Mi buen amigo, Miguel Angel Sabadell, títuló esta propuesta de charla: no sé cuántos miles de millones de moscas no pueden estar equivocadas. El dicho castizo concluye como es sabido comamos mierda. En breve y quizá un poquito salvaje, estos son los criterios que actualmente informan a los programadores televisivos. Vivimos en una dictadura de las audiencias que, por otra parte, todos dudamos que tenga una base científica rigurosa. Lo primero que hay que decir de las audiencias es que se hacen sobre algo más de dos mil televisores, repartidos por familias españolas, cuando en la mayoría de los hogares no hay sólo un televisor. En la mayoría de los hogares, especialmente cuando son familias con hijos, hay dos y hasta tres televisores, y la programación que ven los distintos miembros de la familia no es la misma. Esa imagen franquista de la familia unida rezando unida con el padre Peyton y a continuación viendo la televisión todos cogidos de la mano no es más que un inocente sarcasmo. Por otra parte, el análisis de las audiencias se realiza de una forma que no es real. Se dice que el programa de Lobatón ha tenido tantos espectadores y un share de media de tantos. Pero además, esas audiencias se miden de minuto en minuto, de manera que se recibe cada día la audiencia del día anterior con las variaciones que se van produciendo en ese breve lapso de tiempo. Cada responsable de programa toma la propia para ver qué es lo que estaba pasando en el minuto aquel en el que bajó la audiencia, y qué es lo que estaba pasando en los demás programas para que la gente cambiara y decidiera cambiar de canal.
Esto resulta absolutamente insólito,porque no creo que nadie vea la televisión, y muchísimo menos por la mañana, con ese criterio selectivo de estar cambiando y, en el momento en que una entrevista no le gusta, pasarse a otra cadena. La experiencia nos dice que en la mayoría de las casas la televisión esta encendida y la gente pasa, viene y va.
Pero dejando a un lado estas consideraciones, voy a entrar en el problema que nos ocupa: la proliferación de charlatanes y de vendedores de mancias y de falsas ciencias. Ayer, Félix Ares nos hizo recapacitar sobre un tema: qué es lo que ha cambiado en estos años. Creo que hay algo sobre lo que es interesante reflexionar: lo que ha cambiado fundamentalmente en nuestro país en estos años es que vivimos en democracia. Y vivimos en democracia, no hay que olvidarlo, sin ningún ejercicio democrático en los últimos quinientos años. Es decir, éste es un país con muy poca (por decir algo) o casi ninguna tradición democrática. Hay que tener también en cuenta que, con frecuencia, una cosa son las libertades públicas o los derechos reconocidos formalmente en un sistema democrático y otra es el ejercicio real, cotidiano de la democracia. En este sentido hemos caído, creo que los medios de comunicación de una manera peligrosísima, en la tentación de creer que todo el mundo tiene derecho a opinar y todo el mundo tiene derecho a decir lo que le parece, independientemente del contexto o circunstancia. Y si eso es cierto a escala individual, no lo es en cuanto uno se compara con gente con la que no se puede comparar. Hay que admitir que hay elites intelectuales como hay elites deportivas. Todo el mundo no corre los cien metros a la misma velocidad ni recibe un cheque idéntico por desfilar por una pasarela.
En una actividad deportiva a nadie se le ocurre competir con quien no puede competir. Sin embargo, en televisión, esta competición es casi una exigencia. Es decir; si viene un médico a explicarnos una técnica quirúrgica, inmediatamente hay que poner un hechicero al lado, a su mismo nivel y con el mismo rango y categoría para discutir el tema.
Convivo diariamente con los charlatanes y adalides de falsas ciencias. Me veo con ellos las caras normalmente en los pasillos, como me ocurrió durante mucho tiempo con Rappel, durante su participación en la televisión pública. En ocasiones me enfrento a situaciones de este tipo. Mi jefa me dice: Hay un problema de sequía en el país. Un problema grave. Hace mucho tiempo que no llueve, y vamos a hablar del problema del agua. Y me pide que prepare para el día siguiente una explicación que la gente pueda entender acerda de la situacióny de las perspectivas de futuro ligadas al Plan Hidrológico Nacional. Así lo hago. Por la tarde llamo al amigo que sabe de esto, me da unos datos y me preparo mi discursito sobre el Plan Hidrológico Nacional para el día siguiente. Y cuando llego, veo en la escaleta que para debatir el problema del agua en España voy a sentarme en una mesa en la que también intervienen las siguientes autoridades en la materia: un señor de Elche que dice ser cristiano gnóstico primitivo. Parece que ha salide en varios programas televisivos y hace invocaciones para la lluvia, aunque aclara que las tiene que hacer con mucho cuidado porque en algunas ocasiones se ha pasado y ha llegado a provocar riadas. Así que tiene que ser una invocación en unos límites muy estrictos y en el momento propicio. La segunda persona es mi amiga Esperanza Gracia. Para la ocasión trae un pendulito de agua con el que hace magia simpática. Dice que con eso se llama también al agua. Y la tercera, una admiradora mía que es Pitita Ridruejo. Siempre que aparece por allí me dice que hay que ver lo que le interesa a ella la ciencia y lo bien que yo hablo. Con ese comentario me desarma, porque ya nos pone a ambos en un plano colegas. Ella presenta su clásico discurso, que no hace falta que lo explique, pues lo conocéis perfectamente: hay que sacar a las vírgenes de paseo, hay que hacer procesiones, hay que orar con fe, volver al recogimiento, etc. Ante esto, ¿qué hace un imbécil como yo comentando el Plan Hidrológico Nacional y explicando las pérdidas, lo que cuesta regar una hectárea, por ejemplo en Francia o en Bélgica. Resulta grotesco y ridículo. Lo mejor es pasar directamente a reírte de esta gente y a jugar con esta bobada. También es factible negarse a participar. En ocasiones también lo he hecho.
Esta es, digamos, la parte folclórica. La otra parte es la que se refiere a la gente que vive de esto. El caso de los Moody, por ejemplo. Vienen a España porque han tenido visiones de vida después de la vida, y luego reflexionan sobre la vida después de la vida y más tarde hacen nuevas aportaciones a la vida después de la vida. Pasemos por la vida después de la vida... lo que hace esta gente es sacar libros, discos, camisetas... ¿qué vas tú a decirle a esta gente acerda de si hay vida o no hay vida, o si la experiencia por la que ellos han pasado es una experiencia común a montañeros, buceadores o fumadores de marihuana? A ellos les da exactamente igual, porque lo que quieren es vender y su mensaje está garantizado con eficacia. Han conseguido ir a un programa con dos millones de audiencia y decirle a esa audiencia que a las siete de la tarde, en el colegio mayor tal van a levitar, y que todo el que quiera volar debe ir allí y pagar una entrada, comprar un libro y un compacto con la música fetén. Su mensaje ha sido difundido y recibido, y se ha dado gratuitamente, con el consiguiente ahorro en publicidad. Es difícil hacer nada con ellos.
¿Qué podemos hacer? Con todo esto no quisiera dar la impresión de que hay que tirar la toalla. Lo que hay que hacer es actuar con decisión cuando uno tiene la oportunidad de hacer un reportaje. Hablo de mi experiencia en el primer canal (TVE-1). En el segundo (TVE-2) mi capacidad de acción es mucho mayor. Casi dentro de los límites de la razón puedo programar y diseñar mi actividad, y a la menor oportunidad que tengo de hacer algo, voy directamente a ello. ¿A qué me refiero con la referencia a la oportunidad? No tengo ningún problema en cuanto a diseñarme mi propia escaleta. Lo que a veces no tengo es el material agradable, seductor y bonito para ofrecer. Fue el caso del programa que hicimos con Miguel Ángel Sabadell, que es una persona enormemente atractiva para la televisión. Jugó, convenció a la presentadora de mi programa de que podía leerle la mano y que tenía poderes En fin, estuvo riéndose del personal de la manera más abierta, al tiempo que desmitificaba a toda esta gente que vive del cuento paranormal.
¿Por qué vías se les puede desmitificar o cómo se les puede atacar? En el primer canal, que es el más complicado para mí, no puedo hacer un reportaje como hice en la 2 sobre las falsas ciencias y por eso he urdido un plan alternativo. Yo soy guionista de teatro, entre otras actividades, y desde hace cuatro años tenemos una obrita por capítulos. En ella, durante mucho tiempo, hemos tenido una familia en la que el padre era Francisco Valladares. Éste siempre era un sinvergüenza que intentaba algún método para ganar dinero. Por ejemplo, convencía a su hija de que adivinara el porvenir. Y lo hacía en su propio domicilio, montando un centro de adivinación charcutriz, basado en el análisis de la charcutería. Para cosas del amor ella echaba las lonchas de chorizo. Las de salchichón, creo que eran para el dinero, y el chopped probablemente para adivinar el futuro de la salud. En otro capítulo el padre decide que ha encontrado la cara de su hija en una loncha de mortadela y entonces trama ya todo el negocio tipo Bélmez para vender agua de la casa . Todo esto se hacía diariamente con la mayor impudicia y el que lo quiera entender que lo entienda; el mensaje es muy claro. Tuvimos problemas en una ocasión en que el personaje éste, el padre de familia Paco Valladares era psicografólogo. El tipo vivía permanentemente en su casa, en bata, con sus zapatillas; o sea, no hacía absolutamente nada y vivía de embaucar y de engañar a la gente. Leyendo un texto cortito, determinaba cómo era el carácter con el mayor descaro. Ahí tuvimos muchos problemas. Nos escribió el presidente de la asociación española de psicografología, primero en un tono irritado, pero explicándonos que, claro, la psicografología era una ciencia exacta, que por supuesto se impartía en todas las mejores universidades del mundo (citan siempre universidades: HampsenSchwoffen, NewHayars, Sorsdalw; universidades absurdas en Estados Unidos, en la Pampa argentina), demostrando que aquello era una ciencia. Como nosotros seguimos haciendo lo mismo (yo no le contesté y Paco Valladares seguía cometiendo toda suerte de desatinos y robándole a la gente con aquello) ya vinieron las amenazas mediante notario. Finalmente aquello no llegó a nada, pero desde luego tuvimos una temporada a los psicografólogos bastante sublevados. Creo que eso es una fórmula: tomarse la cosa a broma, y sobre todo incidir en lo que a mí me parece fundamental: que la sociedad entienda que todas estas actividades, y toda esta gente que ve ovnis, y toda esta gente que ve caras, y toda este gente que oye psicofonías, lo hacen casi siempre por dinero. Creo que esto ya es un punto; saber que esto es una forma de ganarse la vida y nada más, y nada menos también. Pero que no se diferencia en nada de la actividad que pueda tener un vendedor de lavadoras; excepto en los efectos sociales y en el sentido ético, ya que en el primer caso existe embaucamiento., pero esta gente lo que quiere es ganar dinero. También puntaba ayer que incluso esto no es suficiente para los medios de comunicación. La señora de las psicofonías del palacio de Linares es una señora delincuente habitual fichada por la policía, que ha entregado talones sin fondos, en fin, es una conocida trapacera. Y esto se lo dije yo a mi jefa cuando la trajo, oye, esta tía ha estado detenida varias veces; vamos, es un fraude. Bueno, sí, pero a la gente le hace gracia y además... nos vende. Y estamos nuevamente dando vuelta a lo de las moscas comiendo mierda: como a la gente le hace gracia y nos vende pues da exactamente igual que venga alguien a vendernos un mensaje u otro. El problema, por ejemplo, de estos embaucadores en el terreno sanitario es verdaderamente grave. Y además me parece que se hacen cosas desde la televisión que podrían tipificarse como delitos. Hay una enfermedad que es la líder en todo este trajín de curanderos y son las hemorroides. Yo he conocido a seis o a siete que tienen un remedio eficacísimo y definitivo, siempre en una fórmula de un cardo misterioso o una hierba desconocida que le enseñó a manipular su abuelo. La mayoría son analfabetas: gente que no sabe leer ni escribir pero que sí sabe dónde está el cardo, exprimir el cardo y montarse un negocio fabuloso con el púlpito de una televisión pública, porque luego hay diez mil llamadas de gente que pregunta por el teléfono de la señora ésta de las hemorroides. Recapitulando: Mi primera propuesta era el tomarse las cosas con humor. La segunda, poner en evidencia que toda esta gente lo que en definitiva está intentando es sacar dinero. Y la tercera propuesta, que me parece la más optimista, es que divulguemos la ciencia de verdad, de manera divertida, de manera que a la gente le pueda resultar atractiva. ¿Y para eso qué necesitamos?, y vuelvo al caso de lo que hicimos en la segunda cadena de TVE. Pues necesitamos programas como el que vimos ayer del planetario, en el que se explica todo el fraude del zodiaco pero de una manera graciosa, de una manera atractiva, con una estética bonita. Ayer, Félix Ares explicaba de una manera que me pareció deliciosa el tema de la sábana santa. A mí me encantaría que viniera al programa y lo explicara tal cuál. Cogemos las imágenes y entonces hacemos algo que a la gente le va a encantar. Quiero decir que, en lugar de enfrentarnos a esta gente, que es lo que ellos están deseando, les encanta porque van a dar su conferencia e irá más gente porque menudo follón se ha liado esta mañana en la tele y tal; darles nuestra opción de manera divertida, de manera atractiva.
Muchas gracias.