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cuaderno de bitácora Charlatanes, embaucadores... ¿O no? JAVIER E. ARMENTIA uno, permítanme el soliloquio, le asaltan a menudo dudas. Dudas sobre lo que estamos haciendo, sobre nuestra capacidad de promover una reflexión crítica fuera de nuestro entorno (aquí más o menos todos coincidimos en lo fundamental, pero nuestra vocación es llegar un poco más alla...). En estos momentos dubitativos, me reconforta pensar que al menos queda esta publicación, que ha salido con un paso fuerte, que la asociación que la sustenta, a trompicones, eso sí, va afianzándose y consiguiendo poco a poco darse a conocer, mejor dicho, dar a conocer sus datos, sus opiniones. En efecto, uno se reconforta con muy poquita cosa, porque lo cierto es que cuando uno sale al mundo real, las cosas van demostrándonos que nada de nada. Que sigue lloviendo... a cántaros. Este veranillo en que se debió acabar el mundo ha demostrado a las claras que la pasión aparentemente irrefrenable de los medios de comunicación por acoger a cuanto charlatán llama a sus puertas es algo que goza de demasiada buena salud. Si el modisto que se apellidaba Rabanera tuvo el honor de dar el primer paso entre los cientos de aprovechados que han hecho su agosto con el eclipse de agosto, lo cierto es que él sólo fue uno de tantos, y es de ley reconocer que se lo montó fenomenal para mayor gloria de los beneficios de sus empresas. No me he parado a echar cuentas, pero fácilmente al menos la mitad de las cosas que se publicaron en torno al EuroEclipse fueron estupideces relacionadas con el fin del mundo, o con las nefandas consecuencias que tal fenómeno astrológico (sic: que lo he leído así en EL MUNDO, lo he oído en las radios, en las teles...) podría acarrear. Entre eso y las tonterías de tanta autoridad competente pero completamente ignorante de lo que es un eclipse (¡ay! si sólo fueran burros en estos temas...) aún nos tienen asustados. Seamos pragmáticos: al menos se habló algo de ciencia, y todo esto obligó a muchos científicos a mojarse descalificando este tipo de pretendidos efectos de los eclipses. A otros, claro está, que ya se nos conoce, nos permitió meter una puyita de vez en cuando... A Al menos la mitad de las cosas que se publicaron en torno al EuroEclipse fueron estupideces relacionadas con el fin del mundo, o con las nefandas consecuencias de tal "fenómeno astrológico" Dentro de lo malo, algo nos reímos con todo el circo montado. Pero luego hemos tenido otro asunto notable, sin duda punta de lanza de un movimiento que no es de hoy, pero que está dispuesto a conseguirlo todo en nuestro país. Me refiero al asunto de las llamadas medicinas alternativas, cuyos promotores, avalados no sólo por potentes industrias de la pseudofarmacopea, sino por presuntamente prestigiosos colegios oficiales de médicos e incluso alguna que otra universidad, están además ahora consiguiendo el apoyo de esos partidos políticos que buscan un restyling dentro de la modernidad. Que todo ello nos puede llevar dentro de nada a ver el enorme absurdo, la perversa injusticia, de que estas pseudoterapias sean pagadas con el dinero de todos dentro de la sanidad pública. ¿Estamos en este caso, como en el de los profetillas del cataclismo eclíptico, ante una panda de charlatanes? No me cabe la menor duda: pero hay una diferencia fundamental, no llevan túnicas coloridas ni se refugian en la telebasura. Ostentan sus títulos oficiales de licenciatura, de los que abjuran en la práctica aunque sigan colocándolos en sus consultas, evaden con el silencio o con referencias de muy escasa calidad científica la abrumadora realidad de que carecen de argumentos evidenciales para vendernos las maravillas de sus tratamientos, maravillas que por otro lado sólo lo son en sentido económico: no podemos olvidar que hablamos de un negociete muy rentable. Evidentemente, no es lo mismo Aramis Fuster que puede acabar cantando un bolero (es un decir, esto es, más bien una ejecución sumaria, que yo lo sufrí en directo) por salir en un programa de televisión que un representante del (Ilustre) Colegio Oficial de Médicos de Sevilla que comparece en rueda de prensa al lado de unos políticos del PSOE para pedir que el parlamento andaluz acoja en su sistema sanitario cosas como la homeopatía, la acupuntura, la moxibustión y así, terapias hasta ciento. Por poner dos ejemplos, conste. Pero no porque el segundo sea menos charlatán que la primera, sino porque es infinitamente más peligroso; si me apuran, más inmoral incluso. Todo el mundo tenemos la libertad de equivocarnos, el intocable derecho de creernos cualquier cosa. Pero el engaño que vendemos a los demás puede tener consecuencias terribles, más aún al hablar de salud y enfermedad, y de dinero público. No dudo que haya pseudomédicos o sus fans que actúen de buena fe, pero creo que a lo más son tontos útiles metidos a promocionar uno de los más rentables e inmorales negocios de estos tiempos. Curiosamente, en esto de la pseudomedicina casi nadie levanta la voz, y demasiada gente, de manera equivocadamente educada, les está dejando hacer. ¡Qué peligro! el escéptico (Verano 1999) 21