las personas que sostienen falsas ideas no son necesariamente estúpidas. [...] Pero las personas que sostienen falsas creencias no son necesariamente estúpidas ni irracionales." No son estúpidas, simplemente están equivocadas. Y puede parecer pretencioso señalarles su error, pero es mejor que no hacerlo. Es nuestro deber denunciar las estafas intelectuales, informar sobre los peligros de las pseudociencias, y defender la razón frente a la irracionalidad, venga ésta de la religión o de la ignorancia. Este es un gran libro sobre esta lucha, que todo escéptico debería leer y -ojaláaquellos que todavía están equivocados. Juan P. Fuentes el escéptico 76 primavera-verano 2013