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Mundo escéptico Sobre conspiraciones y conspiranoicos I Sergio López Borgoñoz Dos números del Skeptical Inquirer de este año han sido dedicados a las teorías conspirativas. Me han llamado mucho la atención y creo que efectivamente es un tema que tiene más importancia de la que generalmente se le atribuye, por lo que voy a dedicar mi sección durante las dos próximas revistas a este tema, para ahondar y reflexionar sobre el mismo. Definiciones La "conspiración" no tiene una fácil definición. Si bien el diccionario de la RAE ofrece la siguiente "Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano" o "Unirse contra un particular para hacerle daño", el Oxford English Dictionary ofrece esta otra: "Acuerdo entre dos o más personas para realizar un acto criminal, ilegal o reprensible". Ninguna de las dos creo que sirve al objeto de este artículo pues carecen (desde mi punto de vista) del elemento diferenciador que caracteriza cualquier conspiración que se precie: El secreto. ¿Qué sería de una gran conspiración que anunciara públicamente sus planes y sus fines, por macabros e inevitables que pudieran ser? Nunca sería tildado de "conspiración", sino, simplemente, y como mucho, de plan maquiavélico, o de cartel criminal, o vete a saber qué. Pero jamás de conspiración. La conspiración debe ser muy secreta, y sólo unos pocos (entre ellos todos los conspiranoicos) pueden tener acceso a ella, a pesar de los esfuerzos que realizan para difundirlas en "círculos privados". Efectivamente, una definición mucho más clara puede encontrarse en la Wikipedia, pero ya referida al objeto de este artículo: "Una teoría conspirativa consiste en la explicación de un evento o cadena de eventos ya sucedidos o todavía por suceder (comúnmente políticos, sociales, populares o históricos) a partir de la ocultación de sus verdaderas causas al conocimiento público o a un complot secreto, a menudo engañoso, por parte de un grupo de personas u organizaciones poderosas e influyentes que permanecen en la sombra". La conspiración Uno de estos artículos (Vol.35 enero/febrero 2011) está precisamente dedicado a la persistencia y efecto llamada de el escéptico 14 este tipo de teorías, en un artículo titulado "El meme de la conspiración". En él se destaca lo fácil que es propagar una teoría conspirativa, y lo difícil que es de refutar. Efectivamente, se trata de cuestionar y poner en tela de juicio cualquier afirmación del "establishment" y exigir respuestas inmediatas, globales y convincentes a todas las preguntas que se puedan formular sobre cada caso en particular, insinuando que la realidad es justo lo contrario de lo que afirma la "versión oficial". El "meme conspirativo", explica el artículo, funciona porque las conspiraciones realmente existen. Además, una acusación de que un suceso es fruto de una conspiración no puede ser fácilmente refutada, pues cuantos más y mejores argumentos se ofrezcan en su contra, más intrincada e inteligente parece ser la misma, ya que ha tenido en cuenta todos los aspectos por los que podría haber sido descubierta. En realidad, crear y creerse, o no, una conspiración es muy sencillo; disentir de la ortodoxia es fácil. Lo realmente difícil es elaborar una teoría alternativa mejor que la convencional, que justifique por qué era necesaria la conspiración dado lo extremadamente complejo que es mantener engañado a todo el mundo (excepto a los conspiranoicos). ¡Qué enormes beneficios debe reportar la conspiración, dados los enormes costes que debe suponer crearla y mantenerla! Los conspiradores En esta clase de teorías, se apela a "poderes ocultos" que "manejan los hilos de las marionetas que están en el poder" y cuyos intereses pasan indefectiblemente por engañar a la humanidad y ocultarle hechos de vital importancia, o bien ofrecerle información falsa, para poder así obtener benefi- (Foto: Philippe Moreau Chevrolet, http://www.flickr.com/photos/likethefox/) cios de cualquier índole (sobre los que más tarde incidiremos y trataremos de identificar). Así, se muestra que la realidad es mucho más compleja de lo que parece, y que sólo unos pocos escogidos (por supuesto entre ellos figura quien proporciona la información) son capaces de darse cuenta de algunas de las "jugadas" de estos "poderes ocultos". Los conspiranoicos Ni siquiera es necesario que los conspiranoicos crean a pies juntillas cada una de estas teorías. Para que pervivan, se difundan y adquieran vigor tan sólo se requiere que se trasladen a los círculos familiares o de amistad, impregnadas de una "duda razonable". Los conspiranoicos, al ofrecer estas "dudas" o "sospechas" sobre las versiones oficiales, sienten su ego más reforzado, y se sienten más protagonistas de cualquier reunión, por dos razones: por una parte, aparentan ser capaces de realizar una doble lectura de cualquier suceso aparentemente inocente, incluso trivial. La inteligencia y sagacidad que se desprende de afirmaciones aparentemente iconoclastas, bajo el paraguas de "a mí no me engañan" hace que el portavoz se rodee de un aura de misterio y de falso escepticismo: "¿Qué otras mentiras nos estarán contando desde el gobierno?". Por otra parte, cuando resulta evidente que tal deducción no ha sido propia, se reafirma su autoestima al disponer de "información privilegiada" que no duda en traspasar a sus contertulios a pesar de que la teoría conspirativa no ha trascendido (quizá todavía) a la opinión pública. Eso hace sentirse tam- bién a la audiencia como parte y receptora de un secreto de estado, que hace que inmediatamente la situación se auto replique teniendo como conspiranoico portavoz a varios de los asistentes de la reunión anterior en sus respectivos círculos, y así sucesivamente. ¿Defectos lógicos? ¿Falta de pruebas? Los conspiranoicos jamás logran ver los defectos lógicos o la falta de pruebas de los argumentos a favor de la conspiración. De hecho, la lógica queda distorsionada de facto por las premisas utilizadas, a saber: "El poder oculto nos domina"; "El poder oculto nos quiere manejar"; "El poder oculto nos quiere engañar"; Estas tres premisas son asumidas sin preguntarse los porqués de cada una de ellas y sin cuestionarse si existen quizá varios "grupos ocultos" que puedan pugnar entre ellos para dominar el mundo; si así fuera, cada grupo descubriría y arruinaría o al menos entorpecería los planes de otros grupos... a no ser, claro está, que todos también estuvieran confabulados y formaran parte de una estructura conspirativa aún mayor, elevando la paranoia global hasta límites insospechados... Sobre las pruebas de la conspiración tampoco se preocupan demasiado, pues lógicamente están ocultas por la propia conspiración y nadie tiene acceso a ellas, por lo que se llega a este endemoniado argumento... ¡¡¡La falta de pruebas es a su vez la mayor prueba de que la conspiración realmente existe!!!! 15 el escéptico