La promesa de dormir bien y estudiar mejor enchufando un simple aparato CIUDADANO, Diciembre 1995 Miguel Ángel Sabadell Hoy en día, la mayoría de los seres humanos vivimos sometidos a un gran estrés, debido fundamentalmente a que nuestro cerebro capta de forma constante todas las impresiones de nuestro acelerado ritmo de vida... Esta tensión nerviosa o estrés, produce una hipercontracción y, por lo tanto, un descontrol y un gasto excesivo de Energía Vital: física, química y mental, que desequilibra nuestro sistema nervioso afectando directamente nuestra salud De esta forma empieza el manual del usuario del Vitalizador Electrónico Nicovital. En escasas doce páginas se nos informa de la necesidad de relajarse para mejorar nuestra calidad de vida, evitando el malestar y las molestias que producen el estrés y la tensión diaria. Y para ayudar a relajarnos, a combatir el insomnio, a combatir las molestias y dolores y a estudiar se entrega, al módico precio de 10.000 pesetas un aparatito testado durante cinco años en más de 2.000 personas con total éxito. ¿Es posible tal maravilla? Realmente, en su publicidad se encuentran afirmaciones gratuitas, información sacada fuera de contexto y en todo caso, ninguna prueba científica de la bondad real de aparato. La aparición en el mercado mundial de aparatos potenciadores de las posibilidades del cerebro surge en Estados Unidos a la sombra de una corriente pseudomística llamada Nueva Era. ¿Quién no ha escuchado cosas como utilizamos sólo el 10% de nuestro cerebro? A falacias como ésta -cuyo atractivo reside en la confortable creencia de que la única diferencia entre nuestra mediocridad y la genialidad de unos pocos se encuentra en la proporción de células nerviosas que trabajan- se ha unido toda una idealización del misticismo oriental: Zen, Yoga, Budismo, los lamas... Es curioso observar que el boom por la filosofía oriental -y lo que conlleva de poderes sobrenaturales- se dio con la aparición, en 1956, del libro El Tercer Ojo, supuesta autobiografía de un lama tibetano exiliado en Inglaterra, llamado Lobsang Rampa. Best-seller mundial, fascinó con las capacidades mentales de los monjes de aquella agreste región del planeta. Sin embargo, dos periodistas ingleses descubrieron el fraude. Ni había lama, ni era tibetano, ni era una autobiografía. Había sido escrito por Cyril Henry Hoskins, un oficinista que jamás había salido de Inglaterra. Esta fascinación por la meditación para alcanzar un mejor estado anímico ha sido instrumentalizado en Occidente. La técnica, aliada y compañera inseparable desde la revolución industrial, ha venido a ayudarnos. En nuestro mundo actual el tiempo es más precioso que el dinero. No podemos pasar horas y horas intentando alcanzar ese ansiado estado mental. Por eso se han inventado aparatos que consiguen acercarnos a él en menos tiempo. A mediados de los setenta, el mercado americano se vio invadido de lo que se denominó máquinas de la mente para relajarse, aprender más rápidamente... El impacto social fue tal que el ejército estadounidense pidió a la Academia Nacional de Ciencias (NSA) un análisis exhaustivo de todo ese tipo de nuevas técnicas para potenciar las realizaciones humanas -la NSA es la organización científica de mayor prestigio en los Estados Unidos. A ella sólo pueden pertenecer - 123 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias científicos que hayan realizado alguna aportación significativa al avance de la ciencia. Por ejemplo, todos los premios Nobel son miembros.- Dentro de este marco se engloba los aparatos conocidos como inductores alfa que han aparecido recientemente en el mercado español. Para entender cómo funcionan debemos informarnos primero sobre las supuestas bases teóricas en las que se basan. El cerebro, ese gran desconocido Nuestro cerebro es el órgano que rige, no sólo nuestra conciencia, sino el funcionamiento de todo el cuerpo. Si bien es cierto que desconocemos muchas cosas acerca de él, también es verdad que poseemos una visión general muy aceptable de sus capacidades. El problema surge cuando, aprovechando esta incertidumbre, aparecen en el mercado aparatos milagrosos cuyos suypuestos efectos han sido claramente probados y que vienen envueltos en palabrería pseudocientífica. Prácticamente desde el descubrimiento de la actividad cerebral en 1925 por el psiquiatra alemán Hans Berger, han aparecido continuamente intentos de relacionar el electroencefalograma -EEG, que mide esta actividad- con los poderes ocultos del cerebro. El EEG registra, mediante sensores colocados en la cabeza, la actividad media de un gran número de neuronas. El EEG tiene un especial interés para el diagnóstico del daño cerebral, para el estudio de los trastornos del sueño y en enfermedades convulsivas como la epilepsia. Uno de los primeros descubrimientos con el EEG fue la asociación de diversos ritmos cerebrales con los estados de activación y atención. Un estado de atención hace aparecer en el EEG unas pulsaciones rítmicas llamadas beta, mientras que estando relajado se manifiestan la llamadas ondas alfa. El significado real del ritmo alfa se encuentra sujeto a una animada controversia científica, lo que no ha impedido que haya aparecido toda una industria alfa. El estado alfa Cuando tenemos los ojos cerrados, estando despiertos y relajados, el EEG presenta de manera prominente ondas alfa. Éste no es un estado alterado de conciencia, sino un estado normal. A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta diversos investigadores encontraron que practicantes experimentados de Zen y Yoga mostraban una gran cantidad de ritmo alfa mientras meditaban. En estos primeros trabajos -dice Barry Beyerstein, psicólogo de la universidad Simon Frazer (Canadá)- los autores se muestran especialmente cautelosos en no cometer el error lógico de suponer que, como dos cosas están relacionadas, una debe ser necesariamente causa de la otra. Esto es muy importante. Durante la meditación se observa que el movimiento de los dedos de las manos desaparece. ¿Debemos deducir que tener las manos quietas implica que estamos meditando? La supuesta unión entre meditación -o relajación- y producción de ondas alfa, lo que en la literatura popular se conoce como estado alfa, presenta graves inconvenientes. Por ejemplo, se sabe desde hace más de 100 años que los animales producen ondas alfa en ciertas condiciones. Así, los gatos cuando ronronean son intensos emisores de ondas alfa. La mayoría de nosotros no deduciríamos que nuestro gato esté meditando. Hace dos décadas Adolph Beck demostró que el ritmo alfa presente en animales, despiertos pero descansando, desaparece cuando prestan atención a un estímulo. A este frenómeno se le llama bloqueo del ritmo alfa. Es más, la mayoría de las personas -no todas- - 124 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias alcanza ese estado alfa simplemente cerrando los ojos y dejando la mente en blanco, y desaparece cuando reciben la orden de abrir los ojos. El mejor productor alfa que he conocido -dice Beyerstein- fue un chico hiperactivo de diez años -la hiperactividad difícilmente puede asociarse con estar relajado y meditando-. Sin embargo la hiperactividad se encuentra unida a la dificultad en fijar la atención, y fijar la atención bloquea el ritmo alfa. Por otro lado, aproximadamente entre el 10 y el 15 por ciento de las personas producen poco o nada ritmo alfa bajo cualquier circunstancia (Énfasis añadido). Quizá la prueba decisiva -y más dramática- de que no existe un único estado alfa la dieron M. Orne y D. Paskewitz en 1974. En su estudio con un grupo de personas, a una mitad le dieron la clásica relajación para producir ritmo alfa, mientras que la otra mitad fue tratada bruscamente y amenazada con descargas eléctricas dolorosas si no aumentaban su ritmo alfa. Aunque éste grupo informó de temor, cólera y frustración -corroboradas fisiológicamente-, produjeron tanto alfa como las que habían sido relajadas y con una sensación de agradable bienestar. Así pues podemos concluir que: (1) la mayoría de nosotros, cerrando los ojos y no pensando en nada podemos acceder sin problemas a ese mítico estado alfa; (2) la presencia de ritmo alfa no es sinónimo estar relajado. Los aparatos alfa Está comprobado que la mayoría de las personas pueden aumentar la proporción de ondas alfa que refleja el EEG mediante la técnica de biofeedback (biorretroalimentación), muy usada en psicología. Imaginemos que estamos relajando a una persona. Una forma de saber si está llegando a ello es controlar su EEG y buscar el ritmo alfa. A medida que va apareciendo vamos informándola de lo que va consiguiendo. Esta retroalimentación con información es absolutamente necesaria. El sujeto debe saber cuándo aparecen ondas alfa, y gracias a esto puede aumentar su producción. La hipótesis básica del biofeedback es que si a una persona se le informa de los cambios que se producen en su cuerpo y de los que no son conscientes, pueden llegar a controlarlos voluntariamente. Por ejemplo, se ha utilizado en problemas de incontinencia de orina en niños y ancianos, en rehabilitación tras accidentes, en problemas de insomnio o para controlar la presión arterial. Sin embargo, estudios posteriores más cuidadosos parecen poner en duda la efectividad de este método, por lo menos en los niveles de éxito de los trabajos iniciales. Toda esta investigación ha sido utilizada como propaganda por parte de las compañías que se han dedicado a vender aparatos que pretenden inducir a un estado de conciencia superior o simplemente, de relajación. Estos aparatos en general consisten en un conjunto compacto de gafas y auriculares en los que, de manera simultánea, se suceden rítmicamente destellos de luz y música o ritmo. Tales compañías pretenden que con estos aparatos se aprende con mayor rapidez. La diferencia esencial entre estos aparatos y los experimentos antes señalados es que, aunque se utilicen dispositivos similares, en los comerciales no hay esa retroalimentación absolutamente necesaria. El siguiente paso en este abandono de las condiciones reales de laboratorio lo han dado los inductores alfa que se están comercializando actualmente en nuestro país. En éstos ya ni siquiera se exige unas condiciones ambientales previas. Los inductores de ondas alfa - 125 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias El primer registro que hemos encontrado de este tipo de aparatos en España es de 1989 en la revista de la Sociedad Española de Parapsicología, Psi-Comunicación. En ella se describe la manera de construirse un aparato que produce pulsos sonoros de la misma frecuencia que las ondas alfa. Como es habitual, en el artículo se vierten afirmaciones gratuitas sin aportar ninguna prueba documental, táctica que seguirán años más tarde en la distribución comercial de este tipo de máquinas. Uno de los que ha aparecido en el mercado es el inductor de Nicovital. Este inductor emite pulsos luminosos y sonoros y también ondas electromagnéticas de frecuencia dentro del rango de las ondas alfa cerebrales. El modo de empleo del aparato no guarda ningún tipo de relación con las investigaciones realizadas en el campo del biofeedback alfa, por lo que es absolutamente gratuito el utilizar tales resultados -aún dudosos- como confirmación de la efectividad del aparato. Por otro lado, que nuestro cerebro, al recibir las ondas alfa que emite Nicovital trata, por simpatía, de adpatar su ritmo de funcionamiento, su frecuencia de vibración, a este nuevo ritmo que percibe, es, también, totalmente gratuita, sin fundamento científico. Es más, tal afirmación contradice nuestros conocimentos actuales en neurología, biología, bioquímica y física. La psicóloga Jean MacKendree de la universidad de York, que ha trabajado en biofeedback alfa para tratar la hipertensión, comentó que lo de las ondas cerebrales por resonancia le parece totalmente falso. Si la inducción por resonancia fuera cierta, los investigadores de Nicovital deberían probar sus afirmaciones ofreciendo los resultados de sus estudios en condiciones rigurosamente controladas. Hasta la fecha, no hay ningún registro de ello. Aún más. Hemos buscado en el Science Citation Index -el lugar donde aparecen todas las investigaciones científicas del mundo en revistas de reconocido prestigio- alguna referencia a tales posibles trabajos desde 1990 hasta 1995 sin encontrar ninguna que aluda a los experimentos que durante cinco años afirman haber realizado. Sí hemos encontrado tratamientos de biofeedback para el insomnio por equipos de diferentes países en el periodo de 1985 a 1995 pero ninguno de ellos se refiere a este aparato, y la mayoría de ellos concluye que debe realizarse una mayor investigación. Recalquemos que se trata con técnicas de biofeedback y en ningún caso tal y como dice la propaganda de Nicovital. Además, que las ondas electromagnéticas que emite tal aparato se encarguen de mejorar la dolencia o eliminarla totalmente es, como mínimo dudoso. Sobretodo si tenemos en cuenta que los estudios que se están realizando sobre la influencia de campos electromagnéticos en las personas parecen indicar que son más malignos que benignos... También se afirma que con llevarlo en el bolsillo durante nuestra actividad habitual mejora nuestro rendimiento. Hemos visto que para inducir ondas alfa es absolutamente necesario, -salvo con personas muy entrenadas- cerrar los ojos, por lo que tal afirmación es completamente gratuita. Incluso nos permite aprender mejor. La verdad es que, inlcuso con técnicas de biofeedback, no existe ninguna evidencia de que esto sea cierto. Es más, el estudio ya mencionado de la NSA sobre todas estas técnicas se concluye que no existe ningun motivo para sostener una mejora en la velocidad de aprendizaje. El aparato ha sido analizado por miembros del personal del departamento de electrónica de la Universidad de Zaragoza. Según este informe, el dispositivo produce un campo eléctrico cien veces menor que el generado por unos cables que conectasen por el interior de una pared un interruptor de luz con una bombilla de 100 watios instalada en el techo, medido a dos metros de distancia de la pared. Esto quiere decir que, aún suponiéndole cierta efectividad, el efecto quedaría enmascarado por la radiación que nos llegaría del cableado normal de una casa -eso sin contar la radiación proveniente de otras fuentes como radios, - 126 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias televisores,...- Es esclarecedor que el valor aproximado del aparato si un usuario decidiese construírselo por su cuenta. Según este informe el valor total de los componentes electrónicos ronda las 200 pesetas. Si se incluye la caja de plástico y las pilas, el coste total rondaría las 800 pesetas. Que este aparato, de eficacia muy dudosa, se venda por 10.000 pesetas nos parece absolutamente desproporcionado. ¿Qué hacer? Hemos visto que, si bien estar relajado produce ondas alfa, no son las ondas alfa las causantes de un estado de relajación. No existe ningún aparato que pueda producir ondas alfa en el cerebro de manera automática. Es necesario cierta disposición mental para ello. La mejor forma de relajarse es, o bien siguiendo técnica muy bien conocidas y prefectamente descritas en diversos libros, o bien siguiendo este pequeño consejo: póngase cómodo en una habitación. Cierre los ojos y manténgase a oscuras si lo considera necesario. No preste atención a ningún ruido y póngase música suave. Destense los músculos y no piense en nada. Esta es una forma medianamente buena para alcanzar esa paz tan deseada... y no le costará 10.000 pesetas. Y si cree que la emisión de ondas electromagnéticas puede ayudarle a dormir, piense en lo siguiente. El mejor emisor de ondas alfa es el ser humano ¿Qué mejor forma de relajarse que teniendo alguien relajado a su lado? Agradecimientos Agradecemos al doctor Vladimir Feshchenko (Sloan-Kettering Cancer Center, Nueva York, USA), a la doctora Jean McKendree (Dept of Psychology, Universidad de York, UK), al doctor Barry Beyerstein (Brain Behavoir Laboratory,Universidad Simon-Fraser, Canadá),a Aquiles Luna-Rodriguez (Universidad de Hamburgo, Alemania) sus ajustados comentarios y su demostrada competencia y experiencia. También agradecemos la ayuda prestada a Jone Johnson, John J. Kane, Dana Nibby, John M. Morgan, Christopher French y muy especialmente al siempre eficiente Barry Karr, secretario ejecutivo del CSICOP. También nos encontramos en deuda con Mercedes Quintana (psicóloga) y Victor Sanz (cardiólogo) por sus acertadas críticas y comentarios. TESTIMONIOS PERSONALES Y EFECTO PLACEBO En todas las campañas publicitarias donde se ofertan productos milagrosos es moneda corriente el presentar como prueba el testimonio personal de personas que utilizando el dispositivo les ha funcionado. Por supuesto también los hay que no lo están, pero esos no salen en su propaganda. Tal tipo de propaganda nunca puede ser utilizada como prueba. De hecjo, no prueba absolutamente nada. Así, a principios de siglo apareció un remedio capaz de curar la tuberculosis. Sus defensores exhibían testimonios genuinos de personas que habían usado su medicina y se sentían curados. Esta gente murió más tarde de tuberculosis. Los testimonios sinceros son el primer factor que convence a la gente de la efectividad de un tratamiento, y es más importante que cientos de pruebas científicas que sí tienen un valor probatorio. ¿Por qué las personas dan testimonio de tratamientos y curas sin valor? Se suele - 127 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias confundir la causa de su mejora porque no se conocen simples hechos acerca de la enfermedad. En primer lugar, las enfermedades presentan cambios largos e irregulares en la manera de sentir la severidad de los síntomas. También se confunde enfermedad con dolor. Duele, luego estoy enfermo. Así, una remisión en la intensidad del dolor puede ser interpretada como una remisión en la enfermedad. Tampoco debemos olvidar el momento cuando un enfermo busca un tratamiento exótico. Habitualmente sucede cuando el paciente se siente especialmente hundido y desesperado, cuando la enfermedad se presenta en su peor momento. Entonces, las probabilidades de sentirse mejor en los días siguientes son mayores y será entendido, no como la evolución normal de la enfermedad, sino como una mejora debida a la terapia. Finalmente, cuando la enfermedad o la dolencia tiene un fuerte componente psicosomático -como es el caso que nos ocupa-, el efecto placebo empieza a jugar. Es bien conocido que si un paciente cree que un tratamiento es efectivo, se producirá una mejoría en un tercio de los casos. Estos tres factores, la naturaleza de la enfermedad, confusión del dolor con la enfermedad y el efecto placebo, explican el aumento de popularidad de los remedios milagrosos sin corroboración científica.
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