José María Roc No hace mucho apareció en algunos medios de comunicación la noticia de que el Monstruo del Lago Ness había muerto. El titular venía a consecuencia de la confesión de uno de los autores de una de las fotografías más famosas que se conocen del monstruo. Cualquiera podía haber imaginado que aquello probablemente no fuera cierto, a pesar de que la fotografía era bonita. Sin embargo, ésta no es la única foto ni la única grabación, ni el único testimonio que hace referencia a nuestro querido Nessie. Aquí he de hacer una pequeña puntualización. Al monstruo del lago Ness se le han dado muchos nombres y formas. Algunos de sus admiradores incluso lo clasificaron creándole sus propios género y especie: el Nessiteras Rhombopteryx. Difícil tarea esta de clasificarlo, ya que además de ser patológicamente tímido, el monstruo del lago Ness practica el transformismo, y se presenta bajo diferentes aspectos según afirman los que, al parecer, le han visto. Si se me permite yo utilizaré el nombre de Nessie, que me parece más familiar y cariñoso. En cualquier tienda para turistas de Escocia venden unos monstruitos de peluche preciosos, y a esos monstruitos no se les puede llamar Nessiteras Rhombopteryx. Otra pequeña puntualización sobre el sexo de Nessie. Los textos en castellano se refieren al monstruo como él, es decir como chico, sin embargo, los textos en inglés se refieren a Nessie en femenino, hablan de ella. Hay que elegir una de las dos opciones, y por costumbre emplearé el masculino, sin pretender hacer ningún tipo de discriminación ni valoración en ningún sentido. Hagamos un pequeño curriculum vitae del monstruo. Su nacimiento real tuvo lugar en mayo de 1933 en un pequeño periódico escocés, el Inverness Courier. Alex Campbell, por aquel entonces alguacil del lago, relataba como el matrimonio Mackal habían visto en la superficie del lago algo que solamente podía ser causado por un monstruo. A partir de ahí la noticia se extendió a periódicos de tirada nacional, y durante los años 1933 y 1934 se sucedieron los avistamientos e incluso las fotografías de Nessie. Después de su debut se tomó un pequeño descanso, y no volvió a aparecer en público hasta 1951. En 1960 se permitió la frivolidad de ser la estrella de una película. Tim Dinsdale filmó unos 100 m de película de 16 mm en blanco y negro donde, según él afirma, se ve al monstruito evolucionar por la superficie del lago. De esta película se hicieron eco varios periódicos y cadenas de televisión, y llegó a ser analizada por el JARIC, un departamento de la RAF que se encarga sobre todo de estudios balísticos. En el librito que venden a la salida del Museo del Monstruo del Lago Ness, aparece también reproducida una página de un informe del Jet Propulsion Laboratory sobre las imagenes que recogió Dinsdale. Una de las consecuencias más importantes de todo este revuelo fue que los fans de Nessie decidieron organizarse y formaron su propio club, el Loch Ness Phenomena Investigation Bureau, en 1962. Todo este éxito debió asustar a Nessie, que se tomó una cura de reposo de nueve años. Entre 1962 y 1971 no concedió ninguna entrevista, no posó para ninguna foto ni, por supuesto, tomó parte en ninguna película. Y todo eso a pesar de la constante vigilancia con cámaras fotográficas y de cine a que los chicos del LNI sometieron la superficie del lago durante todo este tiempo. Explicación lógica a este fracaso: Nessie tiene un origen oculto. Si después de todo esto no ha aparecido es porque su origen no es natural. No es, como se había pensado hasta entonces, un dinosaurio despistado que no se enteró de que tenían que extinguirse, o alguna extraña evolución o mutación genética de una especie marina desconocida. De hecho, algunos autores como Dinsdale o Holiday afirmaban sentir algo extraño, una especie de presencia maligna, al acercarse a las orillas del lago. Más aún, en 1973 el reverendo D. - 115 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias Omand exorcizó el lago Ness, repitiendo la ceremonia para la televisión una semana después. Con un éxito más que discreto en ambas ocasiones, puesto que existen testimonios posteriores, incluso alguna fotografía, referentes a nuestro querido Nessie. Por ejemplo, las dos fotografías submarinas tomadas por Robert Rines en 1972 y 1975, que presuntamente corresponden a la cabeza y a una de las aletas del monstruo, respectivamente. En la primera se puede distinguir, con un considerable esfuerzo de imaginación, una especie de cabeza con cuernos, que resultó ser muy parecida a un enorme tronco de árbol que se encontró en el fondo del lago en una expedición posterior (en 1987). Dicha expedición (llamada operación Deepscan) consistió en barrer con 24 embarcaciones provistas de equipos de sonar todo el fondo del lago, al módico precio de un millón de libras. Los resultados de esta investigación fueron algunos ecos y ruido registrados por los equipos de sonar y, como ya he dicho antes, un enorme tronco en el fondo del lago parecido a la cabeza con cuernos de Rines (quiero decir a la cabeza con cuernos que fotografió Rines). Volviendo a estas fotografías, la segunda corresponde, según su autor, a una aleta de Nessie, pero en realidad no se ve absolutamente nada en ella. Podríamos extendernos durante mucho tiempo repasando todas las supuestas o presuntas fotografías y películas del monstruo, y el resultado sería en todas el mismo: nada. Al que quiera insistir en ello le recomiendo la lectura del libro The Loch Ness Mistery Solved, de Ronald Binns, publicado por Prometheus Books. Sin embargo, por motivos históricos merece la pena que nos detengamos un poco en la famosa fotografía del cirujano, que es probablemente la imagen más conocida de todas en las que -según los respectivos autores- aparece el monstruo del lago Ness. Esta fotografía fue tomada el 1 de abril de 1934, lo cual no tendría mayor importancia si no fuera por el curioso detalle de que el 1 de abril es el All Fools Day, algo así como el Día de los Inocentes en España. Siguiendo con los detalles curiosos, participaron en la obtención de esta fotografía el doctor Robert Wilson -cirujano londinense, por eso se le llama la foto del cirujano-, algunos familiares, y Marmaduke Whetherell, quien anteriormente había intentado vender la historia de unas huellas de Nessie en las proximidades del lago. Cuando expertos del Museo de Historia Natural de Londres examinaron dichas huellas llegaron a la conclusión de que habían sido hechas con una pata de hipopótamo disecada que utilizaba como paragüero un vecino de la zona. En cualquier caso, en 1994 el último superviviente de los participantes en la fotografía confesó al dominical The Sunday Telegraph (en España la noticia fue difundida por la agencia EFE y apareció como un breve en algunos periódicos) que habían construido una maqueta de madera bajo las indicaciones del hijo de Wilson, y la habían fotografiado flotando en las aguas del lago Ness. El Daily Mail compró la fotografía, que después aperecería en otros medios de comunicación. De esta forma, aparte de gastar una broma y obtener los beneficios de la venta de la fotografía, Whetherell se vengó del pitorreo del que había sido objeto después de la historia de la pata de hipopótamo. Insisto en que podríamos seguir hablando del tema durante muchísimo tiempo, e insisto tambiíen en que no llegaríamos a ninguna conclusión positiva. ¿Qué ocurre entonces? ¿Acaso todos los comerciante escoceses se han puesto de acuerdo para inventarse una historia de monstruos marinos y desarrollar todavía más el turismo en la zona? Sinceramente, creo que no. Pienso que la mayor parte de los que afirman haber visto al monstruo son sinceros. No incluyo necesariamente en este grupo a los autores de fotografías y películas, porque éstos luego escriben libros y conceden entrevistas, consiguiendo beneficios nada despreciables. Es decir, no pongo en duda la sinceridad de muchos de los testigos, lo que sí pongo en duda, es más rebato categóricamente, es la validez objetiva de estos testimonios. El fenómeno de la percepción es extraordinariamente complejo y totalmente subjetivo. Somos muy influenciables - 116 - II Congreso Nacional Sobre Pseudociencias por las condiciones que nos rodean. De hecho en el lago Ness, bajo determinadas condiciones atmosféricas, son muy frecuentes los espejismos debidos a un fenómeno de inversión térmica en las capas de aire sobre la superficie del agua. Además existe una fauna característica y no demasiado conocida: nutrias, que nadan sacando el cuello y parte del lomo (como si fuera una joroba) fuera del agua; una especie característica de renos, que de vez en cuando también se dan un chapuzón, dejando ver por encima de la superficie una cabeza con cuernos pequeñitos (como uno de los disfraces de Nessie). En resumidas cuentas, vemos lo que queremos ver y lo que conocemos. Si no sabemos qué forma tiene una nutria ni cómo nada, y no sabemos que un objeto en la superficie del lago puede ser reflejado y deformado por una capa de aire a distinta temperatura adquiriendo un aspecto enorme y grotesco, y por el contrario hemos oído historias de monstruos marinos, identificaremos una nutria nadando a lo lejos en una mañana calurosa con un monstruo, que es lo que nuestro cerebro conoce, al menos de lo que tiene referencia. En cualquier caso, no podemos negar categóricamente que exista el monstruo del lago Ness (o que exista cualquier otra cosa). La ciencia se construye a partir de afirmaciones positivas, y las negaciones son casi siempre indemostrables. Pero por eso, la carga de la prueba la tiene el que afirma. Es decir, el que hace una afirmación debe probarla, y a afirmaciones extraordinarias deben corresponder negaciones extraordinarias. No podemos decir que Nessie no existe, pero afirmarlo tiene la misma validez que sostener que Blancanieves y los Siete Enanitos se reunen los jueves por la noche en un local de Harlem para jugar unas manos de póker descubierto, y sobre esto último no se han escrito libros ni se han financiado expediciones para encontrar ese local, aunque probablemente todo llegará con el tiempo...
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