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primer contacto como resultado de la creación y desarrollo de la sociedad de la información o sociedad red, y tras analizar la evolución de las organizaciones en este nuevo escenario, planteó las características que definirán la educación universitaria en el futuro inmediato y los cambios necesarios en las organizaciones actualmente dedicadas a la enseñanza superior, en especial las universidades. La última jornada se abrió con una mesa redonda sobre Los museos de la ciencia, entre la educación y la divulgación científica, en la que participaron, además de Javier Armentia, Jacinto Quevedo y Juan Antonio Belmonte, directores, respectivamente, del Museo de la Ciencia y la Tecnología de Las Palmas de Gran Canaria -de próxima inauguración- y del Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife. El papel de los museos en la cultura actual, su evolución desde un lugar de colección a uno de formación dentro de la oferta cultural y de ocio de cualquier ciudad mediana, el papel de la interactividad, y la función educativa y divulgativa de estas instituciones fueron algunos de los asuntos tratados por los directores. La charla final del curso corrió a cargo del filósofo Julio César Armero, profesor titular de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y se centró en los Criterios para distinguir entre ciencia y pseudociencia. Planteada desde muy antiguo la pregunta sobre cómo distinguir entre conocimiento -episteme- y opinión -doxa-, Armero hizo un repaso por las respuestas dadas desde la historia de la filosofía y la situación del presente, en la que la ciencia ve cuestionado su prestigio y aceptación sociales, al tiempo que las filosofías posmodernas socavan la supremacía epistemológica del discurso científico. Todas las charlas derivaron en animados coloquios y debates, que se continuaron en los cafés, comidas y sobremesas de los distintos días, pues el curso reunió a un público diverso y muy interesado que convivió en esas tres jornadas con la mayor parte de los ponentes, quienes alternaron sus papeles discentes y docentes. Igualmente, el curso sirvió para poner en contacto presencial a escépticos de distintas islas Canarias agrupados en torno a la lista escéptica local. TERESA GONZÁLEZ DE LA FE Científicas israelíes rescatan el polen de Frei para defender la autenticidad del sudario de Turín Dos científicas israelíes confirman que el santo sudario procede de Jerusalén, rezaba el pasado 18 de junio un titular de la sección de Sociedad de Abc. Según el texto, dos investigadoras de la Universidad Hebrea habÌan hallado en la tela restos de polen de flores de la Gundelia, planta que sólo crece en las colinas de Judea. Hasta aquí, nada sorprendente. Cada dos por tres, aparecen sindonólogos que afirman haber hecho fabulosos hallazgos en la pieza de lino. Ahora bien, lo que hace de este artículo merecedor de un suspenso periodístico es que el autor toma como excusa el estudio palinológico para referirse al sudario de Turín como el santo manto que envolvió el cuerpo de Jesús después de su crucifixión, la misma sábana en la que fue envuelto sobre la piedra de la unción después de ser lavado y una reliquia que ha sido sometida a más de mil investigaciones científicas", dejando bien claro que el estudio del que se hace eco el artículo refuerza la tesis cada vez menos discutida de la Iglesia Católica y de la mayorÌa de historiadores y científicos acerca de la autenticidad del santo sudario". Todas estas afirmaciones son falsas y parten del periodista, que, curiosamente, ni siquiera cita de refilón el único estudio científico concluyente realizado sobre la presunta reliquia: el análisis del carbono 14 que llevaron a cabo laboratorios de Oxford, Arizona y Zurich, según el cual el lienzo data del siglo XIV. El informe fue publicado, bajo la autoría de una veintena de cientÌficos, en Nature hace ya diez años y nadie lo ha refutado. El artículo de Abc es un ejemplo de cómo en nuestro país se sigue alimentando la falsa leyenda de la sábana santa desde la prensa. Porque el análisis del radiocarbono, al igual que otros que demuestran que el sudario de Turín es una obra pictórica y no un objeto de origen milagroso, es sistemáticamente ignorado por la denominada prensa seria o citado a título meramente anecdótico, tal como pudimos comprobar durante la última ostensión, entre el 14 de abril y el 18 de junio de 1998. El examen del que se hace eco Abc, que fue presentado por la estudiosa Avinoam Danim en el XVI Congreso Internacional de Botánica, celebrado en agosto en Missouri, carece de validez científica. Y es que las muestras analizadas son las recogidas por el palinólogo suizo Max Frei, quien declaró en su día auténticos los falsos diarios de Hitler. De la escasa fiabilidad de dichos pólenes, da fe el hecho de que la muy crédula Sociedad para la Investigación del Sudario de Turín (STURP) consideró en los años 70 que la muestra de Frei no es estadísticamente significativa. Los pólenes podrían haber sido llevados por el viento o depositados por los visitantes de la sábana; su presencia no prueba que la sábana estuviera nunca en Tierra Santa, sentenció una institución cuyo único objetivo es demostrar la autenticidad de la presunta reliquia. Se han dicho muchas falsedades acerca de este lienzo, como que, a finales de los años 70, lo estudio la NASA; que la supuesta reliquia ha sido objeto de numerosas investigaciones científicas que han confirmado su autenticidad; que existen dudas acerca de la validez del examen de radiocarbono... De todos modos, el último montaje palinológico es sólo el aperitivo de lo que nos espera en el año 2000, cuando la sábana vuelva ser expuesta al público en Turín, se convierta en una gran atracción turística, en una máquina de hacer dinero, y hasta el propio papa Juan Pablo II vuelva a venerarla, olvidándose de que el Vaticano la considera una falsa reliquia. L.A.G. el escéptico (Verano 1999) 9