Moderador: Óscar Menéndez
Es indudable el destacado protagonismo de los medios de comunicación a la hora de divulgar la ciencia. Si el público conoce hechos como la entrega anual de los premios Nobel de medicina o el lanzamiento del Ariane se debe a que los diferentes medios de comunicación deciden cubrir informativamente dichos acontecimientos. Pero no sólo el público en general: también los periodistas y los mismos científicos recurren a la prensa para saber qué ha pasado en el mundo. También la pseudociencia se divulga a través de los mismos medios de comunicación. Eliminando los medios esotéricos especializados, que sólo suelen ser seguidos habitualmente por los creyentes y que, para el resto de la gente, apenas ofrecen credibilidad, la prensa general representa el principal vehículo de difusión de las pseudociencias. El muñeco de roswell y los métodos curativos de Hamer, ampliamente difundidos con carta de credibilidad en prensa escrita, radio y televisión, son sólo dos ejemplos que demuestran la importancia del llamado cuarto poder.
Los periodistas y los divulgadores de ciencia tienen un gran papel a jugar para fomentar la cultura científica y para colocar a la pseudociencia en su correcto ámbito, el de las creencias. El tema de esta mesa redonda es Medios de Comunicación y Pseudociencias. Ayer comentábamos lo difícil que es hablar de medios de comunicación y pseudociencias, porque en verdad todo de lo que habla este congreso está muy relacionado con la comunicación de la ciencia y también con la comunicación de las pseudociencias. Casi todo lo que sabemos sobre pseudociencias, casi todo lo que nos asusta y lo que nos preocupa, tiene su origen en los medios de comunicación, en lo que leemos, en lo que oímos o en lo que vemos. Desgraciadamente, las noticias no se dan con el rigor que todos desearíamos, sobre todo en el caso de las pseudociencias. Tenemos casos evidentes como el del muñeco de Roswell extraterrestre, o la medicina de Hamer, que hasta que la situación no es inviable, hasta que no hay (en el caso de la medicina) muertes, desde los medios de comunicación no nos damos cuenta de lo que representamos, de lo que representa la información. Para hablar un poco de la información y para buscar pautas, sobre todo para que nos deis ideas y nosotros podamos darlas, en fin, para debatir un poco este asunto, nos hemos reunido en esta mesa: Luis Alfonso Gámez, que es periodista; Ramón Núñez, que es director de la Casa de las Ciencias de La Coruña, y es también divulgador científico; Manuel Calvo Hernando, que es presidente de la Asociación Española de Periodismo Científico, e Ignacio Fernández Bayo, que es periodista científico. Hemos pensado que es mejor hacer una introducción, y a partir de ahí iniciar un turno de preguntas para intercambiar ideas.
Ponente: Manuel Calvo Hernando
Yo creo, puesto que esto está dedicado a los medios informativos (porque los que saben de pseudociencia son ustedes y el resto, las personas que han intervenido o van a intervenir), a mi me preocupa, como periodista especializado en ciencia, el hecho de que el problema no nos corresponde solo a nosotros, sino que es un problema de educación. No de educación reglada y formal, pero sí de educación permanente y de educación popular. Me anticipo a decir que mis compañeros, no todos comparten este criterio, porque dicen que los medios están para informar y no para formar. Y yo respeto este criterio, pero dejando a un lado el hecho de que al informar, según como lo hagas, alguna formación estás haciendo. Pues mi pregunta es si no tenemos una responsabilidad los periodistas aunque sea moral, sustitutoria, educativamente sustitutoria, para estos millones de contemporáneos y coterráneos nuestros cuyo único alimento intelectual son los medios: la prensa, la radio y la televisión.
Por lo que pueda tener de ejemplo les contaré que en el combate contra las falsas ciencias, me parece interesante contar la experiencia de la profesora Argelia Ferrer, de la Universidad de los Andes, en Venezuela, que después de hablar del tema de las falsas ciencias, encargó a los alumnos un reportaje en vivo por los barrios de la ciudad, que se llama San Cristóbal, para que trabajaran el tema en profundidad. Ella les recomendó que visitaran a brujos, a espiritistas, a quirománticos, para ver si podían descubrir o bien los trucos o bien su actuación sobre la gente. La clase siguiente consistió en que cada uno contó sus experiencias y realmente lo que pudieron percibir fue asombroso: entre otras cosas se dieron cuenta de la capacidad de observación y de manipulación de los practicantes de la cartomancia, el tipo de clientela (no solo pobres e ignorantes, sino profesionales y gente adinerada), y los consejos que daban a los incautos que les preguntaban para escuchar en general inventos y mentiras. Creo, me decía la profesora Ferrer, que estos alumnos serán, como profesionales del periodismo, cuando acaben su carrera, críticos ante tanto engaño pseudocientífico, que en los países de América a que ella se refería (y en otros muchos del resto del mundo añadiría yo) constituye un lastre muy grave para el progreso individual y social. John Allen Paulos y otros reclaman introducir en nuestras escuelas de enseñanza primaria una ración de escepticismo saludable. Yo añadiría que esta terapia de pensamiento escéptico debe ser mostrada a los informadores de los medios y sobre todo a los alumnos de las facultades de ciencias de la comunicación. Deberíamos tener, anualmente por lo menos, un curso para jóvenes periodistas dedicado exclusivamente al tema de las pseudociencias.
El pasado catorce de noviembre (1995), en el suplemento científico semanal del Heraldo de Aragón, Javier Armentia nos daba una lección a propósito de unas curiosas imágenes hechas públicas por la CNN, a través de la NASA, que correspondían a una región en la que parece se están formando estrellas y que se encuentra a la inimaginable distancia de siete mil millones de años luz. En algunos periódicos la noticia ha sido que la gente bloqueó las centralitas de la CNN para decir que habían creído ver la imagen de Cristo en aquella nebulosa. A propósito de esto Javier Armentia elabora un artículo realmente muy divertido, muy pintoresco, que espero que ustedes puedan leer. Martín Redhfern, periodista científico de la BBC de Londres nos ha recordado la mejor razón de ser del periodismo científico en este campo, porque escribió en una ocasión: los periodistas son lo único que tiene el público para poder comprender un aspecto de las cosas. Creo que la responsabilidad que implica este hecho es preocupante y casi podría decir que aterradora. Cuando le preguntaron por qué no cree en la astrología, el lógico Raymond Smullyan contestó que es géminis y que los géminis no creen en la astrología.
Ponente: Ramón Núñez
Yo quería comunicaros una idea. La idea es que actualmente creo que el periodismo científico es inseparable de la educación científica. Creo que el periodista científico o asume que tiene una tarea de formación científica en la sociedad o, si no, casi seguro que está defraudando. Y que el periodista científico está obligado a los mismos niveles de exigencia que puede estar obligado un educador. Y cuando digo esto, desde mi experiencia en el terreno de la divulgación de las ciencias os tengo que decir que tengo un sentimiento de absoluta frustración. Ni la Educación General Básica, ni la Enseñanza Secundaria Obligatoria y ni probablemente la enseñanza universitaria sirven para que se deje de ser un analfabeto científico. Tal como está diseñado el curriculum a todos los niveles, para lo único que sirve es para que la gente siga asimilando una serie de nombres, una serie de datos, una serie de hechos, una serie de propiedades, una serie de leyes o de teorías, pero que se solapan, se van sobreponiendo a la superestructura que se puede tener dentro de la cabeza, pero que en ningún momento se utilizan para nada. En ningún momento cambian nuestra manera de pensar, en ningún momento cambian nuestra manera de decidir, en ningún momento modifican nuestra vida. Os lo puedo decir, porque es fruto de una experiencia que tuve durante unos diez años, durante los cuales daba cursillos de didáctica de las ciencias a profesores. Entre otras muchas cosas, me dedicaba a hacer malevolamente una encuesta y les preguntaba a profesores de EGB, les pedía que escribieran en un papel aquellas cinco cosas que a su juicio debía saber un niño en ciencias cuando terminaba la EGB y se ponía a vivir en sociedad. Dicho más violentamente, aquellas cinco cosas que es imprescindible saber en ciencias antes que la escuela te escupa a la vida, antes que la sociedad te de la educación científica que cree que ha de darte. Pues resulta que en una encuesta donde había más de mil profesores me encontré con que un setenta por ciento de los profesores citaban el principio de Arquímedes. Evidentemente, después de aquello siempre venía la pregunta: Y tú en tu vida, vosotros en vuestra vida, ¿para qué tuvisteis que saber el principio de Arquímedes? ¿Cuantas veces lo habéis usado? ¿Cuantas veces aquello modificó vuestras decisiones, vuestros pensamientos, vuestra felicidad, vuestra satisfacción? Obviamente, lo mismo podéis aplicar a la ley de Ohm, al principio de Pascal, al primer principio de la termodinámica, a la segunda ley de Newton, al conocimiento de las valencias, a los tipos de enlace... a lo que queráis.
¿Dónde está el drama? El drama para mí está en que seguimos teniendo una educación científica que está asentada en los dogmas. Se trata de coger el paradigma aristotélico, que el pueblo creía de una manera basada en la autoridad y cambiarlo por el paradigma newtoniano. Pero en definitiva es cambiar una fe por otra fe. Seguimos teniendo una enseñanza que está sólidamente basada en la fe en el profesor que es quien tiene todas las respuestas, en el libro de texto que es tiene todas las verdades, y no nos da posibilidad ninguna de salirnos de ahí. Toda la enseñanza está estructurada en clave de convergencia. Convergencia quiere decir que se hacen unas preguntas cuyas respuestas ya se sabe. El profesor, obviamente, sólo pregunta aquellas cosas de las que ya sabe la respuesta, y da la aprobación cuando la respuesta que le dan coincide con la que él tenía prevista.
Como explicar estas cosas es muy difícil, me vais a permitir que termine con una anécdota que seguro que resume mejor que mis palabras teóricas lo que trato de decir. Seguro que alguno de vosotros no la conoce todavía. Yo la llamo la anécdota del barómetro porque se refiere a un examen que una vez le puso a un chaval un profesor de un colegio donde yo trabajaba. Un día me llegaron (yo era jefe de departamento) el profesor y un alumno que habían tenido una discusión. Resulta que habían hecho un examen, el profesor le había puesto un cero y el alumno decía que no lo merecía. Les pregunté de qué se trataba, y me dijeron que era un examen de una sola pregunta y la pregunta era: Indica cómo podrías calcular la altura de un edificio alto con ayuda de un barómetro.
Y el alumno había contestado así: subo a la terraza del edificio, ato el barómetro a una cuerda y voy dejando caer con la cuerda el barómetro hasta que llegue al suelo. Cuando llegue al suelo marco la cuerda, lo vuelvo a subir, mido la cuerda y la longitud de la cuerda es la altura del edificio.
El profesor le había puesto un cero. El alumno decía que la respuesta era correcta. Claro, en aquel momento, yo pensé que el alumno tenía razón de sobra, que aquella respuesta era correcta. Lo que pasa es que si tú le decías al profesor que lo aprobara, normalmente un aprobado quiere decir que se sabe física, y aquella respuesta no lo demostraba. Entonces lo que se me ocurrió fue proponerles que contestara el alumno de nuevo a la pregunta. El profesor embalado en seguida dijo: Sí, sí, que lo haga otra vez. Y el alumno, para mi sorpresa, dijo: Sí, muy bien, pues lo hago otra vez. Le dije que tenía sólo cinco minutos para contestar y le puse como condición que la respuesta a la pregunta tenía que encerrar conocimientos de física. Entonces la pregunta es: Indica como puedes medir la altura de un edificio alto con ayuda de un barómetro pero con una respuesta que indique que sabes física. Entonces, la pregunta es: Indica cómo puedes medir la altura de un edificio con ayuda de un barómetro, pero con una respuesta que demuestre que sabes física.
El alumno se queda delante del papel, pasan unos cuatro minutos, faltaba un minuto para terminar y no había escrito nada. Entonces le digo: ¿No...? Sí, lo que pasa es que tengo muchas respuestas y no se cual será la mejor. Pues venga, que ya es hora.
Entonces rápidamente escribió una respuesta y la respuesta decía: Se sube a la terraza del edificio y se deja caer el barómetro al suelo. Con ayuda de un cronómetro se mide el tiempo de caída. Midiendo el tiempo de caída y aplicando la ley de caída libre de los cuerpos, es decir, s=1/2gt2, calculas la altura del edificio. Le pregunté al profesor si daba la respuesta por buena, dijo que sí y le puso una buena nota y todos felices.
Salíamos del departamento, andábamos por el pasillo y entonces pensé que el chaval había dicho que tenía más respuestas y le dije: Oye, tú decías que tenías más respuestas, ¿cuales son? Hombre, hay muchas. Por ejemplo, si sale un día de sol, puedes coger el barómetro, ir a la calle, poner el barómetro, medir la altura del barómetro y la longitud de su sombra, y medir la longitud de la sombra del edificio. Haciendo una proporción se calcula la altura del edificio. Está bien. ¿Y sabes más? Hay otro procedimiento que es de medida directa y que seguro que te va a gustar. Vas por las escaleras del edificio y coges el barómetro, lo vas pegando a la pared y vas marcando rayas. Un barómetro, una raya. Otro barómetro, otra raya. Subes hasta arriba del todo y tienes la altura del edificio en unidades de barómetro. Bueno, vale, ¿tienes alguno más? Hay uno que es muy sofisticado. Coges el barómetro y lo atas a una cuerda. En la planta baja lo haces oscilar como un péndulo, mides el período del péndulo y por la fórmula del péndulo simple calculas el valor de g en la parte de abajo del edificio. Después subes a la terraza, lo vuelves a dejar oscilar, mides el período, calculas el otro valor de g. Por la diferencia de los dos valores de g podrías calcular la altura del edificio. Y ¿cuál es la mejor? La mejor sin duda ninguna es ir a hablar con el portero. El portero tiene los planos del edificio y se le dice al portero: ¿Ve qué barómetro más bonito tengo? ¡Pues se lo regalo si me mira los planos y me dice la altura del edificio!
Ponente: Ignacio Fernández Bayo
La verdad es que hablar después de Ramón Nuñez siempre deja peor sabor de boca. Yo voy a ser más serio o más aburrido, no sé. Como profesional de un medio de comunicación, es un tema que me preocupa. Oscar, en la presentación, ha dicho que casi todo lo que nos asusta, -hablaba en ese plural que incluye a toda la ciudadanía- o casi todo lo que nos asusta, detrás de eso está todo lo mágico. Todo lo que al fin y al cabo constituye el meollo de las pseudociencias, dice, nos llega a través de los medios de comunicación. Y yo justamente en el guión que había preparado empezaba diciendo que no, pero bueno. Evidentemente los medios de comunicación son una buena excusa muchas veces para echarles la culpa de todo. Y la verdad es que la suelen tener. Yo no lo voy a negar. Pero creo que la principal vía de infiltración de las pseudociencias no son los medios de comunicación. Lo que si quisiera aclarar desde el principio es que me refiero a los medios escritos de información general que es en donde yo he trabajado, o a veces en los especializados, pero siempre escritos. No en la televisión que creo que cumple un papel muy diferente, que debería ser objeto de análisis por otra persona que conozca mejor los medios audiovisuales, porque yo no he trabajado nunca en ellos.
Es cierto que los medios de comunicación escritos recogen y difunden ideas pseudocientíficas, pero yo creo que no tendrían mayor eco si no fuese porque la gente está dispuesta a tragarse esas historias. Dentro del papel de los medios de comunicación en las pseudociencias, en un análisis superficial, he visto que hay cuatro papeles o cuatro formas de infiltración.
El primero está en esas secciones fijas que a veces aparecen. Sobre todo son los horóscopos, pero también podrían ser otro tipo de historias, que casi todos los medios de comunicación escrita de información general, revistas y periódicos, suelen reservarles un espacio. Mi experiencia me dice que entre la gente escéptica es muy criticado este hecho. Creo que la mayor parte de la gente no les da mayor importancia y ve a los horóscopos entre divertidos e incrédulos. Pero es cierto que de alguna manera se les está dando credibilidad al aparecer en un medio de comunicación.
Por otro lado con frecuencia se recogen informaciones: las típicas de curanderismo, de ovnis..., informaciones pseudocientíficas sin contrastar, sin rigor. La tercera forma es por vía negativa: se les dedica a las afirmaciones de los que contradicen estas informaciones mucho menos espacio y mucho menos relevante que las que se dedican a las afirmaciones pseudocientíficas.
Y por último, también por vía negativa, la poca presencia que todavía tiene la ciencia en los medios de comunicación.
Antes de venir y formar esta mesa, Oscar nos ha pedido que no habláramos mucho de periodismo científico. A mi me cuesta, porque es de lo que entiendo, de periodismo científico. Y además es un problema que me preocupa y que creo que tiene que ver con bastantes pseudociencias. Creo que a mayor cultura científica, mayor incultura pseudocientífica, si se quiere, o mayor capacidad para criticar las pseudociencias. También es cierto, como ha dicho Ramón Nuñez al principio, que la cultura, el haber tenido una educación superior, incluso una educación científica, no es garantía de tener una mentalidad científica. He conocido a muchos científicos que se guiaban básicamente por dogmas, aunque no voy a contar casos porque tenemos poco tiempo.
Lo que sí quiero resaltar es que, en los medios de comunicación, los periodistas científicos que podríamos servir de filtro para este tipo de informaciones somos pocos y tenemos muy poco peso en los medios de información general. El staff, el jefe de redacción, que es quien decide al final qué informaciones van, rara vez nos consulta. Porque a no ser que vayan a ir directamente y las tengamos que cubrir nosotros, o vayan en un suplemento, (como en mi caso, que siempre he trabajado en suplementos), a no ser que vaya a ir en mi suplemento, donde yo decido si va o no va...
De lo que sale en las páginas de sociedad en Diario 16, que es el medio donde trabajo, a mí no me consultan nunca nada. Recuerdo haber ido a hablar varias veces con el jefe de Sociedad para pedirselo antes de publicar una información. No solamente por su contenido pseudocientífico, sino porque a veces son informaciones científicas que carecen de rigor o que ya no son ninguna novedad y de repente alguien las ha dicho y se les da mucho más espacio del que merecen.
Hay que pensar que los miembros de staff, los periodistas en general, tienen poca cultura científica y poca preocupación. En eso creo que son un fiel reflejo de la sociedad. Si las pseudociencias tienen cabida en los medios de comunicación es porque, al fin y al cabo, los periodistas que los dirigen son un reflejo de la sociedad que también están deseando conocer este tipo de noticias. Si intentas discrepar con el redactor-jefe y le dices que aquello no tiene ningún sentido, siempre te dicen aquello de que quien sabe si será verdad. Y la verdad es que, como bien sabéis, nunca se puede demostrar que la afirmación de un parapsicólogo es mentira. Se puede demostrar, como ayer decíamos hablando de Randi, que un experimento similar tiene truco, pero es difícil, la mayor parte de las veces, demostrar que el experimento original es falso. Cuanto más misteriosa y sorprendente es una noticia, el redactor-jefe la va a ver con mejores ojos. Si además supone un enfrentamiento con cualquier tipo de estamento de los que podríamos decir oficial, y no me refiero al político sino a la ciencia oficial, pues mucho mejor. Si además ofrece la posibilidad de realizar la curación de alguna enfermedad que esté muy de moda (por ejemplo, del cáncer y del SIDA, que todos los días nos están anunciando curanderos que son capaces de curarlo) pues mejor todavía. Muchos de los jefes reconocen que ellos no se lo creen, pero que creen que esas noticias no hacen daño a nadie. Eso sería discutible.
Podemos hablar después de periodismo científico, sobre todo de por qué tiene los problemas que tiene para encontrar espacio en los medios de comunicación. Pero hay otro punto que sí me interesaría tocar, y que lo he tocado en otras ocasiones, recientemente. Cuando me piden que participe en una mesa redonda de las más diversas cuestiones, siempre se invita a un periodista con frecuencia a que hable para saber cómo los medios de comunicación pueden ayudar a cambiar algo. En el último mes he estado en una mesa redonda sobre los problemas del agua y medidas medioambientales en general, y en otra sobre los hábitos de consumo alimenticio. Y lo que digo siempre es que los medios de comunicación, ese Cuarto Poder del que tanto se habla, yo lo relativizaría bastante. Para empezar hay un contraste entre la credibilidad del periodista y la credibilidad de los medios. En una encuesta que salió hace tres o cuatro años (ahora quizás haya cambiado esa percepción) se pedía a los encuestados que dijeran las profesiones que más credibilidad les ofrecían y las que menos. Los periodistas estábamos entre los que menos credibilidad, solamente por detrás de los políticos. Otros profesionales, los médicos y los educadores estaban entre los que más credibilidad suscitaban. Y, sin embargo, es bien cierto que lo que sale en los medios de comunicación, lo que sale escrito y lo que sale en la televisión va a misa: ha salido en el periódico. Sin embargo, si la gente supiese cómo se hace un periódico, cómo es posible que salga el periódico cada día, dejaría de tener esa fe.
Pero además, se suele pensar que la prensa es capaz de producir grandes impactos en la opinión pública. Eso que ahora se ha dado en llamar con ese palabrejo de alarma social. Yo creo que los medios de comunicación no tienen tal capacidad. Es cierto que pueden provocar un impacto, pero yo lo califico de superficial: no es nada profundo. Es más, lo que hoy sale en un periódico muere mañana cuando sale el número siguiente. Y la gente se olvidaría de esas noticias que iban en el periódico de ayer si no fuera porque los periódicos al día siguiente se encargan de mantener vivas aquellas noticias con las que, eso sí, a lo largo de una continuidad, consiguen que vaya generándose un impacto.
Nosotros podemos mañana conseguir que El País publique una página entera en Sociedad dedicada al Congreso de Pseudociencias y a contar lo que queramos, la página más maravillosa, más clara, más contundente... Pero probablemente, dentro de una semana, nadie se acordaría de ello. El impacto sobre la opinión pública es muy pequeño.
Otra cosa es el impacto sobre los dirigentes. Los periódicos son la vía a través de la cual los dirigentes de todo tipo, políticos, sociales y económicos, viven su importancia. Y ellos sí tienen muy en cuenta esas cosas. Tienen gabinetes de prensa las empresas, los organismos públicos... Tienen gabinetes de prensa que les recogen esa información, se la elaboran, se la digieren si es necesario y están continuamente diciéndoles lo que ha salido y lo tienen muy presente. La opinión pública, no. La opinión pública pasa sobre las noticias y le van quedando. Lo que sí venden los medios de comunicación y la frase de McLuhan cada vez me parece más acertada, son modelos, modelos sociales. Si en los medios de comunicación no damos ciencia, estamos vendiendo un modelo de sociedad acientífica, y en ese sentido estamos ayudando a que se perpetúe el pensamiento mágico e irracional entre la población.
Con esto quiero decir: no basta con que un día salga una noticia. Hace falta una continuidad. Si la gente preocupada por la expansión de la pseudociencia quiere tener esa continuidad debe plantearse muy seriamente, me refiero a ARP en este caso, el hacer una acción continuada de contacto con aquellos periodistas que les son más próximos, que justamente son los periodistas científicos, de mantenerles informados con regularidad, de suministrarles información digerida, en el sentido de darles titulares, darles frases sensacionalistas que son las que al final consiguen vender.
Hay una cosa que ha dicho Manuel Calvo, de la que yo también tenía pensado hablar: es la responsabilidad. Se habla mucho de la responsabilidad social de los medios de comunicación. Yo distinguiría la responsabilidad del periodista responsable, y valga la redundancia, de la responsabilidad de los medios. Los medios de comunicación son empresas privadas, la inmensa mayoría de ellas (y las que son públicas se parecen cada vez más a las privadas) destinadas a ganar dinero. Si la sociedad quiere exigir a los medios de comunicación, a esas empresas, una responsabilidad social, una responsabilidad educativa por ejemplo, debería también saber y decidir qué tipo de compensaciones, -fiscales, económicas, etc.-, les va a dar por cumplir ese papel de responsabilidad social. Y eso que se repite mucho, lo la responsabilidad social, creo que choca con la libertad de empresa. Creo que los medios de comunicación en general son bastante poco responsables porque como digo son empresas privadas. Otra cosa es el periodista. Yo como periodista, personalmente, sí me siento responsable y procuro ejercer mi labor de acuerdo con esa responsabilidad.
Ponente: Luis Alfonso Gámez
Yo soy quizás, o sin el quizás, el único que no puede llevar el adjetivo científico por ninguna parte. Soy un simple redactor de un periódico de provincias que cubre información local y que desde hace años estoy muy interesado por todo el mundo paranormal, por llamarlo de alguna manera. No puedo ser tan brillante como mis compañeros en disquisiciones teóricas, porque se bastante menos que ellos, pero voy a hablar de un aspecto que es el día a día de un periódico. Podría hablar de revistas esotéricas, pero ya tendremos tiempo en otros momentos del debate de criticar sus actitudes. O de revistas de divulgación científica. Voy a hablar de lo que llega a la gente. Lo que llega a la gente son los periódicos en general y alguna revista de estas de información general (que cada vez hacen más prensa del corazón y prensa variada, pero son de información general). Frecuentemente, en los últimos ocho años me he visto ante un dilema. Yo no creo en lo paranormal. Soy muy crítico con lo paranormal e intento en el medio para el que trabajo frenar lo paranormal. Pero hay veces que es imposible: si tu redactor-jefe, como bien dice Ignacio, o tu director viene con un papel en el que un amigo de él, o un amigo de un amigo, trae a un charlatán (en el más amplio sentido de la expresión) a hablar de la sábana santa, del zahorismo, de los platillos volantes, etc...
En los periódicos se conoce todo sobre casi todos, y en el mío saben de mi interés por esto, así que el tema acaba cayéndome a mí. He tenido que lidiar estos toros en cinco o seis ocasiones, y es muy duro porque tú piensas: Mi nombre va a aparecer. Yo, en el fondo, parece que voy a estar apoyando a este individuo. No creo nada de lo que dice. Es más, me parece un falsario y lo que dice no tiene fundamento. Y encontré una manera de intentar salvarlo, aunque a veces no resulta: la entrevista. La entrevista, dependiendo de cómo se haga, puede dejar que el periodista esté en ese segundo plano tan deseable que a mí me gusta y que sea el protagonista el que habla, y que el entrevistado, si es muy desquiciado (y suelen serlo generalmente los que más cancha dan), se ponga en ridículo a sí mismo. Lo hacen con una facilidad increíble. No les cuesta nada hablar de conspiraciones mundiales. Al día siguiente, cabe la posibilidad y a mí me ha pasado en varias ocasiones, de que venga tu director y diga: Esta entrevista, ahora viéndola, no teníamos que haberla hecho, porque este tipo está absolutamente sonao. Y te dices: Bueno, pues he conseguido trasmitirlo, ¿no?
Esta es la esquizofrenia en la que uno se puede mover cuando le encargan una cosa con la que es incompatible. Pero un periodista local cubre lo mismo un accidente con cinco muertos que una inauguración.
Los periódicos tenemos al día un problema que es llenar el espacio. Y en provincias tenemos que llenarlo de cualquier manera. Claro, en provincias hay bastantes menos conferencias y menos actos que en Madrid o Barcelona. Entonces, viene un señor a hablarte de exobiología, uno que de exobiologia no sabe nada, y... que era director de un conocido programa esotérico en televisión, que ahora no está en antena, y se le da cancha porque hay que llenar una página. Este es un problema que tenemos todos los días.
El otro día, en la rueda de prensa del inicio del Congreso, preguntó una compañera de un medio navarro. Hizo una pregunta que nos inquietó un poco y que respondió muy bien Oscar Menéndez. Si a mí me pasa algo, si ocurre algo esotérico a las siete de la tarde, o al cierre del informativo, ¿qué hago? Porque parece que todos sabemos qué hacer cuando va a dimitir un presidente de gobierno. Y Oscar le dijo: Si te pasan al límite de un informativo que Felipe González ha dimitido, ¿lo comprobarías o saltarías al informativo con ello?. Evidentemente lo comprobaría, el periodista recurriría a sus fuentes. Y es lo que falta muchas veces a los periodistas. Nos faltan fuentes. Nos falta saber a quién podemos llamar para preguntarle si la acupuntura es una medicina real, una medicina efectiva, una medicina en definitiva, o si han visitado la tierra venusianos, por ejemplo. Los periodistas no tienen a quién agarrarse porque el periodista general, y yo digo que soy un periodista general que sabe un poquito de todo pero mucho de nada, tenemos que andar picando por todos lados.
Entonces es vital comprobar las fuentes, y ayer hubo un ejemplo práctico. Cuando estábamos trabajando aquí, antes del inicio del Congreso, apareció un OVNI. Entre Javier Armentia, Victoria Toro... pusieron en marcha unos mecanismos gracias a los cuales en hora y media sabíamos de dónde venía el OVNI y hoy ha salido publicado. ¿Qué hubiera pasado si no hubieran estado Javier Armentia y Victoria Toro? Pues que habría venido una nave extraterrestre. Eso es algo que yo no dudo. A mí me ha pasado muchas veces: que te dicen comprobar y lo compruebas. Si un político dice hache, intentamos comprobar que es hache. Y en cambio, en pseudociencia, si alguien nos dice que tiene una medicina milagrosa que cura no se qué, mediante tal, y luego impone las manos, no se cuestiona. Yo creo que el ejemplo del OVNI de ayer de Pamplona, nos sirvió para mucho. El ejemplo de Roswell nos ha servido para volver a sacar a la luz a esas revistas de información general que titularon con el extraterrestre. No recurrieron a las fuentes fiables, se fiaron de charlatanes. Lo que ha de hacer alguien que quiere dar a conocer la otra parte de lo paranormal, porque lo paranormal se vende con sensación, se vende con una gran afirmación, es salpicar el discurso, cuando hablas con un periodista, de cuatro o cinco frases rotundas, que sean la verdad aunque no sean toda la verdad, pero que enganchen, ¡qué es lo que hacen los charlatanes en el fondo! Aprovechemonos de eso para captar su atención y luego en medio meter nuestro discurso. Yo también he tenido la fortuna de entrevistar a divulgadores científicos y a algún científico y he sacado el titular. Quizás me puedan acusar de tendencioso, pero le he sacado al titular la frase más llamativa. No he sacado: La ciencia es lo principal para el ser humano. por ejemplo. Lo he llevado por otros sitios que sean más amarillos. Claro que yo tengo fama de amarillo entre los compañeros...
Turno de debate
(Las intervenciones de oyentes no citados expresamente figuran en cursivas)
Oscar Menéndez: Creo que podemos iniciar ya el debate sobre cómo se cuela el esoterismo en los medios de comunicación sin ningún control o con muy poco control. Por otro lado, me gustaría comentar que entre el público está Miguel Ángel Almodóvar, al que no podemos dejar de hacer referencia porque trabaja en La aventura del saber que como sabéis, sobre todo los que habéis visto el dossier, ha recibido uno de los premios lupa escéptica que ARP concede este año, por su reportaje Cuando se apagan las luces de la razón.
Miguel Ángel Almódovar: Yo hecho en falta, al hablar de medios de comunicación, los medios audiovisuales. Ignacio decía que no todos somos especialistas, pero sí todos somos televidentes, y sí que estamos asistiendo al fenómeno de la introducción de todo lo paranormal en los medios de comunicación. Se decía esta mañana que a lo mejor el hecho de la aparición de las televisiones públicas ha influido de alguna forma en esta eclosión. Yo creo que actualmente la televisión pública tiene tantos charlatanes como pueda tener la televisión privada. Y no tanto en los programas especiales que se hacen, sino en todos esos programas magazine, o programas autobús, donde se cuela todo y donde aparecenm y donde lo mismo se hace una entrevista a una cantante famosa, que a un deportista que ha logrado una marca, que a alguien que habla con los muertos o cosas por el estilo. Esta mañana decía Félix Arés: ¿De donde sale toda esta gente? La mayoría de ellos se ofrece. Es gente que continuamente está apareciendo. ¿Qué es lo que ocurre? Que, en general, sea cual sea el tratamiento, hay un folclorismo en estos personajes. Suelen ser personajes muy agradecidos de entrevistar. Por ejemplo, Pepe Navarro en su programa suele llevar a esta gente porque le da mucho juego. Realmente una señora a la que se aparecen nueve familiares muertos, pues es gracioso. Yo creo que no se trata tanto de darle pábulo... Evidentemente, el entrevistador, en la mayoría de los casos, no se lo cree. Pero hace gracioso, hace simpático. Se supone que a la gente le divierte esto y ahí van apareciendo.
Nosotros, en el programa de la mañana de televisión española, en el magazine de la mañana, tenemos casi constantemente a Milingo, este personaje que cuando no hace curaciones milagrosas, conoce a una monja que llora sangre, y últimamente parece que levita. Bueno; pues ahí está porque es gracioso. Es un cardenal que forma parte de la curia de Roma y que, como sabéis, lo último que hace es cantar. Todo esto resulta gracioso. ¿Cómo se cuela todo esto en los medios de comunicación? Porque aparentemente el periodista o el responsable del medio no se hace... no toma partido por el personaje y por lo tanto se queda más o menos en un terreno neutral, que evidentemente es muy peligroso. Por ejemplo todos estos productos milagro que han florecido. Como sabéis el problema es que tampoco hay una legislación que impida que todo esto se esté vendiendo. Nosotros estamos recibiendo ahora demandas en televisión de pulseras magnéticas que dicen: demuestre usted... A Miguel Ángel Sabadell le he mandado unos papeles para que me los comente, porque tenemos ya bufetes de abogados encargados de esto... demuestre usted que esto no cura. Es muy difícil demostrar que no cura. Es imposible. Ellos sostienen que cura. Y lo que hacen los de las pulseras es decir: Mire, las otras no curaran, pero la mía sí. Esto está en un escrito de un prestigioso despacho de abogados. La difusión de somnios, que se había prohibido, ha vuelto porque han pleiteado y han ganado la posibilidad. ¿Cuál es la actitud ante eso? Creo que demostrar o poner a esta gente sobre el objetivo real de su actividad, que suele ser la de ganar dinero. Es decir al individuo que tiene estas experiencias de vida después de la vida que va y que viene: Pues bueno... yo no sé si esto que usted cuenta es cierto. Lo que sí se es lo que usted está obteniendo de esta experiencia. Y esto sí se puede demostrar y eso sí se puede contar a la gente. El objetivo fundamental de leer el porvenir de las personas es obtener dinero de esas personas. Esto sí es un hecho. Yo creo que tomarse un poquito a broma a todos estos personajes y, en definitiva, demostrar que su objetivo último no es otro que el de obtener pingües beneficios es una forma de rebatir, porque el otro camino esta cerrado. Teniendo en cuenta que a ellos tampoco les importa. Yo he estado con Raymond Moody en televisión, y a Moody le importaba un bledo que le pongas en cuestión. A lo que viene a España es a vender libros y a obtener dinero por conferencias. Yo creo que eso es lo que hay que plantear. ¿Cuánto gana usted y por qué hace usted estas cosas?
Oscar Menéndez: A mí me gustaría comentar una cosita y tal vez como moderador no debería, pero la picazón me puede. Has comentado sobre los magazines. Parece inevitable que vayan a los magazines toda esta sarta de videntes, sanadores, etcétera. Pero los que estuvimos ayer por la tarde vimos en el documental sobre Randi, cómo Johnnie Carson en su programa sabe tratar a Uri Geller en su justa medida, que es no permitirle que lleve las cucharas trabajadas desde casa, ni que toque los recipientes con agua para saber cual tiene agua y cual no. Yo creo que todos podemos hacer un esfuerzo. Tu puedes ser un ejemplo de que a pesar de todo, contra todo, y aunque nos envíen cartas los abogados, podemos intentar seguir dando el callo. Miguel Ángel Almodóvar: Por terminar, decía Ignacio que si la gente supiera cómo se hace un periódico se asombraría. Yo creo que todos deberíamos pasar por esa experiencia, cómo se hace, cómo sale un programa de televisión al aire. Cómo sale un programa, un magazine como el de la mañana de televisión española, de dos horas y media... en el que cabe todo, absolutamente todo. Es un poco el más madera que es la guerra. Sí, la locomotora tiene que estar recibiendo madera permanentemente. Al final cuela todo y entra todo, no hay ni un momento de reflexión, hay que hacer mucha televisión, hay que rellenar muchísimos espacios. Todo el mundo se queda muy conforme, como os decía al principio, con esa actitud de decir: yo no estoy diciendo que crea que la monja de Milingo llora sangre, pero resulta gracioso ver allí a Milingo disfrazado de cardenal y contar lo de la monja. Incluso puedes embromarle un poco, hacerle alguna gracia, y tu conciencia de periodista queda tan satisfecha.
Luis Alfonso Gámez: Yo quería comentar respecto a los controles, que has mencionado, de Johnnie Carson. La última vez que vino Uri Geller, fue al País Vasco, y fue a ETB2. No lo anunciaron y este hombre aparecía el viernes en el programa de José María Íñigo que, que casualidad, había sido el que años antes lo había potenciado. Esto fue hace cinco o seis años. Entones salió en el periódico, nos enteramos y Félix Arés y yo llamamos a ETB2, y dijimos: Mire, va a venir Uri Geller y queremos hablar con Íñigo. Nos pusieron con la persona que llevaba la producción del programa y le dijimos: Mire, no sé si sabrá que ha pasado esto con Uri Geller, y le contamos toda la historia. El productor nos dijo: Sí, sí, ya sabemos todo esto de las demandas, de los ilusionistas que duplican a Geller. Ya, pues quisiéramos estar nosotros en el espacio para controlar un poco que el señor no se desmande. Y luego pensamos llevar evidentemente a un amigo ilusionista para que no nos diera gato por liebre. Porque nosotros somos humanos y nos lo podía dar. Nos lo prohibieron tajantemente. Nos dijo el productor que no había tiempo, que se había cerrado ya el cupo de invitados. ¿Como se puede cerrar si son las nueve y media, ha salido en el periódico hoy y nadie se ha enterado? No, no, pues se ha cerrado. Y entonces no hubo controles. Uri Geller hizo el truquito de la telepatía, pero Uri Geller no hizo el de las cucharas. Y Uri Geller no hizo el de las cucharas por una sencilla razón. Fuimos nosotros después a la televisión para ver por qué. Y tampoco nos lo querían decir. Pero hablamos con la de recepción, que son gente muy simpática. Le dijimos: ¿Por qué no ha doblado este hombre las cucharas?. No, mira, es que se dejó las suyas en el hotel. Ah. ¿Y no le servían las que teníais aquí?. No. Se había dejado las suyas en el hotel y entonces el truco no salía. Pero claro, eso fue suerte, porque lo demás habría doblado cucharas, habría hecho de todo, y había vuelto a hacer... Ahí entra en juego la integridad del periodista que es lo que hemos estado hablando antes.
Miguel Ángel Almodóvar: Eso es una contradicción... la integridad del periodista... casi es una contradicción en los términos... Quiero decir, la ética en el periodismo. Mi experiencia es que la ética en el periodismo cuenta bastante poco. Como tú estas contando, son conscientes, plenamente conscientes de que aquello es un truco, de que es todo falso, pero lo que interesa es simplemente conseguir audiencia. Y lo que yo repito es que si eso es una empresa privada cuyo objetivo es ganar dinero, nada que objetar.
Luis Alfonso Gámez: Pero ésta era una empresa pública. Eso es lo que a mí me preocupaba. Porque las empresas privadas tienen sus intereses.
Miguel Ángel Almodóvar: Ahora, hay muchas otras formas de vender... por ejemplo, cogiendo esto mismo de las pseudociencias. Hace un momento se me ha ocurrido que ayer estábamos hablando de que tresmil videntes habían sido consultados para encontrar el cuerpo de Anabel Segura y ninguno consiguió localizarla. He escrito aquí un titular posible y que seguro que llamaba la atención. No es gran cosa, pero... No acertó ni uno. Subtítulo: 3.000 videntes intentaron saber donde estaba Anabel Segura.
Oscar Menéndez: Esto son declaraciones del propio Escuredo que fue portavoz de la familia de Anabel Segura, en las que dijo que él tenía contabilizadas tresmil llamadas de videntes, diciendo, los tresmil, donde estaba Anabel Segura. Por supuesto que cada uno decía un sitio diferente y ninguno acertó. Nosotros comentábamos que si uno tira sobre un mapa de España tresmil dardos, uno cae en la fabrica de vidrio donde estaba Anabel Segura.
Miguel Ángel Almodóvar: Pero yo quería aclarar que aunque no caiga el dardo, tampoco pasa nada. En los programas de televisión continuamente salen personajes que dicen cuándo va a llover. Esto ha pasado durante los dos meses pasados, octubre y noviembre, han salido diciendo: El día veintiséis va a llover. Si el día veintiséis hubiera llovido el personaje hubiera vuelto al programa, se le hubiera hecho una entrevista... Pero como no llovió no pasó nada. Nadie comentó nada. Quiero decir, que aunque no ocurra... tampoco se espera... Hay una especie de juego consentido por parte de todos. Yo os puedo decir, desde luego, que en el magazine de Pasa la vida de televisión española la chica que tenemos allí que hace el horóscopo del viernes, Esperanza Gracia, recibe aproximadamente setecientas cartas semanales. Son remeros de cartas los que recibe. Y termina su intervención y la gente llama a centenares, que por favor, que no se han enterado de sagitario, que qué es lo que ha dicho del amor de sagitario. Esto es serio. Yo creo que no es tanto un problema de incultura científica sino de incultura general. Hay un problema de incultura general, ciudadana y desde luego de los medios de comunicación. Los periodistas son uno de los sectores verdaderamente incultos de nuestra sociedad. A lo mejor esto que estoy diciendo es una barbaridad. Pero lo constato. Como gremio, es un gremio inculto.
A mí, por ejemplo, quitar a Rappel de la televisión me parecería como prohibir las ventanas del sexto piso porque te puedes matar. A los niños, de pequeños, lo que se hace es enseñarles que si te tiras por la ventana te matas. Incluso si es necesario que se dé algún porracillo, que se lo dé. Yo no tengo ningún problema porque Rappel salga en la tele, porque no tengo tele. Sé que me pierdo muchas cosas, de acuerdo... bueno, no tantas. Yo estudio filosofía en Salamanca, y allí te encuentras a un monje dominico que dice que ha visto el punto de luz. Eso en filosofía... Te encuentras a un señor que dice que da antropología, Heidegger, el ser y el tiempo y nada más... hitleriano, por cierto. Habría que presionar, más que en los medios de comunicación, en lo que es la enseñanza, en los planes de estudio. El plan nuevo de estudios se va a poner terrorífico, cada uno tira para su casa y la filosofía se queda en nada. Se queda en tres horas y el plan de estudios, en nuestra opinión, es patético. Yo creo que habría que presionar más en lo que es la enseñanza, tanto universidades, como institutos, como colegios, más que en los medios de comunicación. Si la gente sabe lo que quiere, luego que lo elija. Si una persona sabe lo que le conviene, si le gusta Rappel, pues que vea Rappel, y allá él y su inteligencia.
Oscar Menéndez: Yo estoy un poco de acuerdo contigo, pero vamos a intentar ceñirnos al periodismo porque es el asunto del debate. Creo que lo que tú has dicho es clave, la desgracia es que no entra directamente en este debate, aunque es muy importante dejarlo claro. El periodismo no tendría, entonces, ninguna culpa de esto
Oscar Menéndez: Me gustaría que todo el mundo pensara que el periodismo no tiene la culpa. Yo, desgraciadamente, lo veo desde dentro y pienso que tiene muchísima culpa. Algo tremendo de culpa, pero a lo mejor me equivoco.
Miguel Ángel Almodóvar: Quisiera hacer una aclaración sobre Rappel. Me parece que lo de Rappel es interesante, porque Rappel no solamente es un farsante gracioso, un tipo con peluca. Es un tipo que ha cometido delitos, pero delitos demostrados. Es decir, este tipo ha cobrado dinero a la abuela de un niño desaparecido y le ha dicho que no se preocupara, que estaba con unos feriantes, y que no había ningún problema, cuando el niño estaba muerto; al niño lo habían asesinado. Y le dice a gente por teléfono, esto lo he visto yo y lo habréis visto vosotros: a una madre, cuyo hijo ha sido examinado por distintos especialistas y a quien han dicho que tiene un cáncer linfático, Rappel le dice con dos narices que no. Dice: no, no, por lo que me cuentas, no tiene cáncer. Esto me parece que es entrar ya en el terreno estricto del delito, las cosas de Rappel.
Yo quisiera en primer lugar felicitar a los cuatro ponentes, y al moderador, y voy a introducir un par de temas que quizás alguno no sea muy de hoy, pero a mí me interesa clarificarlo. Es una respuesta a la intervención de Fernández Bayo que, por otra parte, ha sido magnífica, cuando ha afirmado que los científicos a veces se guían por dogmas. Yo quería decir que un dogma, ya por definición, nunca es científico. La ciencia nunca puede ser dogmática, la ciencia como todos sabemos, como todos estamos de acuerdo, es provisional, es transitoria, no hay verdades definitivas... quizá haya paradigmas, como ha dicho Calvo Hernando, que son un poco modas que se imponen, pero creo que hay que distinguir bien la creencia de la ciencia. La creencia si que es dogma. Al fin y al cabo un dogma es una creencia que se impone a los demás. Este es el primer aspecto. El segundo es que se ha dicho aquí algo que me ha interesado mucho, que es la afirmación de McLuhan cuando dice que en el fondo los medios de información todos venden modelos sociales. Venden modelos sociales y venden ideología. Venden ideología que dice que tan irracional es la ciencia, les parece irracional, la economía les parece irracional, la filosofía les parece irracional, la política les parece irracional y en el fondo venden irracionalidad. Y esto es la ideología que sustenta un modelo social determinado. Ignacio Fernández Bayo: Sí, yo quería que ese contraste... yo no me refería a los científicos ejercientes, porque me parece que el científico ejerciente tiene que ser muy consciente de justamente en qué consiste la ciencia. Lo que quería decir es que muchos licenciados en carreras científicas no han conseguido entender en que consistía precisamente la mentalidad científica. Eso sí lo he detectado.
Yo soy profesor. Si yo tengo que estar contando algo que sé que es mentira, día tras día, eso no lo entendería nadie. Me resulta difícil que un profesional se vea en la obligación de estar contando, o asistiendo, o programando cosas que él sabe que son fraudes. Es algo que me cuesta trabajo. Entonces me enfado con los periodistas cuando tengo que hablar de estos temas. No todas las personas tienen acceso a los canales de información. Yo no estoy de acuerdo con que en los medios de información entra todo. No es cierto. Yo no he podido colocar artículos, noticias, muchas veces porque no estaban de moda, por insensibilidad, por ignorancia del periodista, o por motivaciones políticas porque eran otras épocas, sobre todo en su momento temas de ecología. Ahora pasa un poco lo mismo con ciertos temas. Cuando uno quiere rebatir con pseudociencia se enfrenta con una avalancha de información pseudocientífica. Y yo cuando quiero plantear una avalancha mía de pseudociencia, es decir, de pseudoliteratura, los periodistas se me estropean de risa. No he conseguido colocar un artículo en el que demuestro claramente pues que Cervantes no existió, que el que existió fue el Quijote, y hago una demostración clara y palpable. Y se me ríen. Entonces yo no tengo el mismo acceso de información, a la información que otros charlatanes. Evidentemente, es conocido por todo el mundo justo lo contrario de lo que acabo de decir. Hay una cierta cultura literaria y por lo tanto cualquier periodista se ríe de lo que yo le estoy diciendo. ¿Cómo que el Quijote...? ¿que tontería me estás contando?. No tienes acceso a la información. Pero en cambio, con problemas que tocan con una cultura científica, con una concepción científica, ahí, yo creo que hay varios factores evidentemente, pero uno de ellos es la insensibilidad o el analfabetismo científico de quien recibe y transmite esa noticia, que puede ir desde el jefe de redactor, no se le cae la cara de vergüenza, porque resulta que nunca nadie le ha dicho que está contando verdaderas tonterías. ¿Cómo usted no me cree a mí que yo le diga que he visto una vaca volando y sin embargo se cree que un señor le diga que acaba de aparecer un ovni con cuatro orejas verdes? Es más fácil pensar en una vaca volando. Hombre, cualquiera por telepatía puede... Es muy fácil. En cambio un hombre verde significa muchas transformaciones. Quiero decir que depende entonces de esos intereses. Para acabar, aparte de esa insensibilidad que no sé muy bien por dónde viene, yo creo que también en los medios de comunicación están favoreciendo mucho una ideología flácida, una ideología de pensamiento débil, una ideología de no pensar, de falta de reflexión crítica. Y eso está avalado por muchos profesionales, que serán muy buenos en muchos campos, pero que ahí demuestran una falta de ética enorme. Entonces, yo, no lo entiendo, es algo que me cuesta trabajo. Evidentemente, yo siempre que tengo oportunidad de hablar con algún profesional en Galicia, que es donde estoy, procuro hacerle ver que lo que está haciendo es algo que él no se lo transigiría al profesor de sus hijos. No le transigiría bajo ningún concepto que le estuviera contando, metiendo goles sobre cualquier materia de literatura, de historia o de ciencias.
Lo que me ha llamado también la atención es que si es cierto lo dicho anteriormente, evidentemente, los que tienen que llenar las páginas o los programas o lo que sea... demuestran de alguna manera es una cierta incapacidad y falta de originalidad para llenar esas páginas con cosas muchísimo más interesantes que darle a cuatro charlatanes una página entera. Es decir, se está potenciando un tipo de cultura, un tipo de señor, se está mediatizando eso por intereses que a mí se me escapan un poco. Porque a veces se dice: la audiencia. Los que tenemos cierto sentido crítico debemos poner de manifiesto a los periódicos que son insensibles a determinadas cosas que pueden tener problemas porque están contando verdaderas burradas.
Luis Alfonso Gámez: Quería aclararte que cuando has comentado lo de la falta de espacio o falta de imaginación, es que hay veces que trabajamos en los medios, yo hablo de los medios escritos que son los que conozco, divididos en secciones. Entonces las secciones se pelean por el material. Llega un momento en el que no hay nada y si ese día hay un charlatán que habla, puede que a alguien en las altas alturas se le ocurra decir: pues el charlatán. No suele ser habitual, pero ocurre. Puede ocurrir también que tú intentas vender: Le hacemos esto a este científico, a este crítico, porque resulta que mira, te va a salvar una página. Y se lo intentas vender esto al redactor jefe. Es todo un juego de compraventa.
Solo quería puntualizar que con respecto a que no entra todo: ¡y menos mal! Por desgracia no entra todo lo bueno. Pero lo malo que llega por agencias es inimaginable. Contactos sexuales entre terrestres y extraterrestres llegan por las agencias cada dos por tres. Sudamérica es un filón. Satanismos, parapsicólogos... Yo tengo más información en estos momentos recopilada en los últimos meses de agencias que no ha salido publicado en los periódicos, que de periódicos.
Quizá tendríamos que ser los escépticos (fijaros que estoy hablando desde dos puntos de vista a la vez) los que tendríamos que aprender a vendernos. Los que tendríamos que aprender a decir, tranquilamente, por ejemplo, estas dos portadas que ya comentaremos el próximo día. Estas dos portadas son dos revistas de la competencia de lo paranormal en España. Una dice: Exclusiva Mundial: habla el cámara de las autopsias. Se refiere a las autopsias de los alienígenas estos de Roswell. Conspiración. Por qué ocultaron al mundo la evidencia extraterrestre. El artículo lo escribe un íntimo amigo de la persona que escribe otro artículo que dice que las imágenes del extraterrestre de Roswell son un montaje fraudulento en otra revista esotérica. ¿Por qué esta revista esotérica dice que es un fraude y por qué ésta dice que es cierto? Bueno, estad seguros de que ninguno de los dos individuos que han escrito esto lo tenían muy claro hasta el final... los dos saben que es un fraude... pero es una guerra comercial. Javier Sierra, el ufólogo oficial de Año Cero, está dispuesto a tragar con todo porque así se lo han ordenado. Y hace tres años escribió un artículo sobre noticias basuras, comentando Noticias del mundo y cosas así, y conversaciones de Bush con los extraterrestres... y hoy saca esto. Y Josep Guijarro, íntimo amigo de Javier Sierra va por el otro lado. Cada uno juega una baza. Son intereses comerciales. Y aquí, obviamente, en estas revistas, excepto alguna vez que se les escapa algo, dudo que nadie busque la verdad. Yo quiero que quede muy claro que hasta ahora ninguno de los que estamos en esta mesa todavía no nos hemos referido a este tipo de periodismo.
Ignacio Fernández Bayo: Si vas a un medio de comunicación diciendo que Cervantes no escribió el Quijote, llegarías tarde. Martin Gardner ya lo dijo1. Está en un capítulo de un libro que se llama La ciencia: lo bueno, lo malo y lo falso, y dijo que lo había escrito Sancho Panza. Y además decía Martin Gardner que Cervantes no había hecho más que novelas cortas, y de repente hace una obra genial, que era incomprensible.
1.- Efectivamente, eso dice Martín Gardner. Pero dicho capítulo, La irrelevancia de Conan Doyle, en el que se demuestra que Conan Doyle no pudo inventarse a Sherlock Holmes, apareció originalmente en una publicación sherlockiana. Los aficionados a Sherlock Holmes, el gran detective, mantienen en broma que fue realmente el Dr. Watson quien escribió las aventuras de Holmes, que ambos existieron en la realidad, y que Conan Doyle fue únicamente su agente literario. La ocurrencia sobre Cervantes, Don Quijote y Sancho Panza, debe quedar claro, forma parte del ismo juego. (Nota del transcriptor).
Y dice que Cervantes se encontró la obra escrita por alguien que era Sancho Panza, y que en realidad fue Sancho Panza el que escribió el Quijote.
¿Que tipo de representatividad tienen los medios de comunicación? ¿Por qué un medio de comunicación tiene que aceptar lo que tú le lleves? No digo que lo que tú le lleves sea verdad o no, sino simplemente si le interesa o no le interesa. ¿Quién hace la valoración? Pues la valoración la hace el propio medio. Como si te dedicas a ser representante de camisas y vas a la tienda de la esquina y le dices: Tenga estas camisas. No me interesan. Oiga, son excelentes y las más baratas del mercado. ¡No me interesan! Evidentemente el problema es que si consideramos que si los medios de comunicación son uno de los pilares, el cuarto poder ese, uno de los pilares de la democracia, como los propios medios de comunicación gustan de titularse, habría que saber de qué modo se articula la representación, por parte de los medios de comunicación, de sus representados, que es el público. Eso no se ha conseguido. Pero, que yo sepa, no hay alternativas. Hay lo que hay. Y vuelvo a lo de antes. Hay empresas privadas, tambiÞén alguna ppública, que aceptarán o no aceptarán en función de sus propios intereses. Como muy bien decía Luis, véndeselo bien. Si se lo vendes bien, te lo van a aceptar. Ese es el problema.
La jurisprudencia en Europa funciona. Un pleito que hubo en Francia: una presentadora de televisión vendía una sortija de Egipto, y no se qué... todo para ganar dinero. Le pusieron una demanda, y ha ido a la cárcel por bastante tiempo. Esto sienta una jurisprudencia.
Oscar Menéndez: De todas maneras, eso es muy complicado. Ayer teníamos el caso de Randi. Randi ha investigado un poco lo de la antigua Unión Soviética, y ha investigado mucho a Uri Geller. Yo le hice una entrevista, y cuando hablé con él, tenía la idea de que Randi sabía que Uri Geller era un impostor, pero no podía decirlo en público porevitar problemas legales, como los ha tenido de hecho sin decir que es un farsante. Sin embargo, curiosamente, Uri Geller dice que dobla cucharas con la mente, y no tiene que demostrarlo. Tú le pones un pleito y no tiene que demostrarlo delante de un juez. Eso es asombroso pero es así.
Pero yo no digo meter en la cárcel a Uri Geller. Es el presentador o la presentadora de televisión que acepta esto quien puede tener problemas. No sé si me explico bien. En Francia dos presentadores han ido a la cárcel y los han echado de su oficio. Si se hace aquí lo mismo, los otros tendrán mucho cuidado que no se cuelen, justamente, en televisión. Y otra cosa, también sobre decir toda la verdad. Hay un refrán árabe que dice que: Si dices toda la verdad, ten un caballo en la puerta para largarte corriendo.
Miguel Ángel Almodóvar: Hace poco tuvimos el programa de Avelina Castillejos que le dedicó tres programas a Hamer. Ha habido peticiones, ha habido un compromiso antes del verano por parte de nuestro director Ramón Colom de que se investigaría, y lo que se ha hecho es volverla a su horario habitual...
Oscar Menéndez: ... y hacer un programa de perdón, digamos, en el que entrevistó a oncólogos. Yo lo vi a la vuelta del verano y es lo único que se ha hecho.
Miguel Ángel Almodóvar: Que se llamaba, además, Todos contra Hamer. Pero quería decir algo aprovechando que tengo aquí, a mi lado, a Eustoquio Molina. A veces, cómo venden los farsantes, este tipo de gente que se dedican profesionalmente a la venta. Y no hay nadie que quiera rebatirlos. La Universidad Complutense de Madrid ha organizado recientemente unas jornadas de jóvenes que se titulan Iuve, en las que han traído a uno de estos conocidos farsantes que se llama Johnson, norteamericano, doctor en leyes, que demuestra que Darwin es un papanatas y que toda la teoría de la evolución es una idiotez. Bueno, pues han estado intentando un mes, que yo sepa, que fuera un científico a rebatir a Johnson, y no encontraban a nadie porque nadie quería perder el tiempo. Finalmente, y lo digo en su honor porque aquí esta Eustoquio Molina, fue a batirse el cobre ante un nutridísimo grupo de estudiantes universitarios que estaban, yo creo, totalmente -por eso insisto en lo de la incultura científica o incultura general- por Johnson, contra Molina. Él ya lo contará detenidamente.
Eustoquio Molina: Yo pensaba contarlo mañana. Pero ya que lo has sacado haré algún comentario. Efectivamente era un debate sobre la evolución, un debate absurdo, porque en realidad los científicos hoy ya no andamos debatiendo este tipo de cosas, es un debate decimonónico el debate evolucionismo-creacionismo. Pero fui porque resulta que allí había tanto charlatán que no pude resistirme. No pude resistir la tentación de conocerlos en directo. Estaban allí un francés que negaba el principio básico en geología de la superposición de los estratos, había muchos creacionistas científicos, que interpretan literalmente la Biblia, predicadores, telepredicadores, había un profesor de genética que decía que la genética no demostraba nada en evolución... sí, había cantidad de charlatanes, había... Oscar Menéndez: ¿Pero que era, una feria?
Eustoquio Molina: Mañana pensaba dar bastantes reseñas de esto, porque, de verdad, ilustra muy bien todo el aspecto de pseudociencia de lo que es el creacionismo científico. Yo tuve una experiencia un poco surrealista, pero fue muy interesante, y la verdad, de debate hubo poco realmente. Nos limitamos a responder las preguntas del público, porque este señor, efectivamente, iba allí a vender el libro y poco más. Y de hecho éste era de los mas inteligentes que había allí, dentro de los pseudocientíficos, porque dentro de este grupo de pseudocientíficos creacionistas literales, hay toda una gama desde aquellos que creen literalmente en la Biblia hasta aquellos que aceptan la evolución pero la critican y son antievolucionistas.
Hay una cosa que quería decir, pero que va más con lo que se está tratando aquí esta tarde del periodismo. Habéis hecho una autocrítica, pero yo quisiera decir también en vuestro favor, que hay un aspecto de los que más causan las pseudociencias que es la gran especialización y compartamentización del conocimiento científico. No es de extrañar, ni los periodistas tienen que saber mucho de ciencias, y a los científicos nos pasa también igual, que hay muchos científicos que caen y que hacen pseudociencia, y hacen incursiones en la pseudociencia, aunque a diario estén trabajando con el método científico en su especialización. Pero cuando intentan sentar cátedra que no es su especialidad, pues llegan a hacer pseudociencia con mucha frecuencia. Y es muy fácil para un científico tragarse cualquier cosa de pseudociencia que diga un charlatán. De hecho, en este debate, en Madrid, había un gran científico que es Joan Oró, muy famoso en España, que se tragó totalmente lo que dijo el sedimentólogo francés, que negó claramente el principio de superposición de los estratos. Y no se dio cuenta. ¿Por qué?
Porque es bioquímico. Es un excelente bioquímico. pero no tiene por que saber geología.
Manuel Calvo Hernando: En cuanto a la Complutense yo quiero recordar aquí el que durante dos o tres cursos de verano en El Escorial el director de uno de los cursos invitaba a las pobres madres que habían perdido a sus hijos a que hablaran con ellos. A mí no me extraña nada de lo que suceda en la complutense. Quería comunicar una experiencia que yo tuve hace años en Ya, donde he trabajado toda mi vida. Los locos me los mandaban a mí, por esto de hacer periodismo científico. Y en un momento dado tuve que recibir a un señor que me desplegó un enorme desplegable de cifras y de números, pero hacía falta una lupa para verlo, ¿verdad? Y me dijo: Aquí tiene usted la solución del cáncer por la vía matemática. Me lo quedé, dije, adiós, muy buenas, y hasta ahora.
En cuanto a los medios, efectivamente tienen y deben tener un carácter mercantil, yo no quiero empresa del estado, porque bastante la he sufrido en mi vida. Pero yo creo que la comunicación en España y en el mundo tiene una asignatura pendiente, que es armonizar su carácter mercantil legítimo, con su obligación de servir a la sociedad. Yo creo que es algo que está preocupando a grandes periodistas y a grandes estudiosos de la comunicación en todo el mundo. A Miguel Ángel Almodóvar quiero decirle que me alegro mucho de que no tomes partido por estos cultivadores, pero tanto en la televisión pública como en la privada el hecho de sentar en una mesa redonda a un científico y junto a un paracientífico, ya es tomar partido. No digo que tú lo hagas, y me felicito de ello, pero los que llevan allí al científico y al falsario, bueno, están tomando partido, porque están igualando...
En relación a la reflexión de cómo se hace un medio por dentro, yo creo que es una de las soluciones, no a corto plazo, pero una de las soluciones. Los medios se desmitificarían y ganarían, y desde luego el público ganaría si en la educación primaria o secundaria se les mostrara cómo se hace un periódico por dentro, como se prepara un programa de radio, como se prepara un programa de televisión. La Unesco está muy interesada en ello. Hay ya bibliografía para los maestros que estén interesados, y en realidad el problema se reduce a mostrarles el medio por dentro. Si es posible en la práctica, y si no en la teoría, ¿verdad? Porque es el único modo de que ellos se den cuenta de que no todo lo que dice un medio informativo es cierto, no porque el medio informativo no quiera, sino que no puede. Porque no puede confirmar todo lo que llega, los miles de toneladas que le llegan al día. Y finalmente, a propósito de astrónomos y astrólogos os recuerdo, creo que todos lo habéis leído la célebre frase de que hay en los Estados Unidos dos mil astrónomos y veinte mil astrólogos, de modo que si parece que es el primer país del mundo, pues estamos listos. Y por último ya sobre la audiencia quiero decir aquí que hay una persona, la profesora Camps, de la Universidad de Barcelona, que está desarrollando artículos en prensa diaria y en revistas, en libros, está tratando, y yo creo que consiguiéndo, desmontar el pretexto de la tiranía de la audiencia. En muchas ocasiones, la han creado los medios, y por tanto los medios no pueden escudarse en que, como decía Lope de Vega, puesto que lo paga, es justo que se le hable en necio para darle gusto. No, aquí tenemos otras obligaciones y otras perspectivas. Y aquí nadie va a la cárcel. Pueden ir a la cárcel los periodistas por algo con los políticos o con un banco, pero nadie, ningún periodista, irá a la cárcel, yo no quiero que vaya a la cárcel, pero sí que se les exija responsabilidades por realizar esta labor de deseducación, de incluir en sus programas a farsantes y a mentirosos.