Resumen
¿Es científico el creacionismo literal bíblico como predican determinadas religiones
fundamentalistas?
¿Ha involucionado el Hombre a partir de extraterrestres como afirman ciertas sectas
pseudocientíficas?
El origen del Hombre por evolución es un hecho científicamente probado, pero esto es
negado por predicadores y charlatanes con especulaciones sin fundamento científico. Sin
embargo, los fundamentalistas protestantes han tenido un considerable poder en EE.UU.,
consiguiendo que se promulgaran leyes prohibiendo la enseñanza de la evolución en las
escuelas. Estas ideas pseudocientíficas e irracionales se están difundiendo en Europa y
últimamente en España.
Introducción
Este artículo es una síntesis actualizada de los trabajos del autor presentados en los
Congresos Nacionales sobre Pseudociencias y en las Jornadas de Paleontología y de los
publicados en Cuadernos Interdisciplinares y en Heraldo de Aragón. Pretende poner de
manifiesto, el problema planteado por la pretensión de ciertos predicadores y charlatanes que
afirman que el creacionismo es científico.
Fijismo y creacionismo
El creacionismo se define como la antigua teoría según la cual los animales y las plantas han
aparecido sobre la tierra súbitamente y aisladamente por géneros y por especies fijas e
inmutables. La apariencia estática de la naturaleza en el breve intervalo de tiempo de una vida
humana, induce a pensar en un origen instantáneo. Aunque existen ciertas afirmaciones antiguas
acerca de una probable transformación de los organismos, las hipótesis sobre el origen del
hombre generalmente han consistido en diversos tipos de creacionismo.
El deseo humano de resolver la incertidumbre de nuestra procedencia, obtuvo en el pasado
una respuesta filosófica o religiosa debido a la ausencia de datos y teorías científicas sólidamente
fundadas. La civilización occidental durante más de un milenio ha estado ideológicamente
dominada por el creacionismo judeocristiano. En este contexto se han producido algunos casos
bastante conocidos. Así, el arzobispo irlandés James Ussher, en 1650, tratando de buscar
respuesta a nuestro origen, llegó a la conclusión de que la creación del mundo se había
producido en el año 4004 antes de Cristo. Se basó en la interpretación de la Biblia, calculando
la duración de los patriarcas descendientes de Adán y Eva antes del Diluvio y las Dinastías
posteriormente. En este sentido, John Ligfood, precisó que la creación comenzó el 23 de
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octubre a las 9 horas y seis días después fue creado el hombre.
Otras interpretaciones igualmente erróneas como el Diluvio Universal, alcanzaron gran
difusión hasta que la Geología pudo aportar una respuesta más razonada, sin embargo aún son
muchas las personas que creen que fue un hecho real. Esto no es de extrañar cuando ciertos
pseudocientíficos afirman haber encontrado el Arca de Noé en el Monte Ararat. Otro error
recientemente descubierto lo constituye la antigüedad de la Sábana Santa de Turín que ha
resultado ser de la Edad Media, según las dataciones realizadas independientemente en tres
laboratorios de Arizona, Oxford y Zurich, y en las que han participado numerosos científicos.
Pues bien, los primeros científicos que se atrevieron a cuestionar la concepción creacionista del
mundo fueron perseguidos. El caso más conocido es el de Galileo Galilei, quien no cuestionó
abiertamente el creacionismo, pero que en el siglo XVII confirmó la sugerencia de Copérnico
de que la tierra no era el centro del Universo, sino que giraba alrededor de una estrella: el sol. Su
actividad científica le ocasionó una bien conocida persecución por parte de la Inquisición.
En el campo de la Biología y Paleontología la evolución entendida como el conjunto de
cambios acaecidos a los organismos en el transcurso de los tiempos geológicos y que han tenido
como resultado la aparición de especies nuevas, es relativamente reciente. Ahora bien, si la
teoría de la evolución es relativamente moderna, la idea de cambio es antigua. Sin embargo, los
intentos de aplicación a la concepción del mundo y del hombre desde la Edad Antigua, fueron
oscurecidos por el creacionismo y fijismo dominantes. Así, Aristóteles dedujo que los seres
vivos progresan desde los más sencillos a los más complejos, pero esto lo entendía no en
sentido filogenético evolutivo, sino de escala de perfecciones fijas. En esto se basa la Scala
naturae que supone la ordenación lineal de los distintos grupos de organismos. Las ideas
aristotélicas influyeron grandemente en la historia de la Humanidad y junto a la imagen fijista del
relato del Génesis se llega a la creencia de la inmutabilidad de las especies.
En el Renacimiento se produjo un intento de crítica de las ideas imperantes y Leonardo de
Vinci estudiando los fósiles describió el proceso de fosilización, interpretando su verdadera
naturaleza, aunque no llegó a vislumbrar que fueran de especies extinguidas. De esta forma,
inició una reflexión sobre el origen de la vida, rechazando que los fósiles fueran restos del Diluvio
y puso en duda que fuera Universal. Poco después Palissy, al contrario de Leonardo,
públicamente osó en vida contradecir a la religión y ciencia oficial, afirmando en 1580 que las
piedras figuradas eran restos de animales fosilizados. Por estas y otras ideas similares murió
preso en la Bastilla en 1590.
Evolucionismo
En los siglos XVIII y XIX los nuevos métodos de las ciencias experimentales se extendieron
a todos los campos y se generó un clima intelectual en el que se fraguaron las ideas
evolucionistas. Además, en la segunda parte del siglo XVIII ya se admitía por lo general la
verdadera significación de los fósiles. En este contexto surgieron los primeros transformistas:
Benoit de Maillet explica el origen de los restos fósiles y de los primeros seres en el mar, dando
lugar a los organismos terrestres mediante transformaciones súbitas. Erasmo Darwin, abuelo de
Charles Darwin, llegó a concebir un evolucionismo generalizado, ya que pensaba que una sola
especie de filamentos vivientes era la causa de toda la vida orgánica. En esta época todavía se
creía que los primeros organismos surgían por generación espontánea.
Lamarck a comienzos del siglo XIX dio a conocer sus ideas transformistas, concibiendo una
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teoría general del hecho, y de las causas de la evolución, pero creyendo en la herencia de los
caracteres adquiridos. Lamarck fue uno de los primeros en desarrollar la hipótesis de que el
hombre, podía proceder de una raza de cuadrúmanos superiores que habrían llegado a adquirir
posición bípeda y desarrollar sus facultades en función de determinados hábitos y necesidades.
Sus ideas no fueron bien recibidas, siendo rechazadas por los fijistas que, paradójicamente,
llevarían a cabo los avances necesarios para el establecimiento definitivo de la teoría de la
evolución; entre estos se encuentra el paleontólogo Cuvier que hizo avanzar mucho la
Paleontología. Las diferencias entre los fósiles que los geólogos observaron en las sucesivas
formaciones sedimentarias llevó a pensar a algunos científicos en creaciones consecutivas. Así,
d´Orbigny llegó a defender 27 creaciones. Pero las ideas evolucionistas, aunque rechazadas,
estaban en el ambiente; de tal forma, que Wallace y Darwin llegaron a las mismas conclusiones
simultáneamente.
Sin embargo, a pesar de que el registro fósil es el que aporta pruebas directas de los cambios
evolutivos acaecidos a lo largo de los tiempos geológicos, la Paleontología tuvo inicialmente
poco protagonismo en la teoría de la evolución orgánica. Esto se debe en parte al escaso
aprecio que Darwin tenía del registro fósil y a que los fósiles han estado tradicionalmente al
servicio de la Geología. Por otra parte, Darwin ligó el concepto de selección natural con el de
cambio gradual, pero la paleontología ha aportado pocas pruebas en favor del gradualismo.
La teoría de la evolución por selección natural de Charles Darwin tuvo el gran acierto de
proponer un modelo con un mecanismo factible y supuso un punto de partida serio para atacar
la concepción judeocristiana sobre el origen del hombre. En 1859 se publicó El origen de las
especies, pero inicialmente Darwin evitó el polémico tema de la evolución humana. Se
comprende la prudencia de Darwin si se tiene en cuenta que sólo se conocía en los ambientes
científicos un fósil de homínido que había sido encontrado en el valle de Neanderthal (Alemania)
en 1856. Sin embargo, fue su amigo Thomas Henry Huxley quien debatió abiertamente lo que
Darwin había insinuado. Posteriormente, cuando Darwin constató el éxito de su teoría evolutiva
dentro de la comunidad científica, se atrevió a difundir sus ideas acerca del delicado tema de la
evolución humana, publicando El linaje del hombre (1871). Así, ambos dieron a entender que el
hombre descendía de alguna forma modestamente organizada, próxima a los grandes monos
antropomorfos africanos (Chimpancé y Gorila).
Las ideas evolucionistas aplicadas al hombre levantaron grandes polémicas en la sociedad
del siglo XIX, sufriendo rotundos ataques de las Iglesias cristianas e incluso de ciertos
científicos. En España los primeros intentos de aceptación de las ideas darwinistas se deben a la
Institución Libre de Enseñanza y a la Real Sociedad Española de Historia Natural. Una
polémica que da idea de las dificultades de la difusión del evolucionismo aconteció en Granada
en 1872, cuando Rafael García Alvarez, profesor de Historia Natural del Instituto provincial de
segunda enseñanza, expuso detalladamente la teoría de la evolución, que defendió como la
mejor explicación del desarrollo natural y social, lo cual provocó que el obispo condenara su
discurso y lo incluyera en el índice de libros prohibidos.
Ahora bien, la teoría o paradigma evolutivo venía a dar una explicación más racional al
origen de la especie humana, por lo que pronto empezó a ganar adeptos, planteándose el
problema de la búsqueda del eslabón perdido que sería el nexo de unión entre el hombre y el
mono. En este contexto, durante la segunda parte del siglo XIX se produjo el nacimiento de la
Paleontología Humana, desencadenado por los estudios de los importantes hallazgos del
hombre de Neanderthal, el de Java y otros menos espectaculares como el hombre de Cro-
Magnon. Durante el siglo XX han continuado los hallazgos de fósiles de homínidos que, junto
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con hallazgos en otras ciencias, han supuesto tal cúmulo de datos en favor del origen y evolución
del hombre que las más importantes religiones se han visto obligadas a aceptar las teorías
científicas. En este sentido hay que destacar la labor del paleontólogo jesuita Teilhard de
Chardin, quien a mediados de este siglo realizó una síntesis entre ciencia y fe, que ha producido
un cambio en los planteamientos de la religión católica. En las últimas décadas muchas iglesias
cristianas por fin han reconocido la posibilidad de una evolución que conduce hasta el hombre,
surgiendo así un creacionismo renovado que considera la Biblia como alegórica y simbólica.
La pseudociencia creacionista en EE.UU.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX las ideas creacionistas, basadas en una interpretación
literal de ciertas narraciones religiosas, no fueron claramente cuestionadas por la comunidad
científica, y el detonante fue la propuesta de la teoría de evolución por selección natural de
Charles Darwin, la cual sirvió de justificación científica a las teorías progresistas y
revolucionarias de la sociedad. Las nuevas ideas evolutivas resultaban opuestas a la
interpretación literal de la Biblia, especialmente del libro del Génesis, que la jerarquía cristiana
había asumido como un dogma infalible. Pero, cuando los datos del registro fósil aportados por
la Paleontología y los de los organismos actuales por la Biología, dieron lugar a que la evolución
orgánica fuera considerada como un hecho, el creacionismo más radical ha quedado restringido
a los fundamentalistas. Sin embargo, ha habido una serie de polémicas que han sido
especialmente virulentas en los EE.UU., donde el fundamentalismo religioso protestante ha sido
muy combativo. El creacionismo más literal y radical, que en el plano científico perdió el debate
contra el evolucionismo, aún persiste en ciertas religiones. A pesar de que las religiones más
influyentes han aceptado el evolucionismo, debido a la magnitud de los datos científicos
acumulados, algunas religiones todavía no lo han hecho y en otras existen sectas
fundamentalistas; como consecuencia, en determinados ambientes aún se profesa un
creacionismo radical que ahora se pretende científico.
El caso más conocido es el del creacionismo científico que ha generado el debate
creacionismo versus evolucionismo en EE.UU. Este comenzó en 1925 con la aprobación de
una ley prohibiendo la enseñanza de la evolución en el estado de Tennessee y pronto se organizó
uno de los juicios más famosos de la historia contra un maestro de escuela llamado John
Scopes. El maestro fue declarado culpable y la ley se mantuvo vigente durante cuarenta años
hasta que fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema. Este asunto intimidó de tal forma
que la evolución dejó de enseñarse en muchos centros de todo el país. Sin embargo, en Europa
los valores positivistas dominaban la filosofía educativa y este juicio fue muy criticado en varios
paises, entre ellos en la España de la dictadura de Primo de Rivera, si bien estos ideales
permanecieron vigentes poco tiempo.
En 1963 se organizó la Sociedad de Investigación de la Creación en EE.UU., con el objetivo
de difundir la creación literal bíblica como si fuera una verdad histórica apoyada por evidencias
científicas, y sus miembros se autodenominaron creacionistas científicos. Estos publicaron un
libro: The Genesis Flood que les sirvió para lanzar su movimiento, asimismo han publicado una
revista para desacreditar la evolución y un libro de texto propio de Biología para la enseñanza
media. Ahora bien, el libro más famoso y antievolucionista es el publicado por los Testigos de
Jehová en 1967 titulado: ¿Llegó a existir el hombre por evolución o por creación?, del cual a
principios de los setenta ya se habían distribuido 14 millones de copias, lo que da una idea del
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gran negocio editorial sobre el que se basa esta secta.
La mayor actividad y poder de los fundamentalistas en EE.UU. tuvo su apogeo de 1922 a
1929 cuando se promulgaron leyes en 37 estados prohibiendo la enseñanza de la evolución en
las escuelas. Posteriormente, en la década de 1960, también se han promulgado nuevas leyes en
el mismo sentido. Incluso Ronald Reagan en su campaña presidencial afirmaba: Tengo grandes
dudas sobre la evolución. Pienso que los descubrimientos recientes han puesto de manifiesto
grandes defectos en ella. Sin embargo, en los últimos tiempos su influencia ha sido menor y las
leyes han sido finalmente derogadas, y su lucha se centra ahora en la pretensión de que el
creacionismo sea enseñado en las escuelas dedicándole el mismo tiempo que al evolucionismo.
Actualmente, se observa una actividad creciente en los medios de comunicación,
probablemente debido a los cambios políticos y sociológicos acaecidos a escala mundial.
Además, existe un fenómeno creciente de creacionismo pseudocientífico independiente de la
religión. Este es el caso de ciertos pseudocientíficos que se caracterizan por sus afirmaciones
sensacionalistas, con poco o ningún fundamento, intentando explotar la preferencia del público
por las ideas espectaculares, ya que resulta más atractiva la idea de nuestra procedencia a partir
de civilizaciones extraterrestres muy adelantadas, que de animales inferiores. Basan sus
especulaciones en historias mitológicas, religiosas, leyendas y en datos geológicos o
arqueológicos sacados fuera de contexto. Sin embargo, autocalifican su actividad de ciencia
seria que se opone a la ciencia oficial que consideran dominada por ultraconservadores
hostiles a las nuevas ideas. Este tipo de pseudociencia comenzó en 1945 con las publicaciones
del psiquiatra Immanuel Velikovsky, quien afirmaba poder identificar catástrofes mundiales que
habían sido causadas por misteriosos movimientos de los planetas. Actualmente, el sucesor en
EE.UU. de Velikovsky es el profesor Alfred de Gracia, quien propugna una curiosa teoría
denominada Quantavolutión, la cual consiste en que la naturaleza y la humanidad han sido
transformadas por recientes catástrofes de origen extraterrestre. Ha publicado numerosos
libros en las dos últimas décadas en los que desarrolla su disparatada teoría que pretende
sustituir a la evolucionista.
El creacionismo "científico" en la Comunidad Europea
A Europa han llegado las ideas creacionistas pseudocientíficas, basadas en la interpretación
literal de la biblia y autoproclamadas como científicas, pero su expansión ha estado limitada
principalmente por el predominio de la religión católica. Sin embargo, ciertas sectas tales como
los Testigos de Jehová realizan un proselitismo antievolucionista que está teniendo gran difusión.
Por otra parte, algunos sectores católicos fundamentalistas se resisten a aceptar los datos
científicos. Un buen ejemplo es el CESHE (Cercle Scientifique et Historique) que pretende
reconciliar la ciencia y la fe. Esta organización nació en Bélgica y se extiende principalmente por
Francia e Inglaterra, contando con apoyos en paises tales como Italia, Polonia y España. Si
estos y otros activistas pseudocientíficos siguen expandiéndose, existe el riesgo de llegar a una
situación similar a la americana, donde las ideas pseudocientíficas e irracionales han gozado de
una gran difusión y de una considerable influencia en la sociedad.
EL CESHE (Círculo Histórico y Científico) es una organización católica de tipo
fundamentalista que fue creada en 1971 para difundir la obra de su lider Fernand Crombette
(1880-1970) Según sus seguidores era un sabio de otra época, autodidacta, investigador
solitario, que escribió, desde 1933 a 1966, mas de 16.000 páginas, repartidas en 38 volúmenes
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y 2 atlas, sobre: Geografía, Historia de Egipto, Cronología antigua, Astronomía, etc. Este
prolífico escritor que se ocultaba bajo el seudónimo de "un católico francés", solo logró publicar
en vida una obra titulada: La révélation de la révélati on, la cual consta de dos volúmenes (872
páginas). Sus curiosas interpretaciones son el fruto de un polémico y particular método para
descifrar los jeroglíficos, el cual le habría permitido descifrar la historia de los egipcios, cretenses
e hititas directamente a partir de las inscripciones que han dejado. Así habría descubierto que el
copto (lengua de los egipcios y de Moisés) podría servir para comprender mejor la Biblia. La
traducción por el copto de los once primeros capítulos del Génesis le permitiría conocer la
historia de los primeros hombres, desde Adan hasta los descendientes de Noé. Así, basado en
una particular interpretación literal de la Biblia que mezcla con la teoría científica de la Tectónica
de placas, llega a la reconstrucción de un único continente, concluyendo que Jerusalén era el
centro del mundo, que la Atlántida realmente existió y se situaba entre Africa y América. Con
respecto al Diluvio especula con un mecanismo para que el agua cubriera toda la tierra
emergida, consistente en la supuesta existencia de vapor de agua formando un anillo como el de
Saturno que produciría la enorme lluvia durante 40 días y una posterior deformación de la Tierra
que ocasionaría la sumersión del único continente,
Siguiendo las ideas de este iluminado, el CESHE defiende la infalibilidad de la Biblia como
documento histórico y científico, propugnando que es imposible la contradicción entre las
verdades de fe y los hechos científicos. Al parecer se apoyan sobre ciertas declaraciones de Pío
XII en el sentido de que la ciencia y la fe se deben coordinar y que no existe contradicción.
Rechazan las tesis actuales o futuras que no concuerden con la Biblia, tales como el
evolucionismo, las cronologías de larga duración en la historia de los Hombres y de la Tierra,
etc. Piensan que estas tesis son prejuicios falsos que desorientan la investigación científica y
vician sus aplicaciones. Parafraseando a su lider afirman que con la ayuda de Dios las teorías
incompatibles con las enseñanzas transmitidas por Moisés, los Profetas, los Apóstoles, los
Padres y los Doctores de la Iglesia, pueden ser victoriosamente refutadas por la observación,
por la experiencia y por el razonamiento, buena prueba de lo cual serían sus resultados
obtenidos en Historia, en Geografía, en Geología, en Astronomía, etc.
Editan una revista trimestral (Science et foi) cuyo lema en portada es una frase de su lider:
"La Foi, loin d'être l'éteignoir de la science et de l'esprit, en est la lumière véritable". El redactor
jefe es Dominique Tassot (Ingeniero de Minas) quien ha publicado un libro antievolucionista
titulado: A l'image de DIEU, préhistoire transformiste ou préhistoire biblique? donde expone y
desarrolla las ideas creacionistas de su lider. Los presidentes de honor son dos aristócratas: el
difunto príncipe Guy de la Tour D'Auvergne y el marqués André de la Franquerie.
Otros miembros destacados de esta organización son varios antiguos alumnos de la Escuela
Politécnica de Paris, tales como Guy Berthault (consejero científico del CESHE), que niega el
básico y fundamental principio geológico de la superposición de los estratos. Este supuesto
"sedimentólogo" ha logrado publicar tres artículos en dos revistas francesas de gran prestigio,
tales como Comptes Rendues de la Academie de Sciences de Paris (Berthault, 1986, 1988) y
Bulletin de la Societé géologique de France (Julien, Lan y Bethault, 1993). Los artículos
describen unos procesos sedimentarios muy particulares que sólo se dan en algunos medios de
muy alta energía. Por otra parte, Berthault ha presentado sus experiencias de laboratorio en tres
congresos franceses de sedimentología. Tanto los artículos como los resúmenes de los
congresos son de carácter muy específico y no exponen la verdadera finalidad de sus autores
que es la negación del principio de superposición de los estratos, pues lógicamente hubieran
sido rechazados. La generalización a todos los ambientes sedimentarios del particular
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mecanismo analizado, y la negación de los principios más básicos de la geología y la
paleontología, son realizados en un breve artículo (15 páginas mecanografiadas) y en dos
vídeos: Expériences fondamentales de stratification (Julien y Berthault) y Drame dans les roches
(Berthault) publicados por su organización. Estos vídeos tienen una duración de sólo algunos
minutos y repiten gran parte del contenido, pero en ellos niegan abiertamente el principio de
superposición de los estratos, la antigüedad de los fósiles y finalmente la evolución biológica.
Ahora bien, no hay que menospreciar la debilidad de sus argumentos, ya que presentados como
si fueran científicos pueden fácilmente engañar a cualquiera que no sea especialista en la materia.
En este sentido, en octubre de 1995 este pseudocientífico fue invitado para participar en un
debate sobre la evolución en la Universidad Complutense, allí tuvimos ocasión de escuchar que
trabajaba utilizando el método científico y de ver como mostraba -mano en alto-, sus
publicaciones en las prestigiosas revistas francesas para avalar el rigor de sus sensacionales
conclusiones antievolucionistas. El auditorio compuesto por unos 600 estudiantes y algunos
profesores no geólogos, fue incapaz de reconocer la falsedad de sus planteamientos y le
aplaudió cortésmente. La infiltración de estos creacionistas en la geología oficial francesa no ha
sido puesta de manifiesto hasta noviembre de 1995 por Babin y García, quienes en la actualidad
se disponen a denunciar públicamente la sutil manipulación.
Con el CESHE han colaborado los siguientes profesores: Roberto Fondi (Profesor de
Paleontología, Universidad de Siena), Guisseppe Sermonti (Profesor de Microbiología y
Genética, Universidad de Palermo y Perugia), Edward Boudreaw (Profesor de Química y
Física, Universidad de Nueva Orleans) y Maciej Gierttych (Profesor de Genética, Polish
Academy of Sciences), realizando un video traducido al español y titulado: La Evolución:
¿Ciencia o creencia?, en el cual para desacreditar la evolución niegan los principios más
elementales de varias ciencias, constituyendo una típica obra pseudocientífica que debería
figurar en la antología del disparate. En este video se vuelven a reproducir las experiencias
"fundamentales" de estratificación que ha realizado Berthault y que pretendidamente constituyen
la base para negar las pruebas paleontológicas de la evolución. En este sentido, Roberto Fondi,
Profesor de Paleontología de la Universidad de Siena, afirma tajantemente que los fósiles no
apoyan la teoría de la evolución. Asimismo, Edward Bodreaux, Profesor en la Universidad de
Nueva Orleans, afirma que las dataciones absolutas y la metodología en que se basan son
erróneas. Por otra parte, dos Profesores de Genética (Giusseppe Sermonti y Maciej Gierttych)
sorprendentemente afirman que la Genética no aporta datos en favor de la evolución.
Finalmente, el presentador concluye que la teoría de la evolución va en contra de los principios
fundamentales de la ciencia actual y que más que una ciencia es una filosofía o una creencia.
Por otra parte, Sermonti y Fondi (1980, 1984) han publicado un libro titulado: Más allá de
Darwin. Crítica al evolucionismo, en el cual desarrollan sus ideas antievolutionistas. La
traducción en lengua española ha sido publicada por la Universidad Católica de Tucuman
(Argentina) y prologada por el sacerdote dominico y rector de la misma: Aníbal E. Fósbery.
Estos autores son de ideas religiosas de tipo fundamentalista -al parecer seguidores de
Lefebvre-, que manipulando los datos científicos y rebatiéndolos con habilidad pueden
fácilmente engañar a cualquier persona que no sea especialista en genética o en paleontología.
El creacionismo "científico" en España
El debate creacionismo versus evolucionismo en EE.UU. provoca que las encuestas
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realizadas indiquen un 47% de partidarios de la evolución frente a un 53% favorable a la
interpretación creacionista (fide El País, 12 Abril 1987). En España el debate es casi inexistente,
sin embargo el resultado es aún más llamativo: el 43% a favor del evolucionismo y el 57% a
favor del creacionismo. Esto no es de extrañar si se tiene en cuenta que las escuelas del Estado
español confesional del régimen franquista, generalmente han enseñado el creacionismo literal
de la Biblia como si de un hecho se tratara. Es más, hasta finales de los 50 se acepta aún con
dudas la teoría de la evolución, y muchos investigadores hasta la década de los 70 propugnan
las ideas finalistas. No obstante, se publicaron ciertos trabajos que abordan la controversia con
un enfoque integrador con los datos paleontológicos.
Actualmente, la Iglesia Católica desde el concilio Vaticano II, admite la evolución como no
necesariamente incompatible con una explicación renovada de la creación (Sequeiros, 1981,
1983, 1987). Sin embargo, las sectores más conservadoras y afines al Opus Dei, se resisten a
los nuevos planteamientos. Así ciertos científicos españoles han intentado buscar pruebas de un
creacionismo más de acuerdo con la explicación literal bíblica. En este sentido, el profesor
Indalecio Quintero (1986) en un artículo titulado Adán y Eva fueron verdad, concluye que
"resulta evidente el concordismo entre la narración bíblica y el árbol filogenético". Asimismo, el
profesor Rafael Jordana (1988) aboga por el monogenismo (origen a partir de una sola pareja),
y afirma que "es el alma humana quien gobierna pasivamente -utilizando los mismos medios de la
selección natural- el propio destino morfológico del hombre", concluyendo que "aquella primera
pareja podía no morir", lo cual "se perdió como consecuencia del primer pecado". De igual
forma, el doctor José Alcázar Godoy (1988) en un libro titulado Cuando Adán salió del
Paraiso, recomienda "Intentar conjugar armónicamente toda la ciencia paleoantropológica con
todas las verdades transmitidas por el libro del Génesis y abordar la cuestión del monogenismo
acudiendo al sentido del texto bíblico".
En las últimas décadas en España está teniendo un cierto éxito el proselitismo
antievolucionista que realizan los Testigos de Jehová, Mormones, así como otras sectas y
religiones fundamentalistas que nos llegan principalmente de EE.UU. Los últimos esfuerzos en
favor del creacionismo "científico" lo constituyen la edición en España por Videos San Pablo del
video La Evolución: ¿Ciencia o creencia?. En él varios profesores universitarios europeos
niegan toda posibilidad de evolución con errores factuales, premisas falsas y anacronismos,
llevados seguramente por sus ideas religiosas de tipo fundamentalista. Con frecuencia estos
profesores pueden ser buenos profesionales en su especialidad, pero intentan sentar cátedra en
otro tema que no dominan, como también parece ocurrir a ciertos profesores de derecho tales
como Bird (1989) y Johnson (1991), que son autores de libros creacionistas donde rebaten
expresamente el evolucionismo y que han tenido cierto éxito en EE.UU. Este último ha sido
invitado a un importante ciclo de conferencias impartido en la Universidad Complutense y
aprovechó la ocasión para difundir en España la reciente traducción de su polémico libro. Se
organizó un debate en el cual como oponente tuve ocasión de constatar la sutil manipulación de
los temas evolutivos -causada por su feroz antimaterialismo- que le lleva a adoptar una postura
creacionista no literal pero tremendamente antievolucionista.
Por otra parte, hay que considerar las implicaciones creacionistas y pseudocientíficas de
ciertas sectas, que últimamente también han proliferado en nuestro país, al amparo de la mayor
libertad y del fin del monopolio de la religión católica, tales como los Movimientos Gnósticos,
Nueva Acrópolis, Iglesia de la Cienciología, etc. Estas organizaciones desarrollan actividades
pseudocientíficas tratando de captar adeptos, organizando conferencias sobre el origen y
evolución del hombre, en las que suelen propugnar un origen de tipo involucionista generalmente
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a partir de seres extraterrestres, los cuales habrían llegado a la tierra en naves espaciales y
desarrollado una civilización extremadamente avanzada, tal como la de la supuesta Atlántida,
que habría ido degenerando hasta llegar a la actualidad. Pues bien, como existe una gran
curiosidad y demanda por estos temas, manipulando y presentando la antropogénesis de una
forma atractiva, enganchan a los incautos que siguen sus creencias, ya que existe un mercado de
la esperanza que es explotado por las sectas y por los charlatanes pseudocientíficos.
El interés por los orígenes de tipo involucionista nació en América pero pronto se desarrolló
en Europa, siendo el libro ¿Carros de los Dioses? del escritor suizo Erich von Daniken (1968)
el primero que desarrolla la idea de la venida de extraterrestres. Pues bien, sólo hasta 1978 ya
se habían vendido 35 millones de ejemplares. Curiosamente, pocos libros de ciencia han sido
nunca tan populares ni han vendido tanto. Tal éxito ha impulsado la publicación de numerosos
libros sobre extraterrestres, entre ellos de algunos españoles como J.J. Benítez, que es
colaborador de la revista MAS ALLA de la Ciencia y de otras revistas con la misma línea
pseudocientífica tales como Año Cero, Espacio y Tiempo, Conciencia Planetaria, Próximo
Milenio, etc. El éxito comercial de estas publicaciones da idea de la difusión creciente de estos
temas en nuestro país. Estas publicaciones están lideradas por Fernando Jiménez del Oso y
Félix Gracia, quienes son los promotores más conocidos de la pseudociencia en España. La
ufología es una especie de religión basada en testimonios sin valor científico que acaban
constituyendo una especie de dogma basado en la fe de personas ingenuas, pero esta creencia
ufológica constituye otra especialidad que nos aparta del tema central tratado en este artículo.
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