Cuando ha pasado ya más de un año desde que todo lo aquí escrito se habló y se
discutió, consigue salir a la luz este libro de actas. Su recopilación y transcripción no ha
sido sencilla, especialmente para gente inmersa en trabajos muy distintos de éste de la
edición. Pero esperamos que la espera no haya sido en vano.
El encuentro en el Planetario de Pamplona fue pródigo en debate y en información.
No hubo soluciones, porque plantear soluciones a los problemas estudiados no es fácil. La
misma ciencia, la que de una u otra forma apreciamos y disfrutamos, no es un algo
estático, terminado... La ciencia es lo que es gracias a su dinamismo, a que brota del
encuentro, del debate respetuoso entre las personas, sin dogmas, sin imposiciones.
Las tres instituciones que organizaron el Congreso, Alternativa Racional a las
Pseudociencias, Asociación Española de Periodismo Científico y Planetario de
Pamplona, comparten el amor por la ciencia y por su divulgación, el interés porque baje
a la calle y llegue a la gente.
Creemos interesante que la gente normal conozca los avances de la ciencia, los
comprenda y los disfrute. La ciencia es siempre fascinante cuando se la comprende. Pero,
sobre todo, se ha mostrado a lo largo de los años como un método que permite garantizar
la veracidad de sus afirmaciones. Por esta razón, conocer la ciencia es conocer el mundo,
y conocer el mundo es, en definitiva, el único modo de pensar y decidir con libertad.
Para el Congreso de Pamplona escogimos una temática de indudable importancia
socioeconómica, presente y futura. Debatir sobre estos temas, escuchar a quienes los
conocen a fondo, nos permite aprender un poco más, y sentar las bases de un mundo
racional, en las puertas del nuevo milenio.
La irracionalidad y la superstición, han acompañado al ser humano desde que algún
antepasado nuestro empezó a preguntarse quién era, de dónde venía y hacia dónde iba.
Por mucho que pretendamos autodefinirnos seres racionales, hay con seguridad
mucho de irracional en todos nosotros. Quizá el gusto estético y ese toque de locura
que todos profesamos de vez en cuando, tengan algo que ver con eso.
Pero, cuando esa componente irracional es capaz de negar las evidencias, o de crear
evidencias donde no las hay, es obvio que algo no funciona bien. Y cuando esa
irracionalidad es capaz de jugar con la salud -nuestro bienestar, en definitiva-, o con las
condiciones físicas y sociales de nuestro entorno -presente y futuro-, a través de
sinsentidos, la irracionalidad se vuelve peligrosa.
Aquí quedan plasmadas, de alguna forma, todas las reflexiones que, sobre éstos y
otros temas, se hicieron aquellos días. Tal vez sirvan de mucho. Tal vez no. Pero son el
reflejo del trabajo y el interés de un grupo de personas preocupadas por terminar el siglo
con un poco más de sentido común.
Los Editores