Moderador: Carlos Tellería
Supongo que todos estaremos de acuerdo en que en, un congreso sobre pseudociencias, no podían faltar las terapias alternativas, dada la cantidad de dinero y de recursos que mueven, y dada la importancia que tienen, no sólo desde el punto de vista teórico, sino porque sus repercusiones sociales son enormes. Después de todo se está jugando con la salud y con la calidad de vida de la gente.
Ni soy médico ni experto en temas de medicina, pero, como un ciudadano más, me hago ciertas preguntas cada vez que oigo noticias referentes a estas terapias alternativas. Tenemos todos en la mente todo el revuelo que ha levantado durante el último verano el asunto del doctor Hammer, y estamos acostumbrados a cantidad de noticias al respecto muy similares. ¿Por qué surgen tantas terapias alternativas? Llamarlas Medicinas Alternativas es utilizar un nombre muy poco adecuado y dotarlas de us status del que carecen. Ni son alternativas a la medicina, ni desde luego son medicinas. ¿Por qué hay tanto auge en este tipo de terapias? Básicamente todas ellas juegan con el efecto placebo. Este efecto se basa, en gran medida, en la autoridad que el terapéuta tiene sobre el paciente, y en la confianza que despierta en éste. ¿Acaso los terapéutas alternativos tienen más autoridad o despiertan más confianza que los médicos titulados? ¿Acaso la deshumanización, si es que existe, en la medicina oficial provoca esta pérdida de autoridad? ¿Qué legislación existe al respecto? ¿Se puede atajar de alguna forma el avance de las terapias alernativas? ¿Se debe atajar? Cuando surge algún tipo de producto milagroso que carece de efectos secundarios, y primarios, no pueden ser denunciados por producir ningún tipo de perjuicio, sino tan sólo por publicidad engañosa. ¿Se puede hacer algo más?
Son preguntas que de alguna manera nos podemos hacer todos, y que quedan ahí en el aire. Con la exposición de los ponentes y el posterior debate se podrán ir aclarando algunos de estos temas.
Ponente: Rafael López.
Exposición sobre el Cáncer
Considero que la ciencia se tiene que difundir con los medios habituales. Esta es la típica exposición que hacemos los oncólogos.
La oncología es una parte de la medicina que trata de estudiar y tratar los tumores. Como todas las ciencias médicas se ha subdivido en oncología de investigación y oncología clínica. Cada una de ellas tiene a su vez especialidades específicas, aunque están muy interconectadas. Lo cierto es que nadie es capaz de abarcar todas las ramas, y no hay ni siquiera tiempo para leer toda la literatura que sale sobre el tema, y menos para aplicarla. Evidentemente, en otras áreas que no son ciencia, hay gente que parece tener una extraña capacidad para abarcarlo todo. Nosotros estamos muy limitados en este aspecto, y sólo tenemos capacidad para saber e ir sabiendo pequeñas parcelas.
El cáncer es quizá la enfermedad más importante de nuestro siglo, y lo será en el tercer milenio. Actualmente es la segunda causa de muerte en el mundo occidental. En España hay una incidencia bastante baja. En los paises nórdicos, la indicencia es mucho mayor. Se espera que a finales de siglo o principios del siguiente estemos al mismo nivel que los países nórdicos o que Alemania, donde es la primera causa de muerte.
El cáncer produce una serie de efectos directos e indirectos. Desde la pérdida de años de vida, contabilizados en base a la diferencia entre la edad de la muerte y la esperanza de vida, hasta la gran cantidad de recursos económicos que está absorbiendo. En la actualidad se destinan a la investigación y el tratamiento del cáncer entre un 20 y un 30% de los recursos sanitarios.
¿Por qué se produce el cáncer? ¿Por qué una bonita célula se vuelve maligna y empieza a crecer de una forma desorenada provocando un caos en el organismo? Empezamos a conocer varias causas.
En el código genético contenido en el DNA es donde se producen la mayor parte de los eventos que var a producir un cáncer. Hoy en día el cáncer no es un hecho puntual, sino una sucesión de hechos. Consiste en una serie de cambios y modificaciones de manera continuada y progresiva. Esto nos puede ayudar a encontrar el tratamiento idóneo. Lo que se intenta conseguir es que las células cancerosas mueran po sí mismas.
Un fenómeno que se está estudiando ahora es la apoptosis. Se sabe que las células del organismo son capaces de programar su propia muerte. Una de las más atractivas teorías para intentar luchar contra el cáncer es potenciar que las células cancerosas, que han perdido su capacidad de programarse para morir, vuelvan a recuperar esta capacidad y sean capaces de morir de una forma ordenada.
La vida media de un cáncer de mama sin tratamiento era de unos dos años. Con la llegada de la cirujía, había casos de curación, y la vida media subió a los cinco años. Con la llegada de otras terapias como la radioterapia y la quimioterapia, las curaciones rondan el 80%, y lo más importante, las curvas de supervivencia mejoran continuamente. Además, no sólo se trata de la mejora en la esperanza de vida, sino en su calidad de vida y en su apariencia física. La mejor arma que tenemos contra el cáncer es la prevención. Se aconseja llevar siempre una vida saludable. Intentamos seguir profundizando en los mecanismos celulares, en la búsqueda de nuevos medicamentos...
Para conseguir que un producto que parece ser activo, pueda ser utilizado clínicamente, pasan desde su descubrimiento cerca de diez años. Esto significa que se realizan todo tipo de controles, para garantizar su seguridad, su eficacia, y últimamente también su rentabilidad económica.
Los investigadores comunicamos nuestros descubrimientos a través de las revistas médicas especializadas, intentando no guiarnos por métodos cuyas explicaciones y resultados no siguen los cauces adecuados, especialmente cuando parecen tratarse de ideas mágicas.
Ponente: Pedro Caba
Voy a intentar situar la ciencia médica. No voy a demostrar nada. Mi tema son las medicinas alternativas de hoy. Todos sabemos que existen ciencias exactas, que tienen axiomas, que manejan reglas... Existen ciencias naturales de la vida, en las que existen leyes pero no axiomas. En ellas existen en ocasiones casos imprevistos o casos particulares, que aparentemente contradicen las leyes. Es el caso de la biología o la bioquímica. Existen ciencias humanas o sociales, donde las se realizan reflexiones sobre el hombre y la sociedad. Me refiero a la sociología o la ética. La medicina no es nada de esto. Yo diría que no es siquiera una ciencia en el sentido literal de la palabra. Hay que situarla en los confines de estos tres grupos de ciencia. La medicina participa de todas ellas, pero no se puede incluir plenamente en ninguno de estos apartados. En medicina, lo normal y anormal no tiene el mismo sentido que en las demás disciplinas. En medicina lo normal se opone a patológico. La medicina también está trufada de otros muchos problemas. Existe un hiperconsumo de medicinas, hay tecnologías peligrosas, hay médicos que practican el curanderismo...
La medicina ha avanzado no sólo por sí misma. Hay quien dice que la ingeniería o la higiene han hecho más por mejorar la calidad de vida que el ejercicio directo de la medicina. Con esto no quiero quitarle mérito, sino simplemente enmarcarla en su verdadera dimensión, y no pensar que la medicina tiene remedio para todo.
Han existido muchas burlas históricas de la medicina, en ocasiones con razón. Pero lo cierto es que sin la medicina actual, la vida moderna sería precaria, ruda y breve.
Presentado este preámbulo, me gustaría clasificar, con toda la rigidez que tienen las clasificaciones, las medicinas alternativas.
Hay una medicina tradicional, popular, que me parece defendible. Tengo aquí las últimas directivas de la OMS en las que no se opone a la medicina tradicional. Hoy en día se considera que un 40% de la población no tiene acceso a la medicina científica. La medicina tradicional se basa en el empirismo, en un conocimiento de plantas y otras sustancias naturales, de las que se han obtenido luego multitud de medicamentos. No neguemos el acceso a esta medicina tradicional a los pueblos que, por desgracia, no tienen acceso a la medicina científica. Otra cosa es cuando esa medicina tradicional se traslada a los paises desarrollados, y se utiliza como medicina alternativa, pero perdiendo los fundamentos que tuvieron en su país de origen.
Un segundo grupo es el de los sanadores mágicos. Estos sí son embaucadores, aunque no suelen ser dañinos en el acto mismo. Lo que hacen es retrasar un diagnóstico e impedir un tratamiento. Estos sanadores, que han florecido en todos los países, permiten que una medicina curativa o paliativa no llegue o llegue tarde.
A los que hay que rebatir, no solamente con humor, sino con criterios científicos, es al grupo de sanadores pseudocientíficos, que utilizan una jerga incomprensible pero con cierta musicalidad a ciencia, quieren utilizar técnicas que van desde la homeopatía hasta la auriculopuntura, pasando por todas las demás. Todas ellas son terapias que han demostrado ser potencialmente muy peligrosas.
La OMS ha dedicado en su octavo programa, del 90 al 95, ha dedicado siete directivas al tema. Lo que la OMS recomienda es que, mientras no llegue la medicina científica a algunos países, no se les niegue lo que ya tienen; y en segunos lugar, aconseja estudiar las medicinas naturales tradicionales, ya que de las sustancias que se encuentran en las plantas utilizadas se pueden obtener fármacos muy eficaces.
Ponente: Victor Sanz
Yo voy a hablar de los peligros de las pseudomedicinas. Llamarlas medicinas alternativas o medicinas complementarias es enmascarar el problema.
Lo mismo ocurre con los peligros. Los que ejercen las pseudomedicinas suelen utilizar con frecuencia en su publicidad que sus medicinas no tienen peligros. Esto no es cierto. Muchas los tienen pequeños, pero los tienen. Este discurso lo suelen hacer en oposición a la medicina científica a la que acusan de artificial, y de tener muchos efectos secundarios. De vez en cuando surgen problemas como el reciente del doctor Hammer. Para mí ésa es la punta del iceberg. Debajo se encuentran muchísimos peligros que están latentes. Hace poco tuve un debate en Bilbao con un naturista, que decía cosas como que podía curar el sida sólo con calor. Ante eso, el colegio de médicos no realizó ningún comentario, cuando es una auténtica barbaridad. Decía también que podía curar la tuberculosis con vitamina C. Y ahí está. La inocuidad en medicina no existe. Lo que hacemos los médicos es valorar en cada tratamiento los efectos beneficiosos y los efectos secundarios. Esto en medicinas alternativas simplemente no existe. Pues bien. Estos métodos tienen también sus riesgos. Por un lado tenemos los peligros directos o por acción, y otros que son comunes o por omisión.
Entre los directos, podemos citar la acupuntura. En esta terapia se han detectado problemas como taponamientos cardiacos, o casos de hepatitis B o de sida, del que se han descrito ya dos casos. Se han dado casos también de pneumotórax, por daños directos de las agujas sobre la pleura. Estos casos conviene también ponerlos sobre la mesa.
En homeopatía también se dan algunos problemas, a pesar de lo que dan es simplemente agua. En Argentina se dieron hace tiempo 20 casos de muerte por adulteración de un producto homeopático. En ocasiones, para crear la tintura madre se utiliza alcohol, y en aquella ocasión se utilizó alcohol metilico en lugar del etílico.
En el naturismo es quizá donde más peligro haya. Las plantas y productos que utilizan los naturistas sí tienen principios activos. Nos podemos encontrar con casos de intoxicaciones, y se han dado muchos casos, por no tomar en cuenta cálculos de dosificación en base al peso, edad y demás condicionantes. Hay que tener en cuenta que las plantas no son meros placebos. Logicamente, al tener principios activos, pueden aparecer también alergias, y efectivamente es algo muy frecuente. Pueden aparecer también efectos directos. Por ejemplo, el regaliz es un hipertensivo importante. Esta sustancia administrada a un paciente hipertenso puede ocasionarle problemas serios. Lo mismo le ocurre al ginseng. Entre las hierbas nos encontramos también con pequeñas dosis de metales pesados, que son potencialmente tóxicos. En tercer lugar, tenemos adulteraciones por diversas causas. Por ejemplo, el ginseng es bastante caro, y muchas veces se ha sustituido por otras plantas más baratas, como la mandrágora, de efectos similares. No existe un control adecuado de estos productos. Otras veces se añaden productos a los propiamente naturales. No hace mucho, en el boletín de farmaco-vigilancia de Castilla-León, en unas hierbas chinas a las que hicieron los análisis pertinentes, encontraron sustancias como corticoides, indometacina, diacepán, diuréticos y otras sustancias. En esta misma revista se describen seis casos de agranulocitosis relacionados con este producto. Si esto aparece en una residencia de la Seguridad Social el escándalo está garantizado.
Otro de los problemas que plantean las pseudomedicinas es el freno que suponen para el desarrollo científico de la verdadera medicina. La homeopatía o la acupuntura practicamente pueden curar todas las enfermedades. Cuando aparece la acupuntura, por ejemplo, se dice: No, es que para el dolor es muy buena. Eso habría que precisarlo un poco. Pero el problema es que con la acupuntura se puede curar todo, desde el cáncer hasta el sida. Para ejercer eso, basta con saber cuatro o cinco principios. Entonces, ¿para qué estudiar farmacología, genética o bioquímica, esas cosas tan engorrosas y artificiales? Si aprendemos cuatro cosas de acupuntura y otras cuatro de homeopatía, y ya sabemos bastante para ejercer la medicina. Pues bien. Ese es un peligro. No hace mucho, en The Economist aparecía un artículo en el que se decía que la medicina científica empezaba a recular, debido a sus grandes gastos y problemas intrínsecos a ellas. Lógicamente, el avance de las pseudomedicinas supone un obstáculo al desarrollo de la medicina científica.
Este tipo de pseudomedicinas fomenta la irracionalidad, y eso a mí me parece importante. Nos dan una imagen del mundo que no es real. Detrás de todas estas medicinas siempre se esconde alguna filosofía de tipo irracional. No es extraño encontrar en la prensa casos de homeópatas que practican ritos satánicos, espiritismos... El mismo lider de la secta del Templo del Sol era también homeópata.
Estos son peligros por omisión, pero creo que hay que tenerlos en cuenta. Algunos médicos reconocen que existen unos peligros, y plantean regular su ejercicio, de forma que se obligue a que quienes ejerzan las pseudomedicinas tengan título de médico. Esto es una coartada. Eso es lo que pretende la organización médica colegial, en parte para que el negocio sea más sustancioso. Sin embargo esto no es posible. Los principios en que se basa la medicina científica son totalmente distintos a los principios en que se basan las pseudomedicinas, y normalmente implican concepciones totalmente antagónicas. Si valoramos en estas medicinas los problemas que tienen y los beneficios que podemos obtener, las pseudomedicinas son más peligrosas que la medicina científica. Se está jugando gratuitamente con la salud de las personas y con el futuro de la medicina científica.
Turno de preguntas y respuestas
P- Yo creo que la sociedad confía en los licenciados en medicina para que ellos sepan gobernar su técnica. Entonces ¿qué hacen los colegios médicos? ¿Qué hacen los colegios con los licenciados en medicina que se dedican a vender agua? Yo supongo que algún cliente de algún homeópata habrá puesto alguna vez un pleito. ¿Qué pruebas han aportado los demás médicos?
R.- No sólo los médicos. Los pacientes no suelen poner denuncias en estos casos. El mismo presidente de la organización médica colegial ha dicho que la homeopatía es científica. ¿Qué se puede hacer frente a esto? No se suele hacer caso a las protestas, en principio porque tienen intereses en ello. ¿Por qué tienen tanto auge estas medicinas? Hay muchos factores, pero uno lo considero muy importante. Hoy en día, con la enorme tasa de paro existente entre los licenciados en medicina, la única manera que tienen de salir adelantes es hacer un cursillo de acupuntura u homeopatía, y ganarse la vida con ello. Entonces el problema ya no es sólamente médico o científico, sino también social.
Una forma sería buscar a las víctimas de los pseudomédicos y empezar a plantear pleitos, con lo que también se daría trabajo a los abogados en paro.
La situación puede ser incluso peor. En este país, en esto como en casi todo, las cosas están aún evolucionando. Los países más desarrollados son los que mayores porcentajes de pacientes tienen tratados por pseudomédicos. No es un problema de políticas reguladoras. Lo que hay que hacer es concienciar al público del problema. Concienciarles de que hay gente dispuesta a aprovecharse de la desgracia ajena por métodos poco éticos. Curiosamente los que más acuden a los pseudomédicos son precisamente los miembros de las capas sociales más altas, al menos en países como Estados Unidos o Suiza. Los círculos de influencia que llevan a acudir a los pacientes a la consulta del pseudomédico son, por orden, los amigos, los medios de comunicación y los propios médicos.
P.-Las mal llamadas medicinas alternativas suponen serios problemas tanto a ciudadanos, como a divulgadores. Se han comentado ya algunos casos claramente delictivos, como el del doctor Hamer. Pero existen una serie de productos supuestamente inocuos, con su registro sanitario y su autorización del ministerio de industria. Cuando hay una acción contra ellos, estos recurren incluso a pleitos jurídicos para defender su producto. Es el caso de las pulseras magnéticas, que aparecieron citadas en un programa de televisión sobre productos milagro. Una empresa radicada en Baleares escribió diciendo que aceptaba la existencia de pulseras magnéticas que no curan, pero que las suyas sí curan, que pueden demostrarlo científicamente, y que, por tanto, exigen que se haga una rectificación pública de esto. Otro caso es el de somnios, que supuestamente induce el sueño por medio de unas supuestas ondas alfa. La organización de cosumidores ha conseguido que la publicidad de la primera cadena se suprimiera, pero en quince días han logrado que se vuelva a emitir, porque según Sanidad, este aparato no puede producir ningún daño. Además, estos productos se venden en farmacias. ¿Qué se hecha en falta aquí? Sencillamente una voz autorizada, institucional, con prestigio, que diga: Mire usted. Las pulseras magnéticas no producen ningún efecto y no sirven para nada. Siempre aparece algún bien intencionado médico, algún físico que diga que el agua no se puede imantar... pero no sale el colegio de médicos, ni el colegio de físicos, ni el ministerio de Sanidad diciéndolo públicamente. Los periodistas y divulgadores nos encontramos sin un respaldo en todos estos casos.
R.- En España, la legislación clasifica los medicamentos en éticos y no-éticos o de venta directa. Para conseguir retirar un producto de este tipo hay que demostrar no que el medicamento no-ético no beneficia, sino que perjudica.
P.- ¿Podría existir algún tipo de actuación frente a determinados productos que se están vendiendo en cualquier farmacia sin receta, y que en ocasiones pueden producir graves trastornos, como el antes citado ginseng, en el caso de hipertensos?
Por otro lado, existen pacientes con determinadas enfermedades que el médico no diagnostica correctamente. Si la enfermedad no remite, en ocasiones, el paciente acude a un médico alternativo, normalmente por recomendación de algún conocido. En estos casos, el paciente se mueve entre una incompetencia y un fraude. ¿Qué se puede hacer en estos casos?
R.- En estos casos hay que tener en cuenta que de cada cien enfermedades, setenta se curan solas. Del resto, muchas mejoran ostensible con un mínimo tratamiento, y sólo en unas pocas la accion del médico es más clara y necesaria. El problema está en establecer relaciones de causalidad. Algunos tipos de verrugas desaparecen espontaneamente. Si ocurre que una persona con verrugas ha realizado algún tipo de rito extraño el mismo día que le desaparecen, puede atribuir la desaparición al rito, pero esta forma de actuar es enormemente simplista y no científica.
Las pseudomedicinas son efectivas, y si persisten es por eso. Desde el tratamiento a la curación no hay una relación directa clara como ocurre en física. Para delimitar factores anómalos es por lo que se realizan ensayos clínicos. Las relaciones de causalidad se podían obtener de forma empírica. La medicina es después de todo una técnica. La ventaja que ofrece la llegada de la ciencia, es que aporta todo el método de investigación al desarrollo de las técnicas terapéuticas.
Muchas veces los tratamientos son sintomáticos. A un enfermo se le puede eliminar el dolor. Con eso muchas veces creerá que está curado, pero no es cierto. Otras veces el tratamiento será etiológico, y buscará atacar a la causa de la enfermedad. Esta base técnica obtenida de modo empírico, que en ocasiones puede funcionar, es la que los pseudomédicos explican aludiendo a fuerzas y energías desconocidas. También puede haber curaciones de carácter inespecífico. Aquí interviene el efecto placebo, que puede llegar a porcentajes de curación entre el 30 y el 70 por ciento, dependiendo de la enfermedad. Otras enfermedades, como la gripe, son autocurativas. Existen también remisiones espontaneas, aunque no sean muy frecuentes. Finalmente, dado que la medicina es una técnica desarrollada por personas, y ejercida sobre personas, no está libre de errores. El diagnóstico no puede ser acertado en el 100% de los casos. Por eso, en ocasiones, un paciente mal diagnosticado que acuda al pseudomédico podrá obtener una curación simplemente por error en el diagnóstico hecho por el médico.
P.- Otro problema que suele existir en los casos graves es la relación afectiva que se crea en muchos casos entre paciente y pseudomédico. Son muchos los casos en los que un paciente ha estado en grave peligro por la negligencia o temeridad de un pseudomédico, y sin embargo se niega a interponer una denuncia contra él.
Además, los colegios médicos no pueden emprender ningún tipo de acción contra los pseudoterapéutas ya que no son médicos ni ejercen como tales.
R.- Quien tiene que dar algún tipo de solución a estos casos no son precisamente los médicos, sino que depende más de instancias políticas, porque exige un cambio de legislación. Antes hemos comentado que un fármaco nuevo suele tardar unos diez años desde que se plantea su posibilidad y necesidad, hasta que se comercializa. Esos diez años se emplean en cientos de pruebas clínicas de idoneidad y estudiando sus posibles efectos secundarios. La prioridad es seguridad, y después eficacia. En el caso de los productos utilizados en pseudomedicina, lo único que se pide es que no sean perjudiciales. Esto es absolutamente incomprensible.
P.- ¿Habría posibilidad de aprovechar honestamente la capacidad que tenemos en el proceso de autocuración? ¿Habría posibilidad de utilizar correctametne el efecto placebo?
R.- Desde luego. De hecho, si hay una buena relación médico-paciente, ya se ha conseguido media curación. Es precisamente esta relación la que hoy día no existe, por distintas causas, y es causa también del auge de las pseudomedicinas.
Hay un estudio en norteamérica dirigido por un psiquiatra, en el que se pretendía enseñar a los estudiantes de medicina técnicas teatrales. Hay que aprovechar ese potencial. En medicina existe un axioma: el mejor fármaco es el médico.
P.- Una reflexión: Una de las razones de la aceptación social de las pseudomedicinas puede ser el intento de desprestigio de la ciencia como tal. Por eso, la creencia en ovnis, astrología, magia, espiritismo, etc. no están desvinculadas de esta aceptación de las pseudomedicinas. En el fondo son muestras de una misma tendencia de rechazo a la ciencia.
Un paciente tiene derecho a querer curarse o no curarse. Tiene derecho a ir donde quiera, sea al médico, sea al curandero. Pero tiene también derecho a saber a dónde está yendo.
R.- El enfermo tiene derecho a ir donde quiera, pero ¿cómo? Nosotros lo podemos saber, pero cuando alguien tiene un problema personal o en su familia, los muertos están igual de muertos con la medicina oficial que con el curandero. Cada uno va donde cree que le van a solucionar el problema. ¿Cómo se puede hacer esto de una forma oficial?
¿Por qué los médicos recomiendan a los pseudomédicos? ¿Por qué algunos medicos se salen de su medicina y se hacen pseudomédicos? ¿Es sólo para ganar dinero o es porque a ellos también les falla la medicina oficial?
La medicina también falla. El 50% de los cánceres no tienen solución en términos generales. Cuando ya se han agotado todos los recursos, no es fácil decir no hay nada que hacer. En ocasiones, y cuando no hay nada que hacer, el médico envía al paciente a un pseudomédico, como forma de quitarse el problema de encima.
Cuando alguien quiere arreglar el coche va al mecánico. Cuando se quiere un proyecto, se va al arquitecto. Cuando tenemos problemas de salud, vamos al médico; y si estamos desesperados, podemos acudir al curandero. Cuando alguien no muy desesperado acude a un brujo, es porque quiere magia. En cuanto a por qué se ejerce esta medicina, la respuesta es: dinero.
Los charlatanes pseudocientíficos explotan el mercado de la esperanza, y esta razón puede ser mucho más fuerte que la del desprestigio de la ciencia. La ciencia tiene su limitación, y los médicos no pueden evitar que la gente muera.
Lo lamentable no es que los charlatanes vendan esta falsa esperanza, sino que lo hagan profesionales de la salud, como médicos y farmacéuticos.
La OMS es un organismo dependiente de la ONU, pero sin ningún poder sobre los estados. Además, en la actualidad, gran parte de los fondos necesarios para su trabajo son extrapresupuestarios. Las instituciones y organismos de quienes proceden estos fondos deciden a qué hay que dedicarlos, con lo que la OMS ha perdido úlltimamente parte de su capacidad reguladora.
Por otro lado, las políticas de carácter impositivo no van a conseguir ningún efecto beneficioso. El punto fuerte de estas pseudociencias está en el marketing, no en la investigación. Quizá la ciencia necesita aprender a venderse un poco, explicando a la sociedad qué hace y cómo lo hace.
Hay que defender las corrientes racionalistas, pero tener en cuenta que el método científico vale para muchas cosas, aunque no valga para todo. El problema está en que no es fácil reconvertir en científica a gente acostumbrada a funcionar con criterios mágicos desde su educación escolar. Quizá ahí esté el gran reto.
El diagnóstico está claro, y el problema suficientemente expuesto, aunque sea la solución la que no resulta evidente. Y, en cualquier caso, no debemos olvidar que la única alternativa a la medicina es una medicina mejor.