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a nivel global, llamado "precio equilibrado o de referencia", organiza entonces los intercambios, en los cuales cada uno aporta lo que ofrece y se lleva lo que demanda a esos precios. Así se elimina claramente la posibilidad de intercambios mutuamente ventajosos, y sin coste alguno pues la entidad central se ocupa de ello. El colmo es cuando los prejuicios triunfan sobre la razón y se presenta este modelo, denominado de "concurrencia perfecta", como el mercado ideal. Solo los iniciados que pueden descifrar sus fórmulas matemáticas saben que se trata de un sistema ultracentralizado, que no tiene nada que ver con la idea de mercado que se suele tener. Para los demás, los manuales y las obras de mayor o menor difusión, este modelo se presenta de manera lo bastante confusa para hacer creer que está "matemáticamente demostrado" que la concurrencia es perfecta porque permite una "asignación óptima de los recursos". Es tal la fuerza de las creencias, de los prejuicios, que esto se acerca mucho a la estafa intelectual, sea más o menos inconsciente. Sin embargo una buena parte de la teoría económica formalizada se construye alrededor de este modelo y se presenta como la descripción del mercado por excelencia. Otro ejemplo de aberración, y muy de moda en estos tiempos, son los modelos con "agentes representativos". En ellos la producción, el consumo, la inversión, el empleo y otros factores de la economía de un país se presentan como resultados de una elección individual, tipo Robinson Crusoe, que concretamente debe decidir cuánto se produce, consume e invierte en un periodo de tiempo. Estas elecciones se compararán con lo que ocurre en un país determinado (Francia, por ejemplo) en lo que se refiere al PIB, el consumo, la inversión, tasas de paro, nivel de precios, en un espacio de tiempo similar. El "truco" consiste en dar a los parámetros que caracterizan al individuo ficticio (parámetros que se supone representan sus preferencias y las técnicas de las que dispone) valores tales que sus elecciones se asemejen lo más posible a las evoluciones observadas en ese país. Luego se dirá si se ha conseguido "simular", si no explicar, lo que sucedió en ese país, como si este se comportase como un único individuo enfrentado de hecho a decisiones de orden puramente técnico, que son por otra parte técnicas matemáticas de control óptimo utilizadas para caracterizar esas decisiones. El "Premio Nobel" que se han inventado los economistas se les ha concedido a varios de ellos por su "contribución" a este sinsentido. Esto es un puro delirio, pero como se presenta adornado con complicadas formulaciones matemáticas pocos son los que se dan cuenta. Entre ellos los hay que han construido su carrera sobre este disparate, y prefieren permanecer discretamente en segundo plano, ¡nadie quiere tirar piedras contra su tejado! Por eso esta farsa, desgraciadamente, ha durado tanto tiempo y corremos el peligro de que dure más aún. Estudiantes lúcidos cuestionan el sistema. Cuando algún estudiante que posee algo de lucidez y una buena formación matemática, les señala a los docentes lo absurdo de sus modelos, recibe como respuesta el silencio, el desprecio o la amonestación: "¡o se hace eso o no se hace nada!". Como reacción a tal actitud, incompatible con el método científico, esos alumnos han creado una asociación, el "Movimiento de estudiantes para la reforma de la enseñanza de la economía". el escéptico 36 primavera-verano 2013