Moderadora: Victoria Toro
Esta mesa redonda se va a acercar a la ecología para analizar lo que hay en ella de pseudociencia. Intentaremos saber qué hay detrás de algunos de los planteamientos ecológicos que nos rodean o que nos llegan a través de los medios de comunicación, grupos ecologistas, o los órganos de la administración, etc. Vamos a debatir con un grupo de expertos en temas medioambientales si todo eso que nos cuentan está basado en datos científicos, o al menos comprobables, o si lo sólo se basa en suposiciones.
Los ponentes son:
- Andrés Sanjuán
- Andrés Parada
- Miguel Ángel Sabadell
Como introducción, comentaré un par de párrafos de un libro publicado hace pocos días por la Secretaría de Medio Ambiente del Ministerio de Obras Públicas, y escrito por Joaquín Fernández, periodista de medio ambiente en Radio Nacional, y presidente de la Asociación de Periodistas Ambientales, a la que pertenecemos varios de los que nos encontramos aquí.
A más de uno le molesta reconocerlo, pero las organizaciones ecologistas son indiscutiblemente la primera y principal fuente suministradora del periodismo ambiental, y de alguna manera, es también la más fiable. La supuesta falta de rigor que muchos les achacan para restarles credibilidad queda sobradamente compensada por la limpieza de sus intereses.
Greenpeace es indiscutiblemente la organización de mayor credibilidad en todos los medios de comunicación. Antes, cuando se ofrecía una noticia, la respuesta siempre era la misma: contrástala. Ahora las cosas han cambiado. Si lo ha dicho Greenpeace, vale. Algo se ha avanzado.
Yo creo que estos párrafos aunque se refieran sólo a medios de comunicación, puede servir para introducir el debate.
Ponente: Andrés Sanjuán.
Voy a hacer una pequeña introducción a dos tópicos. Por un lado, la hipótesis Gaia, muy defendida en los ambientes ecológicos, ecologistas y de la new age. Por otro lado, me voy centrar en consideraciones sobre la biodiversidad, y las alternativas de los grupos ecologistas de manera genérica, y un tema relativamente candente en la actualidad en España, y que tiene que ver con la práctica de cómo se obtiene determinada información, incluso de biodiversidad, y que es la anti- vividisección.
La hipótesis Gaia fue elaborada por Lovelock, y parte de considerar la zona donde están las plantas, seres vivos, rocas y demás, como un ente vivo. Eso implica que los componentes abióticos: clima, rocas, erosión, etc.. están altamente condicionados por los seres vivos. Más aún, supone que hay un mecanismo de regulación, de homeostasis en definitiva, de los organismos vivos con respecto a su medio, de tal manera que evolucionan conjuntamente. Para hacer hincapié en su modelo, utiliza una definición de vida un poco parcial y restrictiva, que a los expertos en genética nos parece le falta una parte sustancial. Para él, un sistema vivo en general, no solamente de la tierra, sería un sistema compuesto de elementos en el que hay un trasiego de materia, energía e información. Para los expertos en genética, falta en esta descripción un elemento fundamental, que es la capacidad de autorreproducción. En el caso de la hipótesis Gaia, Lovelock se olvida de la reproducción, y ésta es una de las pegas fundamentales de la hipótesis.
Dejando aparte la discusión sobre las palabras, Lovelock se basa para plantear su hipótesis en las concentraciones de distintos gases de la atmósfera, tanto en la tierra como en distintos planetas, detectando una anomalía brutal en los porcentajes de CO2, metano, etc. en la tierra con respecto a los demás. A partir de estos datos trata de inferir la causa de esta anomalía en la tierra, planteando que en ésta existe una entidad viva, que es la causante de esta alteración. Lo que se va a plantear a continuación, y que es una de los temas que se achacan a los grupos ecologistas es que si el sistema Gaia es tan fuerte y con un mecanismo de regulación tan potente, no tenemos por qué preocuparnos de lo que hacemos, porque siempre el sistema tendrá un mecanismo que restaure cualquier perturbación. Lo que se enfatiza menos es que ese sistema de autorregulación puede ser tan dramático como para que desaparezcan montones de especies, incluida la especie humana, y aparezcan otras. Eso es lo que está detrás. Siempre habrá un mecanismo de regulación hasta que el Sol deje de emitir la radiación necesaria para permitir la existencia de vida.
Esto ha sido discutido y atacado por grupos ecologistas, puesto que conduce a una inoperancia táctica. Si no hay que hacer nada más puesto que el sistema se va a autorregular, no hagamos nada, y que pase lo que tenga que pasar.
Por otro lado, la new age ha tomado esto, volviendo a un viejo tema como es el de la Madre Tierra, con lo que eso implica de vuelta a la naturaleza, y todos los valores consecuentes, incluido la eliminación del conocimiento científico como algo interesante por sí mismo. Dentro de los ambientes científicos, algunos consideran a Gaia únicamente como una hipótesis de trabajo, que enfatiza determinados aspectos de investigación, otros lo consideran como algo más, pero tampoco le dan mayor importancia. Donde sí ha adquirido importancia es en ambientes ecologistas y de la new age.
Hay aspectos muy importantes que afectan al sistema Gaia y que es necesario estudiar, como es el problema de la explosión demográfica, que en una previsión a unos cien años vista, si se mantiene el problema supondrá la imposibilidad del mantenimiento de toda esa población. Está también el conocido efecto invernadero, el agujero de ozono y la disminución de la diversidad biológica. En cuanto a ésta, tenemos una gran ventaja últimamente, ya que es un problema que se empieza a asumir desde los entes internacionales, las delegaciones de la ONU, y las reuniones que tienen lugar, más de políticos que de científicos. En ellas, y de una forma a la que no estamos acostumbrados, se define lo que es la diversidad biológica. En el artículo 2 de la Convención sobre la Diversidad Biológica se define ésta como la variabilidad entre los diversos organismos vivos de todo origen, incluidos entre otros el sistema terrestre, el marino y otros sistemas acuáticos, así como complejos ecológicos de los que dichos sistemas forman parte. Se suma a todo ello la diversidad dentro de la misma especie, es decir, la diversidad genética de una especie, aspecto éste sobre el que no se solía llamar la atención, la diversidad de las especies, y la diversidad de los ecosistemas.
A partir de aquí se plantean dos maneras extremas de entenderlo. Por un lado, un conservacionismo a ultranza, que plantea mantener lo que existe sin ninguna variación. Por otro lado, un planteamiento economicista, que supone que, una vez valorada la diversidad de un determinado ecosistema, ante su destrucción o contaminación se paga una cierta cantidad y asunto concluido.
Las últimas estimaciones nos indican que conocemos aproximadamente un diez por ciento de las especies que existen realmente en la tierra. Clasificadas hay aproximadamente un millón y medio de especies de los quince que se calcula que existen.
Desde el planteamiento conservacionista se hace hincapié en que cada especie y cada subespecie tienen valor propio. Este valor podría ser luego utilizado para obtención de productos farmacéuticos, para productos alimenticios con mejora genética, ya sea mediante el método clásico de mejora de especies, o con técnicas más modernas, pero cuya única finalidad sea aumentar la variabilidad. El problema que existe es que se está observando una reducción drástica de la diversidad biológica, sobre todo en las pluvisilvas, que es precisamente donde existe la mayor diversidad. Es cierto que se detecta una gran reducción en los últimos años, pero no sólo en estos últimos años. Siempre que el ser humano ha entrado en un ecosistema, han desaparecido todos los organismos de cierto tamaño. Cuando el ser humano evoluciona en África y Europa, la desaparición de las especies es lenta y relativa. Sin embargo, cuando entra en América, la destrucción de los mamíferos es tan brutal que prácticamente desaparecen todos los de una cierta entidad. Cuando entra en Australia, y en islas como Madagascar o Nueva Zelanda ocurre exactamente lo mismo.
La explicación que solemos dar los darwinistas es que existe una serie de especies ligadas a un ecosistema, pero cuando aparece un depredador furibundo que no conocen no tienen tiempo para reaccionar filogenéticamente ante la aparición de éste, y simplemente desaparecen. Lo que ocurre con ésta peculiar especie es que, a diferencia de las demás, es capaz de evaluar lo que puede ocurrir a cierto plazo. En esa responsabilidad, puede interesarle seguir desmantelando y destruyendo biodiversidad, o no. Debemos examinar si nos interesa un gran rendimiento a corto plazo y nada más, o si es preferible un menor rendimiento a corto plazo, y mantener un patrimonio ecológico para cualquier objetivo de explotación o mero disfrute.
Para terminar, una reflexión sobre la vividisección. Hay sectores que plantean que no se puede hacer daño a un organismo vivo. Como en el tema anterior, la postura extrema pasa por considerar que el animal tiene un derecho inalienable, y no se le puede hacer daño pase lo que pase y caiga quien caiga. Las organizaciones ecologistas extremas en este sentido son normalmente vegetarianas, no aceptan la caza, la pesca, los cultivos ni la cría de animales y, por supuesto, no aceptan la investigación ni las prácticas en las Universidades sobre estos temas. Este sector apuesta por la vuelta roussoniana a la Madre Naturaleza, y cuestiona el valor de la ciencia y del conocimiento científico como tal.
Las posiciones menos radicales tienen planteamientos que suponen que un sufrimiento mayor o menor a los animales compensa o no según el beneficio que se pueda obtener. En este sentido, la legislación es ya suficientemente explícita sobre la forma en que se debe tratar a los animales, no sólo por su posible interferencia en el desarrollo de la investigación, sino con un carácter de obligatoriedad para con los animales. El problema que surge es que se cuestionan en ocasiones los métodos de investigación utilizados en algunos departamentos universitarios y se plantean nuevos métodos de trabajo basados en videos o en simulaciones por ordenador.
Ponente: Andrés Parada
Tratamiento de residuos.
La noción de residuos es muy relativa. Un vehículo supone un desecho originado por una determinada actividad humana. Pero ese desecho industrial es en sí una materia prima para la industria.
Una clave industrial en este sentido, consiste en reducir el material en la salida de producción. En los residuos urbanos, un 40% está formado por embalajes. Reducir por tanto el embalaje en la producción, no sólo puede reducir costes, sino que limita la cantidad de desecho en la separación selectiva y el reciclaje.
El control del movimiento de residuos urbanos, hospitalarios e industriales peligrosos en Europa es más importante y mueve más dinero que el tráfico de drogas. Nadie ha conseguido hasta ahora hacer respetar toda la legislación mundial sobre tratamiento, transporte y almacenamiento de residuos. Muchas de las personas que en Europa están detrás de las redes de tráfico de residuos, son también las que están tras los sistemas de tráfico de drogas o de armamento.
Toda actividad humana crea desechos. La incineración es el único método que conocemos para destruir ciertos desechos, pero es un método que genera gran cantidad de contaminantes. La cantidad de desechos generados por la actividad del ser humano crece continuamente y las empresas dedicadas al tratamiento de los mismos son objeto de críticas continuas, a pesar de los grandes esfuerzos realizados en investigación por las mismas.
Un problema pocas veces analizado es el hecho de que la recuperación selectiva y el reciclaje tienen que tener un equilibrio financiero para poder funcionar, y la única materia que puede proporcionar por sí misma ese equilibrio es el vidrio. La recuperación de papel y cartón no es viable económicamente, y lo único que hacemos es retrasar la vida del desecho que acabará en el vertedero. La fibra del papel no soporta más que una recuperación. Y aunque se pudiera reciclar todo el papel, hay que tener en cuenta que la materia prima del papel procede de explotaciones forestales, y no de bosques naturales. La reducción en el consumo de madera podría traer como efecto secundario la eliminación de grandes superficies de explotación forestal que dejarían de ser rentables y que no se repoblarían con bosque. El remedio sería peor que la enfermedad. Uno de los mayores bosques de Europa se encuentra en la zona de las Landas, en Francia, y está formado fundamentalmente por explotación forestal, mantenida en equilibrio mediante una tala racional y una repoblación controlada.
Ponente: Miguel Ángel Sabadell
Cambio Climático.
Cuando en los medios de comunicación o en el comentario popular se habla de cambio climático, normalmente nos solemos referir a las incidencias climáticas del momento: que si el clima está loco, que si ahora llueve más o menos que antes, que si antes los inviernos sí eran inviernos... Eso es lo que la gente asocia con el cambio climático, y la culpa, por supuesto, la tienen el efecto invernadero, el anhídrido carbónico o el metano que originan las vacas. Cuando los expertos hablan de cambio climático, se están refiriendo a una variación brusca en el clima, cuya causa sea la actividad humana. Cuando hablamos de variaciones bruscas del clima, nos estamos refiriendo a variaciones promedio de algunos grados centígrados en el intervalo de unos cien años.
Es un hecho que se detecta un cambio en la temperatura media de la tierra, que está aumentando en los últimos años. El problema es si esa variación es debida o no a la actividad humana. Sobre ello se ha discutido mucho, y todos hemos oído hablar del dióxido de carbono como gas invernadero. En los últimos treinta años ha habido un aumento en la temperatura media de la tierra de unos 0,4 grados, pero este aumento es perfectamente coherente con las fluctuaciones de la temperatura media de la tierra. Por tanto, podemos preguntarnos si este crecimiento va a venir seguido o no por un posterior decrecimiento de la temperatura global. En un borrador del Panel Intergubernamental para el estudio del Cambio Climático (IPCC) de 1995 se afirma que hay suficientes datos como para afirmar que el aumento térmico está ocasionado en parte por la actividad humana.
Cuando se empezó a plantear el problema, hubo distintas reacciones ante el problema. Algunas grandes potencias pretendían seguir con toda su actividad de emisión de gases mientras no se tuviera la certeza de que esa era la causa directa del efecto invernadero. Por otro lado, algunos pretendían la prohibición inmediata y drástica de cualquier actividad que emitiese gases que contribuyeran a agravar el efecto, aún sin tener la total seguridad de que dichas emisiones fueran la causa directa. La solución que se adoptó fue la de empezar tomando aquellas medidas que fueran válidas y positivas, incluso en el caso de que no existiera cambio climático. Ante este problema, hay que tener en cuenta una serie de aspectos: por un lado, la preocupación por el efecto invernadero es una preocupación exclusiva de los países industrializados y por otro lado, sabiendo que el problema, de existir, está originado fundamentalmente por los países desarrollados, no pueden éstos prohibir en los subdesarrollados las emisiones de anhídrido carbónico y otros gases, sin ofrecer alternativas energética y tecnológicas.
Finalmente, los modelos que predicen las variaciones climáticas, tienen serios inconvenientes. No se conoce claramente el ciclo de vida del CO2, se desconoce el efecto de las nubes en el calentamiento o enfriamiento, etc. Los modelos globales son muy simples, y los modelos locales no son válidos para evaluar el efecto. El problema está ahí, pero realizar análisis o predicciones sobre el mismo es harto difícil.
Turno de preguntas
P.- Parece que en Occidente, en los países desarrollados, estamos afinando bastante en estas cuestiones medioambientales. ¿Quién controla a los países que están en plena expansión industrial últimamente, como algunos del sur de Asia, China, Taiwan, etc, en cuanto a emisiones de CFCs u otros gases contaminantes? ¿Hay forma de prevenir que en estos países se de un desarrollo incontrolado y echen por tierra lo que se intenta desde países desarrollados?
R.- En primer lugar, ¿qué país tiene suficiente autoridad moral como para decirle a otro que no queme su carbón o su petróleo porque va a contribuir a un problema global, cuando aquel país, ahora desarrollado, es uno de los causantes del problema actual? Además, tampoco podemos decir que los países en desarrollo contaminen tanto. Solo Estados Unidos quema el 30% de la producción mundial de petróleo. Quienes han creado el problema han sido precisamente los países desarrollados, y quienes más están contribuyendo ahora a la contaminación global.
Además no sólo es un problema de contaminación. La degradación de determinadas zonas como las pluvisilvas amazónicas tiene su origen en multinacionales de países desarrollados.
P.- No se puede olvidar, cuando hablamos de problemas ambientales, que si se plantean en los países desarrollados es, entre otras cosas, porque es aquí donde se desarrolla la ciencia. ¿Qué harían los grupos ecologistas si no hubiese habido científicos que hubiesen denunciado la degradación de la capa de ozono, el efecto invernadero...? Los grupos ecologistas se basan en datos científicos, y, en ocasiones, los manipulan para obtener unas conclusiones y aplicar una filosofía que nada tiene que ver con datos científicos. La detección de los grandes problemas ambientales proviene de la ciencia, y, si hay una solución, esa solución vendrá también de la ciencia. Por eso me sorprende que los grupos ecologistas culpen precisamente a la ciencia de ser la causante de esos problemas.
R.- El ser humano y su ciencia han creado la polución y debe ser el ser humano con su ciencia quien solucione ese problema muy fácilmente. Lo único que hace falta es un deseo político y financiero en ese sentido.
En la toma de decisiones sobre cualquier planteamiento medioambiental hay dos puntos claves. Por un lado, la toma de datos, que corresponde al campo de trabajo de los científicos, directamente. Posteriormente, esa información es tratada por economistas y políticos, donde se valoran otros aspectos de tipo social, económico y político, donde entran condicionamientos de política nacional e internacional. Por otro lado, hablar de grupos ecologistas es no decir mucho. Grupos ecologistas hay muchos, y cada uno es un mundo. Algunos son relativamente racionales, y otros cuestionan desde su base la utilidad misma de la ciencia, aunque eso no les impide utilizar los datos que les ha proporcionado la ciencia sobre esta problemática. Hay grupos que ponen de manifiesto una sensibilidad por los problemas de degradación de la naturaleza. La administración siempre va por detrás de la sociedad, y éste es un mérito de los grupos ecologistas.
P.- ¿Qué pasa con los Estados? El IPCC hizo una serie de recomendaciones hace años que no se han cumplido en ningún caso porque los gobiernos no han querido y no han hecho ningún caso a las advertencias de los científicos. ¿Dónde están los datos auténticos en el tema de ecología, y qué papel juegan los científicos hablando de ello? Una de las tareas de los científicos es divulgar sus conocimientos, y quizá en este campo no lo divulgan suficientemente.
R.- Hay datos, pero no los suficientes. Así, por ejemplo, existen aproximadamente millón y medio de especies catalogadas, y se calcula que falta por catalogar el 90% restante de las especies existentes. Se puede estimar así el dinero que haría falta, con los investigadores que existen actualmente, para poder catalogar las especies que faltan. Se suelen hacer normalmente estudios sectoriales, dentro de una determinada zona, pero supone un trabajo ímprobo y no hay dinero para realizarlo, por lo cual, los datos existentes siempre son parciales. En Madrid, el González Bernáldez había participado en alguno de los proyectos realizados a solicitud del gobierno de la Comunidad, realizando un estudio pluridisciplinar donde elaboraban un estudio sobre el uso que se debería dar a distintas áreas territoriales, no sólo desde el punto de vista conservacionista, sino planteando un uso racional del suelo. En ocasiones se conservaba un recurso, en otras se recuperaba uno desaparecido o mermado, y en otros se explotaban los recursos desde un punto de vista de productividad.
Ese es un tipo de estudio que supone mucho tiempo y dinero, y que en definitiva se realiza sobre una zona muy concreta.
Sobre la degradación de las pluvisilvas existen algunos datos. Se sabe, por ejemplo, que para el 2022 se habrán reducido a menos del 50% de lo que eran hace 10 años. Las consecuencias que eso puede tener son más difíciles de evaluar. Así, su posible influencia sobre el efecto invernadero tiene que ser estudiada por un equipo pluridisciplinar. Por otro lado, la mayoría de las reuniones internacionales que se han realizado sobre estos temas han sido reuniones de políticos. De científicos ha habido muy pocas. Hay directrices de la Comunidad Europea o de Naciones Unidas, pero su desarrollo depende fundamentalmente de condicionamientos económicos.
Por último, la gente que está trabajando en estos temas reclama cada vez más el hecho de comprobar los problemas dentro de la realidad rural o urbana de la zona, ya que cualquier decisión que se tome al respecto, influye directamente en el modo de vida de quienes habitan en dicho entorno.
P.- ¿Los datos poco rigurosos sobre temas de ecología se dan sólo en los grupos ecologistas, o las empresas y los estados manejan también los datos según sus propios intereses?
R.- Los grupos ecologistas está formados muchas veces por gente que no es experta, y echan mano de lo que pueden. Algunas veces toman datos de revistas oficiales. Otras, de resultados empíricos que recogen sobre la marcha, pero sin depurar. Esto hace que su forma de relacionar causas y consecuencias no sea en ocasiones muy nítida.
Las empresas muchas veces pecan también de deshonestidad científica. Saben que existen datos científicos publicados y no los usan. Otras veces hacen sus propios informes, que no siempre coinciden con los de los organismos públicos de la zona, por conflicto de intereses. Donde más responsabilidad hay al respecto, y más cuidado deberían poner en ellos es en las administraciones públicas.
Los datos ecológicos, dentro de los errores experimentales, están ahí. Los datos que normalmente proporcionan los grupos ecologistas están tomados de ahí, y son luego reinterpretados por ellos en función de su formación, información e ideología. En Francia, los residuos urbanos suponen unos 18 millones de toneladas por año. Los residuos industriales suponen unos 150 millones de toneladas por año, y los agroalimentarios alrededor de 400 millones de toneladas. En España no existen datos, pero el ministerio reconoce que sólo se tiene controlada una tercera parte de lo que se sospecha existe. Sin embargo, sobre lo que se plantea una gran polémica es sobre residuos urbanos, que aún siendo los más visibles, suponen un problema mínimo.
P.- Existe una especie de catastrofismo ecológico, desde el agujero de ozono al efecto invernadero. ¿Por qué no salen a los medios los que realmente saben de estos temas? Cuando se plantea catastróficamente el problema de los residuos o la superpoblación, se parte del presupuesto de que el ser humano es un inútil, incapaz de darse cuenta de la situación y de poner los medios para evitarlo.
R.- La mayoría de esas apreciaciones llegan al gran público a través de los medios de comunicación. Los medios de comunicación influyen mucho en qué y cómo se informa, y muchas veces es precisamente la noticia amarilla la que se suministra. Aunque un experto vaya a un periódico a explicar el tema, luego el titular sale cambiado. Puede haber bastante cansancio entre los profesionales por cómo se da la información.
Además de los intereses periodísticos, están los intereses comerciales. En cuanto al agujero de ozono, al margen de la gravedad que pueda tener el problema, las empresas de bronceadores y cremas protectoras tienen grandes intereses en que se tenga una visión catastrófica del tema.
Por otro lado, quienes elaboran datos alarmantes respecto a ciertos problemas, como puede ser el caso de la explosión demográfica, los obtienen a partir de modelos tremendamente simplificados. Cuando se combinan distintas variables que inciden en un problema, los modelos que se obtienen son extremadamente complejos, y normalmente conducen a resultados distintos.
Una de las causas por las que los científicos no aparecen más en los medios de comunicación es porque los periodistas de temas ambientales no han acudido suficientemente a ellos. Durante mucho tiempo se ha tomado a los grupos ecologistas como un oráculo, y no se han contrastado las noticias con científicos.
Hay que distinguir los grupos ecologistas con una vertiente teosófica, filosófica, new age..., y aquellos otros que, en un primer momento parecen tener unos planteamientos muy racionales, pero que llevan por debajo otras intenciones.
Hace algunos años, el reciclaje de residuos suponía un problema importante, empezando por tener que convivir con los contenedores en los portales de nuestras casas, y por el trabajo que suponía la separación selectiva de desechos. Pero la concienciación de estos grupos hace que poco a poco todos participen en esta tarea. Pero luego se descubre que, en otros países de Europa, el reciclaje de algunos de estos residuos no se realiza porque no es rentable, llegando en algunos casos a regalar a otros países grandes cantidades de vidrio con el que no se sabe qué hacer. Lo que resulta al final es que, un proceso que se estimuló con el pretexto de ser conveniente desde el punto de vista medioambiental y económico, acaba creando problemas de almacenaje, de desechos en su procesamiento, y de presupuesto. Si en cosas tan sencillas, algunos grupos han cometido serios errores, se puede imaginar lo que han podido errar en otros. Es el caso de Greenpeace con la plataforma petrolífera del mar del Norte, en la que al menos tuvieron la decencia de reconocer públicamente que se habían equivocado, pues ignoraban totalmente la cantidad de crudo que se encontraba en su interior.
¿Qué es un grupo ecologista? Por lo general es un grupo de presión, normalmente pequeño, en plan guerrillero, con unos conocimientos artesanales, excepto Greenpeace y algunos otros grupos grandes, con dependencia mayor o menor de grupos políticos. Quien más responsabilidad tiene a la hora de resolver estos problemas es la administración, porque es su deber. La administración tiene capacidad para contratar a un grupo de expertos para que estudien un problema determinado. Los grupos ecologistas tienen sus intereses. Las empresas quizá otros. La administración debe tenerlos en cuenta; pero una vez estudiado el problema y realizado el informe, debe obrar en consecuencia.
Los grupos ecologistas son sensibilizadores de la opinión pública, y tienen desconfianza de las empresas, que han jugado siempre una baza muy determinada, ocultando información, negando algunas de sus actividades...
Los ecologistas preconizan, por ejemplo, el coche eléctrico, que está prácticamente a punto por parte de las empresas. Pero la electricidad más barata y menos contaminante en este momento es la de origen nuclear, que es rechazada por estos grupos.
Las administraciones tienen la obligación de resolver los problemas, pues para eso se les paga. Las empresas tienen la obligación de ser honradas. Pero nosotros tenemos todos la obligación de ser coherentes. Siempre que se habla de la ecología y del catastrofismo, pienso que se exagera. Pero hay una cosa clara: la actividad humana tienen consecuencias. Si queremos corregir esas consecuencias, tendremos que pagar algo.
El 7% de la superficie terrestre está cubierta por bosques tropicales, que albergan el 80% de las formas de vida que hay en la tierra. Como consecuencia de la tala que está teniendo lugar en las zonas ecuatoriales, 15 millones de hectáreas se han talado anualmente durante los últimos 30 años, lo que supone un ritmo de aproximadamente la superficie de un campo de fútbol por segundo. Eso supone que la superficie se ha reducido a un 50% en los últimos años. Eso se sabe, es un dato contrastado y publicado. Datos como éste hay muchos, pero la transformación de estos datos en estrategia política se le escapa al científico. Cualquier solución a estos problemas debe ser conjunta, y es de índole política. Al investigador se le escapa de las manos. Además, todo lo referente a medio ambiente mueve muchísimo dinero. Es una nueva y floreciente industria. Para educación ambiental se destina mucho dinero, tanto desde la Unión Europea como desde la UNESCO, y hay mucha gente dispuesta a hacerse con ello. Sobre problemas como el agujero de ozono, o el efecto invernadero, hay algunos datos muy claros, y también están ahí. Lo que no está claro es si los datos obtenidos obedecen a una secuencia natural, o son consecuencia de la actividad humana. Lo que sí está claro, por ejemplo, es que la diversidad genética se está reduciendo drásticamente. Otra cosa es que le queramos dar importancia o no. Se están realizando numerosos acuerdos internacionales en este sentido, pero luego es muy difícil llevarlos a la práctica, y eso depende en cierta medida de la presión social. Por eso, mientras no haya una conciencia ambientalista fuerte que nos lleve a pedir determinado tipo de cosas, esta labor esta reducida a pequeños grupos ecologistas con todo lo que eso implica.