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Stephen Jay Gould (reconocido científico evolucionista y gran divulgador científico, muerto hace ya dos años) y los neoconservadores estadounidenses debe leer sin falta este libro. Y para concluir, un párrafo que nos aporta el autor, procedente de un conocido neoconservador norteamericano: "Hay distintas clases de verdad para los diferentes tipos de personas. Hay verdades apropiadas para los niños; verdades que son adecuadas para los estudiantes; verdades apropiadas para personas mayores y con estudios; y verdades que son apropiadas para mayores muy bien formados, y la idea de que debería haber un conjunto de verdades al alcance de todos es una falacia democrática. No funciona". ¿La verdad nos hará libres? Eduardo Culla Segura EL ECOLOGISTA ESCÉPTICO Bjorn Lomborg Editorial Espasa Calpe. Barcelona, 2003 Environmentalist (El Ecologista Escéptico, ahora traducido al español), escrito por un danés, profesor de estadística, llamado Bjørn Lomborg. La tesis de Lomborg es que la información que se ha venido presentando en los últimos años sobre la existencia de un cambio climático originado por la acción humana, que tendría en el futuro consecuencias devastadoras si no se toman medidas inmediatas, es incorrecta. Con ello, políticas como las que se derivan del protocolo de Kyoto son gastos innecesarios: sería mejor invertir ese dinero en el desarrollo de los países del tercer mundo, porque de hecho la situación mundial está realmente mejorando. Para Lomborg, las asociaciones ecologistas, muchos científicos y los medios de comunicación han conseguido crear un fantasma que realmente no existe. Así, ni los bosques están desapareciendo, ni las especies se extinguen como se dice, y si hay un cambio climático, no merece la pena atacarlo, porque servirá para mejorar las condiciones de vida de mucha gente en el mundo. En Dinamarca, el libro fue un éxito nada más publicarse, y la versión inglesa --publicada en 2002-- arrasó en las librerías en Gran Bretaña y en los Estados Unidos. Rápidamente, los medios de comunicación recogieron el escepticismo de Lomborg, especialmente la prensa económica y también especialmente los medios estadounidenses. Al fin y al cabo, la política de los EEUU contraria a suscribir el protocolo de Kyoto recibía un espaldarazo con estas tesis, y por otro lado, el mundo económico siempre ha visto que frente a sus planes de expansión dentro de la globalización siempre han sido los grupos de defensa ambiental los que más daño han hecho a su imagen pública. Sin embargo, la comunidad científica no se entusiasmó. Desde el principio, las críticas pusieron de manifiesto que la selección de datos y de citas de Lomborg era muy sesgada. De los posibles indicadores estadísticos, sólo elegía aquellos que eran favorables a su tesis. Los expertos en investigación ambiental y ecólogos llevan mucho tiempo intentando establecer qué variables son las adecuadas para indicar el estado de nuestro planeta. A lo largo de varios decenios, instituciones como el WorldWatch Institute plasman estos indicadores a modo de "termómetro" global. En las revistas científicas, que cuentan con sistemas de arbitraje y revisión, las investigaciones no apoyan en absoluto las tesis optimistas de Lomborg. Por otro lado, hay que reconocer que el danés tampoco es el primer eco-escéptico, debiendo mucho su posición a otros que antes lo intentaron, de los cuales el más famoso fue Julian Simon, economista estadounidense que popu- larizó en El último recurso (Ed. Dossat, 1996) tesis similares que hablan de progreso en vez de amenazas. Lo cierto es que Lomborg no es un experto en el tema, aunque la publicación del libro le ha llevado a la dirección de un Instituto de Asesoría Ambiental muy importante en su país. Los datos sobre deforestación, extinciones, estado de los océanos y crecimiento de la población humana se adecuan más a las visiones claramente pesimistas que mantienen las publicaciones científicas que al optimismo de las grandes empresas y de los economistas de la globalización. El daño que las opiniones ecoescépticas pueden tener a la hora de tomar decisiones y regulaciones a tiempo es importante: no olvidemos que aún se está lejos de obtener un consenso sobre protocolos aprobados hace varios años como el de Kyoto, y este tipo de publicaciones no hace sino echar más leña al fuego. En revistas de comunicación científica como Scientific American (publicada en España como Investigación y Ciencia) expertos ambientales de primer orden expresaron sus críticas a Lomborg, quien a su vez criticó a sus críticos, disparando una larga polémica que finalmente llegó al Comité de Fraudes Científicos de la Agencia Danesa de la Ciencia, a partir de varias denuncias de científicos daneses. El pasado 7 de enero, tras revisar las razones de unos y otros, el comité concluía: "hablando objetivamente, consideramos que la publicación del trabajo en consideración cae dentro del concepto de fraude científico". Considerando el trabajo de Lomborg contrario a los estánda- res de la buena práctica científica, sin embargo, no pensaban que ello fuera muestra de negligencia por parte de Lomborg. La resolución ha generado una nueva polémica en Dinamarca, en la que se mezclan ya directamente las adscripciones políticas: Lomborg y sus defensores, aliados con los conservadores, consideran que ha sido la izquierda la que ha instigado este ataque contra quien pone en duda sus postulados. El libro, cuya lectura resulta apabullante, con profusión de datos, citas y notas a pie de página, tiene además un lenguaje fluido y sugerente: cuando uno lee las argumentaciones de Lomborg se ve casi obligado a creer que ciertamente, nos están engañando por completo con esa --como él la denomina-- "letanía" de los ecologistas: que la Tierra está enferma, cada vez más contaminación, especies y bosques desapareciendo a un ritmo cada vez más acelerado, y el calenta¿ESCEPTICISMO O GUERRA miento que ya está produciendo AMBIENTAL? daños globales, como la desapariA finales de 2001 se publicaba un ción del coral o el futuro deshielo libro titulado The Skeptical de los polos... el escéptico 74 Sin embargo, y aunque sea difícil mantener el debate fuera de las opiniones políticas, lo cierto es que si los datos utilizados están sesgados, si se mezclan los conceptos o se realizan ataques personales, uno debería sospechar, ser Es cierto, sin embargo, siendo muy escéptico, de este nuevo eco- como es una actividad humana, y escepticismo. más por tener la importante incidencia socioeconómica que tienen MANIPULACIONES PSEU- estos temas, la ecología ha sufrido, DOECOLOGISTAS y sufrirá, el abuso de sectores que ¿Hay realmente un debate científi- intentan manipularla desde las ideco en torno al estado de nuestro ologías. Posiblemente el más flaco planeta? La respuesta es: rotunda- favor se lo han hecho, precisamenmente sí. Siempre lo ha habido, y te, quienes más dicen defender un en ciencia es además necesario ecologismo pero que utilizan la que las diferentes opiniones y manipulación o la falsedad en sus modelos se sustenten utilizando campañas. Recordemos cómo datos adecuados, comprobables y hace un par de meses un grupo repetibles por cualquier investigador. De hecho, a menudo se ha ecologista español lanzó a los acusado a los científicos (como medios de comunicación una falsa clase) de ser muy lentos dando noticia, presuntamente publicada explicaciones a los problemas que en una revista científica internaalcanzan dimensión de alarma cional de primer orden, sobre social. En los últimos años, dentro mutaciones de peces en el Ebro, del debate ambiental, la ciencia ha cerca de una central nuclear. La ido estableciendo claramente que confusión creada, las excusas posexiste un cambio climático rela- teriores bastante confusas, pusiecionado con las actividades huma- ron de manifiesto la escasa credinas --especialmente la emisión de bilidad de quienes deberían tenerla gases que propician el "efecto por encima de todo. invernadero"--. Los modelos que Javier Armentia establecen cómo se desarrollará, (Publicado en "Territorios, Ciencia-Futuro", cómo afectarán las medidas El Correo, miércoles 5 de febrero de 2003) 75 correctoras propuestas, qué habría que hacer, son aún motivo de análisis: lo cierto es que no sabemos exactamente, ni podemos predecir a medio plazo siquiera, cómo evoluciona un sistema complejo como el clima de nuestro planeta. Pero el consenso, conseguido no tanto por posicionamientos ideológicos sino por acumulación de evidencias, es el que en las diferentes cumbres climáticas se ha ido mostrando: hay que actuar, cuanto antes, y favorecer el cumplimiento de los protocolos de Kyoto, no como la panacea, sino como una primera medida mientras se consigue adecuar el deseable desarrollo de los diferentes países a la sostenibilidad. el escéptico